“… Estamos apegados a
tantas cosas, a nuestro gurú, al conocimiento acumulado, al dinero, a las
creencias con que hemos vivido, a los ideales, al recuerdo de nuestro hijo o hija,
etc. Ese recuerdo es uno mismo; todo nuestro cerebro está lleno con la memoria
y uno está atado a toda esta conciencia. Eso es un hecho. Viene la muerte y
dice: “este es el fin de tu apego”. Y tenemos miedo, miedo de librarnos
completamente de todo eso, miedo de la muerte, de separarnos de todo lo que
tenemos. Uno puede inventar y decir: “continuaré en la próxima vida”, pero,
¿qué es lo que continúa? ¿Comprenden mi pregunta? ¿Qué significa ese deseo de
continuar? ¿Existe en absoluto una continuidad, excepto la de todas las cosas
acumuladas por el pensamiento?
… ¿Por qué existe el
miedo a la muerte? El miedo existe cuando nos aferramos a la continuidad. La
acción incompleta engendra el miedo a la muerte. Este existirá mientras exista
el deseo de continuidad en el carácter, en la acción, en la capacidad, en el
nombre y demás. En tanto haya acción en busca de un resultado, tiene que
existir el pensador que busca la continuidad. El miedo surge cuando esta
continuidad se ve amenazada por la muerte. Hay pues, miedo a la muerte mientras
existe el deseo de continuidad. Lo que continúa se desintegra. Cualquier forma
de continuidad, por noble que sea, es un proceso de desintegración. En la
continuidad jamás hay renovación, y solo en la renovación hay libertad respecto
del miedo a la muerte. Si viéramos la verdad de esto, veríamos la verdad en lo
falso. Entonces habría liberación respecto de lo falso. Entonces no habría
miedo a la muerte. De este modo, el vivir, el experimentar, está en el presente
y no es un medio de continuidad.
… La mayor parte de los hombres viven
dominados por el miedo a lo desconocido, a la superstición, al prejuicio, a los
deseos, por el temor a los dioses, creencias, sistemas y filosofías. Un hombre
civilizado o culto no debe temer nada, pues mantengo que el ser verdaderamente
culto, en el estricto sentido de la palabra, en el que la estoy empleando, es
la más alta forma de la conquista espiritual. Ese hombre, en verdad, se ha
libertado y ha dejado penetrar en su corazón las aguas de vida; y de la misma
manera que las aguas vagan, así vaga por el mundo sin desear nada, sin temer
nada, sin querer cosa alguna para sí; y a eso se puede llegar solamente si la
meta es el árbitro definitivo, la autoridad absoluta; tal hombre es sencillo,
puro, es diáfano y sereno cual la montaña al despuntar el día, porque ha
llegado a librarse de toda experiencia, y ha pasado a través de todas ellas.
Ese hombre ha completado su vida, porque ha dejado que esta pinte el cuadro que
ella quiere, y no lo ha hecho él con sus estrecheces y sus limitaciones,
desfigurándola y corrompiéndola.
… Ser rico interiormente es mucho más
difícil que ser rico y famoso en el mundo externo; se necesita mucho más cuidado,
mucha más atención. Si tiene un poco de talento y sabe cómo explotarlo, se hará
famoso; pero la riqueza interna no se consigue de esa manera. Para ser
internamente rico, la mente debe comprender y descartar todas las cosas que no
son importantes, como el deseo de ser famoso. La riqueza interna implica
permanecer solo, y quien quiere ser famoso tiene miedo a estar solo, porque
depende del halago y de la buena opinión de la gente.
… Nos damos cuenta de
que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría,
alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que
explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras,
teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven
inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo
constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo, le volvemos la
espalda. Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando
examinamos estas creencias, la cristiana, la hindú, la budista, etc.,
encontramos que dividen a la gente.
… ¿Por qué hacemos todo
esto, obedecer, seguir, copiar? ¿Por qué? Porque le tenemos miedo a la
incertidumbre interna. Deseamos estar seguros, seguros financieramente, seguros
moralmente; deseamos que nos aprueben, poder gozar de una posición segura, no
tener que enfrentarnos jamás con la dificultad, con la pena, con el
sufrimiento; queremos estar cercados por una valla de seguridad.
Así, el miedo nos hace
obedecer, consciente o inconscientemente, al Maestro, al líder, al sacerdote,
al gobierno. El miedo también ejerce control sobre nosotros para que no hagamos
algo que podría perjudicar a otros, puesto que seríamos castigados. Así que
detrás de todas estas acciones, de estas búsquedas, de esta codicia, se esconde
el deseo de certidumbre, de sentirnos a salvo. Por lo tanto, sin resolver el
miedo, sin liberarnos de él, el mero obedecer o ser obedecido significa muy
poco; lo que tiene sentido es comprender este miedo de día en día y ver cómo se
revela en sus diferentes formas. Sólo cuando nos liberamos del miedo existe esa
cualidad interna de la comprensión, esa soledad creativa en la que no hay
acumulación de conocimientos o de experiencias; únicamente eso nos da una
claridad extraordinaria en la búsqueda de lo real.
… Así pues, una de las dificultades para
producir una revolución en uno mismo es la tremenda energía que se requiere, y
que muy pocos de nosotros tienen, porque la energía, en este sentido, significa
percibir. Para ver cualquier cosa con mucha claridad uno debe prestar toda su
atención, y no es posible prestar toda la atención si surge la menor sombra de
miedo; miedo económico, o miedo social, que es miedo de la opinión pública.
Debido a que tenemos miedo, pensamos que la realidad o Dios es algo lejano, es
algo celestial, algo por lo cual debemos esforzarnos y buscar a ciegas; ya
saben todos esos trucos que empleamos para evadirnos del conflicto de nuestra
vida diaria hacia algo que llamamos paz, bondad o Dios. Esa es nuestra
situación actual, ¿verdad?
… Permanecer, estar con el miedo significa no evadirse, no buscar su causa, no racionalizarlo o trascenderlo. Permanecer con algo significa eso. Como estar contemplando la luna, mirándola simplemente.”
J. Krishnamurti