traductor para el blog blogger web

DEBEMOS TENER UNA MENTE Y UN CEREBRO QUE ESTÉN LIBRES PARA EXAMINAR, LIBRES DE PREJUICIOS

 

    “… Tal vez esta mañana podamos inquirir juntos algo que el hombre ha estado buscando durante siglos y siglos, y que, al parecer, muy pocos han encontrado. A través de su inquietud y dolor, de su pasajera felicidad, de toda su confusión y desdicha, el hombre ha creado innumerables dogmas y creencias relativos a ese algo al que, en Occidente y en Oriente, ha dado diferentes nombres. Llámeselo Dios, realidad, o lo que queráis, cada uno de nosotros lo está buscando; y si hemos de explorar y descubrir por nosotros mismos si existe o no algo que está más allá de las cosas creadas por la mente, vamos a necesitar cierta destreza, la destreza que viene en el movimiento mismo de la exploración. No es que primero hayáis de tener la destreza y luego exploréis, sino que, en el proceso mismo de explorar, de descubrir, de profundizar, llega la destreza, la habilidad, la claridad con la cual mirar. Mas para eso debéis tener obviamente un profundo escepticismo, un cierto elemento de duda.

   Tiene que haber duda, no solo de las religiones organizadas, sino también de todas las cosas que descubrís dentro de vosotros mismos en el movimiento de exploración. No podéis aceptar cosa alguna. No podéis aceptar lo que la sociedad y las religiones organizadas han impuesto a la mente, ni podéis aceptar ninguna de las reacciones que se producen al explorar, las reacciones que tenéis porque queréis algo permanente, estable, seguro. Si por vuestro anhelo de seguridad, de permanencia, tenéis ciertas experiencias, y con esas experiencias estáis satisfechos, contentos, inevitablemente permaneceréis en un estado de estancamiento. Mas si desde el principio hay una actitud de interrogación, de duda, de escepticismo en todo lo que veis, en todo lo que sentís, entonces ese mismo escepticismo produce una destreza en la observación, que es absolutamente necesaria para una mente que quiera explorar o inquirir algo que no puede ser concebido ni formulado.

   … Así que debemos empezar muy cerca para ir muy lejos. Lo cercano es lo que somos. Por favor, si me permiten señalarlo, es su responsabilidad pensar juntos, no aceptar, porque uno debe tener mucho escepticismo, un escepticismo que no esté trabado por el temor; una duda, de manera que uno empieza a cuestionar no solo lo que dice el que habla, sino lo que él mismo piensa, lo que cree, su fe, sus conclusiones, su religión. Uno debe tener un tremendo cuestionamiento, duda e investigación, mediante la exploración profunda, sin aceptar, porque por todo el mundo la religión ha jugado un papel extraordinario en la cerrazón de la mente, en la reducción del campo de la investigación. Juntos vamos a examinar muchas cosas a las que nos enfrentamos en nuestra vida diaria. No vamos a hablar de ninguna filosofía, de ningún dogma, ni a promover ninguna fe, sino que con una mente que está cuestionando, dudando, exigiendo, vamos a descubrir por nosotros mismos lo que es verdad, lo que es ilusorio, lo que es fantástico y lo que es falso.

   Hay ciertas cosas que deben darse por sentadas. Primero debemos comprender lo que entendemos por comunicación, lo que la palabra significa para cada uno de nosotros, lo que implica, cuál es su estructura, su naturaleza. Si dos de nosotros, usted y yo, vamos a comunicarnos el uno con el otro, tiene que haber no solo comprensión verbal de lo que se dice en el nivel intelectual, sino también, en consecuencia, el acto de escuchar y de aprender. Estas dos cosas son esenciales para que podamos comunicarnos el uno con el otro: escuchar y aprender.

   … No sé si ustedes lo habrán intentado alguna vez; quiero decir, escuchar las palabras y ver si es verdad cualquier afirmación que haga este que les habla, no solo con el intelecto, no solo con considerable escepticismo, sino también sin ninguna resistencia..., lo cual no significa aceptar, sino escuchar con total seriedad, con gran atención, de manera que el mismo acto de escuchar produzca una completa desintegración de las pautas del cerebro.

   … Y durante todos estos milenios, nuestros cerebros han sido condicionados por el conocimiento. Por favor, no se limiten a aceptar o rechazar cualquier cosa que diga quien les habla. Cuestiónenlas, duden de ellas, sean escépticos. Sobre todo, no se dejen influir por él, porque nos dejamos influir muy fácilmente, somos muy crédulos. Y si vamos a hablar seriamente acerca de estas cuestiones, debemos tener una mente y un cerebro que estén libres para examinar, libres de prejuicios, de cualquier conclusión u obstinación, de todo tipo de opiniones. Debemos tener un cerebro que esté constantemente investigando, dudando. Solo entonces podremos relacionarnos unos con otros y, de este modo, podremos comunicarnos.

   … Cuando uno observa detenidamente todo lo que está sucediendo, no solo en el campo mecánico o técnico, sino también en nuestra relación con las demás personas; cuando uno observa que en todo el mundo el progreso niega la libertad, cuando observa la fuerza de la sociedad en la que el individuo ha quedado por completo relegado, y cuando observa cómo las nacionalidades dividen cada vez más, especialmente en este desafortunado país, queda patente que debe producirse una revolución profunda.

   … La mayoría de nosotros queremos cambiar, reformar la sociedad; pero cada reforma necesita una reforma posterior, y todo cambio engendra desintegración porque es la negación de la mutación completa. Yo hablo de la revolución psicológica, y cuando existe esa revolución hay también acción total, no la acción parcial que arranca de los diferentes niveles de nuestra conciencia. Es solo la acción total, que parte de la totalidad de nuestro ser, la que tiene un efecto inmenso sobre el mundo. Así pues, una mente que busca la realidad ha de hallarse en un estado de constante observación, lo que significa que no hay acumulación ni autoridad. Ha de estar también en un estado de interrogación, de duda. Tiene que haber un sano escepticismo con respecto a todo lo que piensa o siente, a todo lo que considera importante o sin importancia, de modo que se despoje de todos sus consoladores apoyos y se mantenga solo por completo. Tan solo una mente así es inocente, y solo ella puede descubrir si hay o no hay realidad.”

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto: