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SÓLO CUANDO NOS LIBERAMOS DEL MIEDO EXISTE ESA CUALIDAD INTERNA DE LA COMPRENSIÓN

   “… Estamos apegados a tantas cosas, a nuestro gurú, al conocimiento acumulado, al dinero, a las creencias con que hemos vivido, a los ideales, al recuerdo de nuestro hijo o hija, etc. Ese recuerdo es uno mismo; todo nuestro cerebro está lleno con la memoria y uno está atado a toda esta conciencia. Eso es un hecho. Viene la muerte y dice: “este es el fin de tu apego”. Y tenemos miedo, miedo de librarnos completamente de todo eso, miedo de la muerte, de separarnos de todo lo que tenemos. Uno puede inventar y decir: “continuaré en la próxima vida”, pero, ¿qué es lo que continúa? ¿Comprenden mi pregunta? ¿Qué significa ese deseo de continuar? ¿Existe en absoluto una continuidad, excepto la de todas las cosas acumuladas por el pensamiento?

   … ¿Por qué existe el miedo a la muerte? El miedo existe cuando nos aferramos a la continuidad. La acción incompleta engendra el miedo a la muerte. Este existirá mientras exista el deseo de continuidad en el carácter, en la acción, en la capacidad, en el nombre y demás. En tanto haya acción en busca de un resultado, tiene que existir el pensador que busca la continuidad. El miedo surge cuando esta continuidad se ve amenazada por la muerte. Hay pues, miedo a la muerte mientras existe el deseo de continuidad. Lo que continúa se desintegra. Cualquier forma de continuidad, por noble que sea, es un proceso de desintegración. En la continuidad jamás hay renovación, y solo en la renovación hay libertad respecto del miedo a la muerte. Si viéramos la verdad de esto, veríamos la verdad en lo falso. Entonces habría liberación respecto de lo falso. Entonces no habría miedo a la muerte. De este modo, el vivir, el experimentar, está en el presente y no es un medio de continuidad.

   … La mayor parte de los hombres viven dominados por el miedo a lo desconocido, a la superstición, al prejuicio, a los deseos, por el temor a los dioses, creencias, sistemas y filosofías. Un hombre civilizado o culto no debe temer nada, pues mantengo que el ser verdaderamente culto, en el estricto sentido de la palabra, en el que la estoy empleando, es la más alta forma de la conquista espiritual. Ese hombre, en verdad, se ha libertado y ha dejado penetrar en su corazón las aguas de vida; y de la misma manera que las aguas vagan, así vaga por el mundo sin desear nada, sin temer nada, sin querer cosa alguna para sí; y a eso se puede llegar solamente si la meta es el árbitro definitivo, la autoridad absoluta; tal hombre es sencillo, puro, es diáfano y sereno cual la montaña al despuntar el día, porque ha llegado a librarse de toda experiencia, y ha pasado a través de todas ellas. Ese hombre ha completado su vida, porque ha dejado que esta pinte el cuadro que ella quiere, y no lo ha hecho él con sus estrecheces y sus limitaciones, desfigurándola y corrompiéndola.

   … Ser rico interiormente es mucho más difícil que ser rico y famoso en el mundo externo; se necesita mucho más cuidado, mucha más atención. Si tiene un poco de talento y sabe cómo explotarlo, se hará famoso; pero la riqueza interna no se consigue de esa manera. Para ser internamente rico, la mente debe comprender y descartar todas las cosas que no son importantes, como el deseo de ser famoso. La riqueza interna implica permanecer solo, y quien quiere ser famoso tiene miedo a estar solo, porque depende del halago y de la buena opinión de la gente.

   … Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría, alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo, le volvemos la espalda. Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias, la cristiana, la hindú, la budista, etc., encontramos que dividen a la gente.

   … ¿Por qué hacemos todo esto, obedecer, seguir, copiar? ¿Por qué? Porque le tenemos miedo a la incertidumbre interna. Deseamos estar seguros, seguros financieramente, seguros moralmente; deseamos que nos aprueben, poder gozar de una posición segura, no tener que enfrentarnos jamás con la dificultad, con la pena, con el sufrimiento; queremos estar cercados por una valla de seguridad.

   Así, el miedo nos hace obedecer, consciente o inconscientemente, al Maestro, al líder, al sacerdote, al gobierno. El miedo también ejerce control sobre nosotros para que no hagamos algo que podría perjudicar a otros, puesto que seríamos castigados. Así que detrás de todas estas acciones, de estas búsquedas, de esta codicia, se esconde el deseo de certidumbre, de sentirnos a salvo. Por lo tanto, sin resolver el miedo, sin liberarnos de él, el mero obedecer o ser obedecido significa muy poco; lo que tiene sentido es comprender este miedo de día en día y ver cómo se revela en sus diferentes formas. Sólo cuando nos liberamos del miedo existe esa cualidad interna de la comprensión, esa soledad creativa en la que no hay acumulación de conocimientos o de experiencias; únicamente eso nos da una claridad extraordinaria en la búsqueda de lo real.

   … Así pues, una de las dificultades para producir una revolución en uno mismo es la tremenda energía que se requiere, y que muy pocos de nosotros tienen, porque la energía, en este sentido, significa percibir. Para ver cualquier cosa con mucha claridad uno debe prestar toda su atención, y no es posible prestar toda la atención si surge la menor sombra de miedo; miedo económico, o miedo social, que es miedo de la opinión pública. Debido a que tenemos miedo, pensamos que la realidad o Dios es algo lejano, es algo celestial, algo por lo cual debemos esforzarnos y buscar a ciegas; ya saben todos esos trucos que empleamos para evadirnos del conflicto de nuestra vida diaria hacia algo que llamamos paz, bondad o Dios. Esa es nuestra situación actual, ¿verdad?

     … Permanecer, estar con el miedo significa no evadirse, no buscar su causa, no racionalizarlo o trascenderlo. Permanecer con algo significa eso. Como estar contemplando la luna, mirándola simplemente.”

     J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           


¿EXISTE UNA ENERGÍA QUE PUEDA PASAR POR EL CAMPO DEL TIEMPO SIN QUE EL TIEMPO LA AFECTE?

   “… Descubran. Trabajen. Pongan en ello su enorme energía; ustedes tienen una energía tremenda, no necesitan más. Les tomó muchísima energía llegar aquí. Si uno puede señalarlo respetuosamente, empleen un poco de esa energía para investigar esto. Cuando ustedes desean algo van tras ello. Eso significa que uno no debe ser indolente, tiene que ser activo, un poco al menos. Y no hay nadie para ayudarlos, ni herramienta ni instrumento ni líder, nadie que los ayude. Deben quedarse realmente sin ayuda alguna, indefensos, para encontrar lo verdadero. No sé si comprenden eso. Si están indefensos, en verdad indefensos, eso significa que no hay ayuda posible de nadie, ningún libro, ninguna persona, ningún entorno. Cuando se encuentran en ese estado de verdadera indefensión, entonces tiene lugar algo diferente. Entonces comienzan a ver las cosas.

   El interlocutor pregunta qué le dará la urgencia, la energía para moverse en dirección a la verdad. ‘En dirección a la verdad’ implica que la verdad ya está allá. (Risas). Yo no me estoy riendo, no soy irrespetuoso ni cínico, pero es así; cuando usamos palabras como dirección, eso ya está allá, ya es algo preconcebido, ya existe allá a causa de nuestro propio convencimiento o porque alguien nos lo ha dicho, etc. La verdad es realmente una tierra sin senderos. Y puede existir sólo cuando el miedo y todas esas cosas no existen. 

   … Gracias a la percepción alerta de nosotros mismos, comenzamos a descubrir y, por lo tanto, a comprender la causa del miedo, no solo del miedo superficial, sino de los miedos causales profundos y acumulativos.

   … Vean lo que la mente ha hecho. Ella no ha sido capaz de resolver ‘lo que es’, de modo que ha malgastado su energía tratando de escapar de ello, lo ha reprimido, lo ha analizado, explicado, etc. Cuando no ha gastado su energía, cuando ha permanecido completamente con ‘lo que es’, la mente dispone de toda esa energía. ¿Comprenden? Ni una pizca de energía se ha desperdiciado. No hay un escapar, un nombrar, no hay intento alguno de superar lo que es, de reprimirlo, de hacer que se amolde a un patrón, etc. Todas esas cosas son una disipación de energía.

   Ahora bien, cuando no hay tal disipación, la mente está llena de esta energía y observa realmente lo que es. ¿Existe entonces ‘lo que es’? ¿Hay confusión entonces? Ver todo eso no es solo la verdad, sino la sabiduría de ello. Y gracias a esa sabiduría adviene la inteligencia que operará en la vida cotidiana, que no creará confusión, ¿comprenden? Puede que haga algo en momentos de negligencia, pero lo corregirá de inmediato. Por lo tanto, esa inteligencia opera todo el tiempo. No es mi inteligencia ni la inteligencia de ustedes. Puede haber una forma por completo diferente de abordar este problema. La tradición comienza por lo psicosomático, la postura, el control respiratorio, y gradualmente pasa por diversas formas de concentración hasta el pleno despertar de la energía. Este es el método aceptado. ¿No existe un modo de despertar esta energía sin pasar por todas estas prácticas?

    … Usted comienza por este extremo antes que por el otro, siendo este extremo tiempo, control, energía, perfección, balance perfecto. Todo esto me parece como tratar con una parte muy pequeña de un campo muy vasto. La tradición concede gran importancia al pasado, a la respiración, a la postura correcta. Todas estas cosas están limitadas a un rincón del campo, y a través de ese rincón usted espera obtener la iluminación. El rincón se vuelve entonces una treta. Por medio de alguna clase de acrobacias psicosomáticas se espera que uno atrape la luz, la totalidad del universo. Yo no creo que ahí esté la iluminación, no a través de un rincón. Eso es como ver el cielo por una pequeña ventana y no salir jamás para mirarlo directamente. Siento que ese modo es un modo absurdo de abordar algo que es absolutamente inmenso, intemporal.

   … Yo quiero abordar todo esto de una manera por completo diferente. Para hacerlo es necesario descartar todo cuanto se ha dicho al respecto. Veo que el rincón es como una vela a la luz solar. La luz de la vela se mantiene muy cuidadosamente encendida mientras brilla el sol. Usted no se interesa en la luz del sol, sino que se ocupa en encender la vela.

   Hay otras cosas envueltas en esto; está el despertar de la energía que hasta ahora ha sido desperdiciada. En la acción de centralizar la energía, de acumularla en su totalidad, están involucradas la atención y la completa eliminación del tiempo. Pienso que estos son los factores principales; el tiempo, una atención no forzada que no es concentración, que no está centrada en torno a una parte, y la acumulación de energía. Pienso que estas son las cosas fundamentales que uno ha de comprender, porque la iluminación debe consistir y consiste en abarcar y comprender esta vida inmensa, siendo la vida, el vivir, el morir, el amar; es todo este afán, y el ir más allá de él. Los maestros tradicionales también están de acuerdo en que uno debe tener la atención para ir más allá del tiempo. Pero ellos son los adoradores del rincón. Ellos utilizan el tiempo para ir más allá del tiempo.

   … Mire, yo conozco la energía, la causa de la energía, el cese de la energía. Conozco la energía como el resultado de vencer la resistencia, conozco la energía del dolor, la energía del conflicto, de la esperanza, de la desesperación; están todas en el campo del tiempo. Y esa es la totalidad de mi conciencia. Entonces pregunto, ¿existe una energía no sujeta al tiempo, una energía que no se encuentre en absoluto dentro del campo del tiempo? ¿Existe una energía que pueda pasar por el campo del tiempo sin que el tiempo la afecte? Eso es muy interesante; el hombre debe haberse formulado esta pregunta por siglos, y al no poder hallar una respuesta, postuló a Dios y lo situó fuera del campo del tiempo.

   … Pero colocar a Dios fuera del campo del tiempo es invitar a Dios dentro del campo del tiempo. Y, por tanto, todo eso es parte de la conciencia. Y eso se deteriora. Se deteriora, si es que puedo utilizar esa palabra, porque pertenece al tiempo, porque es divisible. Y mi mente, que es divisible, deseando hallar una energía intemporal, procede a formular una energía a la que llama Dios y adora eso. Todo ello está en el campo del tiempo. Pregunto pues, ¿existe alguna otra energía que no sea del tiempo? ¿Comprende?”

    J. Krishnamurti

                
            Audiotexto:

           


VER LAS COSAS COMO SON LIBERA LA MENTE

   “… Me pregunto si habéis pensado alguna vez sobre la cuestión de lo que significa mirar, ver. ¿Es meramente cuestión de percepción visual, o es que el ver, el mirar, es algo mucho más profundo que la mera acción de ver? Para la mayoría de nosotros, el ver implica lo inmediato, lo que pasa hoy y lo que va a pasar mañana; y lo que va a pasar mañana está coloreado por el ayer. Nuestro mirar es pues, muy estrecho, muy miope, confinado, y nuestra capacidad de mirar es muy limitada. Creo que, si quiere uno mirar, ver más allá de las colinas, de las montañas, de los ríos y de los verdes campos, más allá del horizonte, debe haber cierta clase de libertad. Requiere una mente muy firme, y una mente no es firme cuando no es libre. Y me parece muy importante que tengamos esta capacidad de ver, no meramente lo que queremos ver, no lo que es agradable según nuestras estrechas y limitadas experiencias, sino el ver las cosas como son; ver las cosas como son libera la mente. Es por cierto una cosa extraordinaria el percibir de manera directa, sencilla, total.… 

   ... Como somos seres sociales, tenemos que mirar primero la sociedad, ver cuál es su estructura y su naturaleza. No es posible vivir solo; incluso si uno se retira al Himalaya, se vuelve ermitaño o sannyasi no puede vivir solo. Estamos relacionados unos con otros y esa relación crea esa estructura que llamamos sociedad, y esa estructura es la que controla la relación. Es decir, usted y yo estamos relacionados, estamos en comunión el uno con el otro, y desde esa comunión, esa relación, creamos y edificamos esa estructura llamada «sociedad».

   Esa sociedad controla nuestras mentes, moldea nuestros corazones y nuestras acciones; no importa si vive en una sociedad comunista, en una sociedad hindú o cristiana. La sociedad, con su estructura, moldea la mente de todos los seres humanos, ya sea de forma consciente o inconsciente; la cultura en la cual vivimos, con sus tradiciones, religiones, su política, su educación, etc., tanto en el pasado como en el presente, modela nuestro pensamiento. Así pues, para producir una verdadera revolución debe haber una revolución y una crisis en la conciencia, y es necesario cuestionar la estructura de la sociedad.

   … La revolución religiosa no tiene nada que ver con una reacción; su único propósito es afrontar un hecho y terminar con él. Se trata de darse cuenta de que nuestras relaciones y nuestra estructura social están basadas en una insólita apreciación de valores como la ambición, la codicia, la envidia, y erradicarlo en nosotros completamente, terminar con ello total y absolutamente. Ese es el principio de la revolución religiosa, y no la persecución de esa idea que uno llama «Dios». Sin estos cimientos, ¿cómo puede uno llegar lejos?, ¿cómo puede descubrir si existe algo más allá de las palabras y de las divisiones, más allá del condicionamiento del hombre? Sin duda, señores, están alimentando eso que llamamos «la moralidad social», la cual permite que uno sea ambicioso, envidioso, codicioso, prepotente, etc. Pero desde esa moralidad, esa virtud, ¿cómo puede encontrar algo más allá de toda virtud, más allá del tiempo?

… En todo el mundo hay una inmensa pobreza. Tomemos el ejemplo de Asia, donde también hay una tremenda riqueza; al igual que en este país, hay crueldad, sufrimiento, injusticia, una forma de vida carente de amor. Al ver todo esto, ¿qué puede hacer uno? ¿Cuál es la forma correcta de afrontar estos innumerables problemas? En todo el mundo las religiones han puesto énfasis en el crecimiento personal, la práctica de la virtud, la aceptación de la autoridad, la necesidad de seguir determinados dogmas y creencias, y de hacer grandes esfuerzos para adaptarse. No solo en el ámbito religioso, sino también en el ámbito social y político, siempre está esa constante necesidad de mejorar en lo personal: «Debo ser más noble, más amable, más considerado, menos violento».

   La sociedad, con la ayuda de la religión, ha desarrollado una cultura de crecimiento personal en el sentido más amplio de la palabra. Eso es lo que cada uno de nosotros trata de hacer todo el tiempo, intentamos mejorar personalmente, lo cual implica esfuerzo, disciplina, conformidad, aceptación de la autoridad, afán competitivo, búsqueda de sensación de seguridad, intentos por justificar la ambición. Es evidente que mejorar personalmente produce algunos resultados visibles, hace que uno esté más predispuesto socialmente, que sea importante en la sociedad; pero eso es todo. El crecimiento personal no revela la verdad suprema. Creo que es muy importante comprender esto.

  … La inteligencia no es discernimiento, ni juicio o evaluación crítica. La inteligencia es el ver `lo que es´. Lo que es cambia constantemente, y cuando el acto de ver está anclado en el pasado, cesa la inteligencia del ver. Entonces el peso muerto de la memoria, y no la inteligencia de la percepción, es lo que dicta la acción. El acto de ver todo esto de una ojeada es meditación. Y para ver tiene que haber silencio, y de este silencio emana la acción que es enteramente distinta de las actividades del pensamiento.

   … Uno puede ver cómo las creencias religiosas, políticas, nacionales y de diversos otros tipos, separan a los hombres, cómo crean conflicto, confusión y antagonismo, lo cual es un hecho evidente; y sin embargo, no estamos dispuestos a renunciar a ellas. Os gusta creer que hay un Dios que atiende con solicitud a vuestras pequeñeces. Es obvio que este pensamiento es infantil y sin madurez. Creéis que el Gran Padre está observando a cada uno de nosotros. Eso es simple proyección de vuestro gusto personal. La verdad debe ser algo enteramente diferente.

   … La educación no es la simple adquisición de conocimientos, ni coleccionar y correlacionar datos, sino ver la significación de la vida como un todo. Pero el todo no se puede entender desde un solo punto de vista, que es lo que intentan hacer los gobiernos, las religiones organizadas y los partidos autoritarios.

   … Existe un solo problema político, y este consiste en llevar a cabo la unión entre los seres humanos.  

    J. Krishnamurti

            Audiotexto:

           


PARA COMPRENDER UN PROBLEMA DEBÉIS COMPRENDER AL CREADOR DEL PROBLEMA, QUE SOIS VOSOTROS MISMOS

   “… El contenido de la oración es generalmente el mismo, aunque la intención que la anima varíe. Para la mayoría de la gente, la oración es una súplica, un ruego, un pedido. ¿Tú haces eso? ¿Por qué rezas? Yo no digo que debas o no debas rezar, ¿pero por qué rezas? ¿Es para lograr más conocimientos, más paz, para que el mundo esté libre del dolor? ¿Existe alguna otra forma de oración? Está la oración que en realidad no es plegaria, sino irradiación de buena voluntad, de amor, de ideas. ¿Cuál de las dos practicas tú?

   Si tu oración es una súplica, una petición, ¿qué sucede entonces? Pides a Dios o a alguien que te llene la escudilla vacía, ¿no es cierto? Quieres que esa escudilla se llene según tus deseos. Quieres que Dios la llene de acuerdo a tus deseos, de suerte que pides a Dios aquello que tú quieres. No estás satisfecho con lo que ocurre, con lo que se te da. Tu oración pues, es un simple pedido. Es un reclamo de que se te satisfaga. Lo que quieres es estar satisfecho; por lo tanto, tu oración no es tal en absoluto. Deseas simplemente recibir satisfacción. Por eso dices a Dios: “yo sufro; complacedme, por favor; dadme mi hermano, mi hijo; hacedme rico, por favor”. Perpetúas pues, tus propios reclamos. Eso no es oración.

   Lo verdadero es que te comprendas a ti mismo, que veas por qué pides y no qué es lo que pides, que veas por qué existe en ti esa exigencia, ese instinto de implorar. Descubrirás entonces que, cuanto más conozcas acerca de ti mismo en lo físico y en lo psicológico, cuanto más sepas qué es lo que piensas, qué es lo que sientes, tanto más descubrirás la verdad de “lo que es”. Es esa verdad la que te ayudará a ser libre.

   … Ahora bien, si persistís en la repetición de ciertas palabras o frases, hallaréis que la mente se aquieta mucho. Es un evidente hecho psicológico que la quietud de la mente superficial es inducida por la repetición. ¿Y qué ocurre entonces? El subconsciente puede tener una respuesta para el problema que agita la mente superficial. Cuando esta se aquieta, el inconsciente puede insinuar su solución y entonces decimos: ‘Dios me ha respondido’. Es realmente fantástico, cuando llegáis a pensar en ello, el que la insignificante y pequeña mente, presa en el dolor que ella misma se ha acarreado, espere una respuesta de ‘aquello otro’, lo inmensurable, lo desconocido. Pero nuestra petición es respondida, hemos encontrado una solución y quedamos satisfechos. Esa es una de las formas de orar, ¿no es así? Pero, ¿oráis jamás cuando sois felices?

   Cuando percibís las sonrisas y las lágrimas de los que os rodean; cuando veis la belleza de los cielos, las montañas, los ricos campos y el veloz movimiento de las aves; cuando hay gozo y deleite en vuestro corazón, ¿os entregáis a lo que llamáis oración? Es claro que no. Y sin embargo, ver la belleza de la tierra, notar el hambre y la miseria, darse cuenta de todo lo que ocurre en torno nuestro, es también por cierto una forma de oración. Tal vez tenga esto mucha más importancia, mucho más valor, porque puede barrer las telarañas de la memoria, de la venganza, todas las acumuladas estupideces del ‘yo’.

   Mas una mente preocupada de sí misma y sus designios, presa de sus creencias, sus dogmas, temores y celos, su ambición, codicia, envidia, una mente semejante no es posible que se dé cuenta de esta cosa extraordinaria llamada vida. Está atada por su propia actividad egocéntrica; y cuando una mente así ora, tanto si es para tener una refrigeradora como si es para que se resuelvan sus problemas, sigue siendo pobre aun cuando pueda recibir una respuesta.

   Para comprender un problema debéis comprender al creador del problema, que sois vosotros mismos. El problema no está separado de vosotros. De suerte que el comprenderos a vosotros mismos es de suprema importancia; y para comprenderos a vosotros mismos no podéis retiraros de la vida de relación, pues la convivencia es un espejo en el que os veis a vosotros mismos. La convivencia es acción, no acción abstracta, sino diaria acción; vuestras reyertas, vuestra ira, vuestra pena y, a medida que comprendéis todo eso con relación a vosotros mismos, adviene la quietud de la mente, la tranquilidad. En esa calma hay libertad. Y sólo con esa libertad percíbese la verdad.

   … La mayoría de la gente reza, todos vosotros lo hacéis, sea en un templo, en vuestra habitación privada, o sosegadamente en vuestro propio corazón. ¿Cuándo rezáis? Rezáis, por cierto, cuando estáis en dificultades, ¿no es así? Cuando se os plantea un problema serio, cuando estáis sumidos en el dolor, cuando no hay nadie que os ayude en vuestra dificultad, cuando os sentís desdichados, cuando estáis confusos, perturbados y deseáis que alguien os ayude a salir del paso, entonces rezáis. Esto es, la oración es el clamor de todo ser humano que busca alguien que le ayude a salir de su desdicha; de suerte que la oración es por lo general un ruego, ¿verdad? Es una súplica a alguien que está fuera de vosotros mismos, a un ente separado, para que ayude, y con ese ente deseáis estar unidos.

   …La meditación no llega a través de la repetición de alguna palabra, ni a través de lo que los hindús llaman "mantras", o usted llama "oración"; las oraciones y los mantras solo hacen que la mente se duerma. Cuando repite una y otra vez una serie de palabras, uno mismo puede dormirse plácidamente, cosa que muchos hacemos; y en esa condición soporífera creemos que hemos alcanzado el estado más extraordinario. Pero eso no es meditación, eso solo es drogarse a sí mismo con palabras. Uno también puede drogarse tomando ciertas sustancias químicas, bebiendo alcohol o de otras maneras, pero como es evidente, eso tampoco es meditación.

    … La meditación es el vaciado de la mente de lo conocido. No puede ser realizado por el pensamiento ni a instancias del mismo, ni por el deseo en forma de oración, ni por el hipnotismo abnegado de las palabras, las imágenes, las esperanzas y las vanidades. Todas estas cosas tienen que terminar fácilmente, sin esfuerzo ni elección, en la llama del darse cuenta.”

     J. Krishnamurti 

            Audiotexto: