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LA SABIDURÍA ES LA COMPRENSIÓN DE LOS VALORES PERMANENTES Y EL VIVIR CON ELLOS

   

   “… El mundo se ha sumido en el caos porque nosotros hemos perseguido valores falsos. Hemos dado importancia a lo terrenal, a la sensualidad, a la gloria y a la inmortalidad personales, cosas todas que engendran conflictos y dolor. El verdadero valor se halla en el recto pensar, y no hay recto pensar sin conocimiento propio. El conocimiento propio nos llega cuando adquirimos clara y alerta conciencia de nosotros mismos.

   … Para entender el problema de las sensaciones, tendremos que enfocarlo, no desde un solo ángulo, sino en todos los aspectos: educativo, religioso, social y moral. Las sensaciones han llegado a ser extremadamente importantes para nosotros, porque hemos puesto un énfasis arrollador en los valores sensuales.

   … Para la mayoría de nosotros es muy importante el placer y su forma de expresión. La mayor parte de nuestros valores morales se basan en eso, en el placer último e inmediato. Nuestras tendencias hereditarias o psicológicas, y nuestras reacciones físicas y neurológicas se expresan en el placer. Si usted examina no solo los valores y juicios externos de la sociedad, sino también mira en su propio interior, verá que el placer y la valoración del mismo es lo que perseguimos principalmente en nuestras vidas. Podemos resistir, sacrificar, lograr o negar algo, pero al final siempre está esa sensación de querer lograr el placer, la satisfacción, el contento de quedar complacido o satisfecho. La autoexpresión y la autorrealización son formas de placer, y cuando ese placer se frustra, se obstaculiza, hay temor, y de ese temor surge la agresión.

   … No hay duda de que las opiniones, los valores y las interpretaciones, simplemente impiden que la mente mire el hecho. Si deseamos comprender el hecho, es recomendable no tener ninguna opinión acerca de él.

   Ningún maestro, ningún gurú ni ninguna autodisciplina levantará el velo que encubre la sabiduría. La sabiduría es la comprensión de los valores permanentes y el vivir con ellos. Nadie puede conducirnos a la sabiduría.

   … No trato pues, de persuadiros ni de disuadiros acerca de ningún punto de vista en particular. Tampoco actúo como "gurú" de nadie, porque no creo que un "gurú" sea necesario para el descubrimiento de la verdad. Por el contrario, un "gurú" es un impedimento para descubrir lo real. Ni tampoco actúo como líder que crea una opinión, una organización, porque el líder es un factor de deterioro en la sociedad.

   Así pues, tanto vosotros como yo, tenemos que ser muy claros en lo que atañe a la naturaleza de nuestras relaciones, y es preciso que sepáis cuál es la actitud del orador, antes de poder rechazar o aceptar lo que él dice. Si es que puedo sugerirlo, antes de que rechacéis cualquiera de las cosas que yo digo, examinadlas primero con cuidado, sin parcialidad alguna. Es muy difícil examinar algo sin parcialidad, sin prejuicio; pero no debe haber prejuicio si es que hemos de comprender algo, y lo que se nos dice no podemos simplemente relegarlo a alguna autoridad antigua. Eso no es sino otra forma de evasión.

   … Debe haber libertad, esa es la base de la paz. Debe haber libertad de todos los valores, de las opiniones, de forma que juntos podamos ver que no tenemos paz, no teóricamente sino de verdad. Lo cual es una exigencia descomunal, porque vivimos de opiniones. Todos los periódicos, las revistas, los libros, se basan en opiniones. Si alguien dice algo y uno está de acuerdo, eso también es una opinión. Otro lee un libro y se forma una opinión. Para descubrir el verdadero significado de la paz, su profundidad, su belleza y cualidad, no debe haber influencias. Como es obvio, esa es la primera exigencia; y no tener fe en la paz o convertir la paz en la meta de su vida para vivir pacíficamente, ni buscar lo que es la paz en los libros, en los demás. Debe investigar muy seriamente si todo su ser puede vivir en paz.

   … Ustedes tienen que cambiar la sociedad, pero no matando a la gente. La sociedad somos ustedes y yo. Ustedes y yo creamos la sociedad en la cual vivimos. Así es que son ustedes los que han de cambiar. No pueden encajar dentro de esta sociedad monstruosa. Entonces, ¿qué es lo que harán? Ustedes, que viven en este extraordinario valle, ¿serán arrojados dentro de este mundo de lucha, confusión, guerra y odio? ¿Irán a ajustarse, se conformarán, aceptarán todos los viejos valores? Ya saben cuáles son esos valores, dinero, posición, prestigio, poder. Eso es todo lo que el hombre desea, y la sociedad quiere que encajen dentro de este patrón de valores. Pero si empiezan desde ahora a pensar, a observar, a aprender, no de los libros, sino a aprender por sí mismos observando atentamente, escuchando todo cuanto ocurre en torno a ustedes, entonces crecerán para convertirse en un ser humano distinto, un ser humano que se interesa en la gente, que tiene afecto por ella, que la ama. Y si viven de esa manera, tal vez puedan llegar a descubrir una vida verdaderamente religiosa.

   … Los valores externos y pasajeros se vuelven más importantes que los valores eternos; se busca la felicidad y la paz en las posesiones, ya sean hechas por la mano o por la mente, acumulando cosas o simples conocimientos. Si caminan por una de las calles principales verán tiendas y más tiendas que venden la misma cosa de colores y formas diferentes; encontrarán innumerables revistas y miles de libros. Queremos distraernos, divertirnos, olvidarnos de nosotros mismos, porque en lo interno somos muy desdichados y pobres, estamos vacíos y apesadumbrados. Ante estas necesidades se construyen máquinas y empieza la tiranía; creemos que la simple industrialización resolverá nuestros problemas económicos y sociales; pero, ¿los resolverá? Tal vez lo haga por un tiempo, pero el resultado son las guerras y las revoluciones, la opresión y la explotación; expandiendo la llamada civilización, la industrialización con sus consecuencias, a los no civilizados.

   … Las catástrofes y la desdicha vienen cuando los valores sensorios y pasajeros predominan sobre lo eterno. Lo permanente, lo eterno, no es el resultado de ninguna creencia; creer en Dios no significa experimentar lo eterno, tan solo la forma de vivir muestra su propia realidad.”

    J. Krishnamurti            

                
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