“… ¿Cómo
va uno a darse cuenta de su propio condicionamiento? Solamente es posible
mediante la comprensión de otro proceso, el del apego. Si podemos comprender
por qué estamos apegados, entonces acaso podamos darnos cuenta de nuestro
condicionamiento.
… Trate simplemente de darse cuenta de su
condicionamiento. Solo lo podrá conocer indirectamente, en relación con otra
cosa. No puede percibir su condicionamiento como una abstracción, porque
entonces será meramente verbal, sin mucho sentido. Solo percibimos el
conflicto. El conflicto existe cuando no hay integración entre el reto y la
respuesta. Este conflicto es el resultado de nuestro condicionamiento. El
condicionamiento es apego, apego al trabajo, a la tradición, a la propiedad, a
las personas, a las ideas y a todo lo demás. Si no hubiera apego, ¿habría
condicionamiento? Desde luego que no. Entonces, ¿por qué estamos apegados?
Estoy apegado a mi país porque, mediante la identificación con él, consigo ser
alguien. Me identifico con mi trabajo, y el trabajo se vuelve importante. Yo
soy mi familia, mi propiedad, estoy apegado a ellas. El objeto al que me apego
me proporciona el medio de evadirme de mi propia vacuidad. El apego es evasión
y es la evasión lo que fortalece el condicionamiento. Si estoy apegado a usted
es porque usted se ha convertido en el medio de escaparme de mí mismo, por eso
es usted muy importante para mí y yo tengo que poseerlo, aferrarme a usted.
Usted se convierte en el factor condicionante, y la evasión es el
condicionamiento. Si podemos darnos cuenta de nuestras evasiones, entonces
podremos percibir los factores, las influencias que contribuyen al
condicionamiento.
… El apego al trabajo es su forma de
evasión. Hay evasiones a todos los niveles de nuestro ser. Usted se evade por
medio del trabajo y otros lo hacen mediante la bebida, las ceremonias
religiosas, el conocimiento, Dios, y la adicción a las diversiones. Todas las
evasiones son iguales. No hay evasiones superiores o inferiores. Dios y la
bebida están al mismo nivel, mientras sean formas de evadirnos de lo que somos.
Cuando seamos conocedores de nuestras escapatorias, solo entonces podremos
conocer nuestro condicionamiento.
… Sin posesiones, el ‘yo’ no existe; el ‘yo’
es la posesión, los muebles, la virtud, el nombre. En su miedo a no ser, la
mente se apega al nombre, a los muebles, al mérito; y abandonará estas cosas
con el fin de alcanzar un nivel superior, siendo eso superior lo más
gratificante, lo más permanente. El miedo a la incertidumbre, a no ser,
contribuye al apego, a la posesión. Cuando la posesión es insatisfactoria o
penosa, renunciamos a ella por un apego más placentero. La máxima posesión
satisfactoria es la palabra Dios, o su sustituto, el Estado.
… Asumo que usted está interesado en los
apegos psicológicos internos. Mientras más apegado está uno, mayor es la
dependencia. El apego no es solo a personas, sino también a cosas y a ideas;
uno se apega a un ambiente en particular, a un país concreto, etc., y de ahí
surge la dependencia y, en consecuencia, la resistencia.
… Cualquier usurpación de mis posesiones
conduce a la violencia, sea de forma legal o psicológica, de manera que el
apego es violencia, resistencia, aislamiento, el aislamiento de uno mismo y del
objeto al que estamos apegados. El apego significa «esto es mío y no suyo, no
se acerque». Esa relación es resistencia contra otros. El mundo entero está
dividido entre lo mío y lo suyo, mi opinión, mi conclusión, mi consejo, mi
Dios, mi país y una infinidad de tonterías similares. Viendo cómo todo eso
sucede, no de forma abstracta, sino como un hecho en la vida diaria, nos
preguntamos por qué existe ese apego a personas, a cosas e ideas, por qué
dependemos. Toda persona está relacionada y toda relación se basa en esa
dependencia, con su violencia, resistencia y dominación. Hemos convertido el
mundo entero en eso, y donde hay posesión tiene que haber opresión. Aunque nos
encontremos con algo bello y surja el amor, de inmediato lo convertimos en
apego y comienza toda esa desdicha, mientras el amor se esfuma por la ventana;
entonces es cuando nos preguntamos: ¿qué ha sucedido con nuestro gran amor?
Esto es exactamente lo que ocurre en nuestra vida diaria, y al ver todo esto
preguntamos ahora: ¿por qué el hombre siempre se apega, no solo a lo que es
agradable, sino también a toda forma de ilusión y a tantas fantasías estúpidas?
La libertad no es un estado de no dependencia, es un estado positivo en el cual
no hay ninguna dependencia. La libertad no es un resultado, no tiene causa.
Debemos comprender esto de forma muy clara antes de que podamos investigar la
cuestión de por qué el hombre depende, o cae en la trampa del apego con todas
sus desdichas. Porque al estar apegados tratamos de cultivar un estado de no
dependencia, que es otra forma de resistencia.
… Uno vive lo que llamamos una vida
individual, preocupado por sí mismo y por sus problemas particulares. Esos
problemas nunca terminan, todo lo contrario, aumentan. Así es como uno vive. He
crecido, he sido educado y condicionado a esa clase de vida. Llega usted como
amigo, le agrado o siente afecto por mí, y me dice: «mire, su conciencia no es
suya, sufre como cualquier otra persona». Al escuchar eso, no rechazo lo que me
dice porque es sensato, cuerdo, y veo que eso que me dice, tal vez, puede
generar paz en el mundo. De modo que me pregunto: «ahora mismo, ¿puedo
liberarme del miedo?». Veo que soy completamente responsable de toda la
conciencia. Veo que, si investigo el miedo, estoy ayudando a la totalidad de la
conciencia a reducir el miedo. Entonces la muerte tiene un significado muy
diferente. He dejado de tener fantasías, de que voy a sentarme cerca de Dios, o
de que iré al cielo a través de alguna nebulosa peculiar. Vivo una vida que no
es mía particular. Vivo una vida que pertenece a toda la humanidad, y si
comprendo la muerte, si comprendo el dolor, estoy limpiando toda la conciencia
humana. Por eso es tan importante comprender el significado de la muerte, y
descubrir que la muerte tiene una enorme importancia, una gran relación con el
amor, porque donde usted pone fin a algo, ahí está el amor. Cuando pone un fin
definitivo al apego, entonces hay amor.”
J. Krishnamurti
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