“… La mayor parte de nosotros estamos
inclinados a pensar que por medio de la legislación, por la simple
organización, por el liderazgo, pueden ser resueltos los problemas de la guerra
y de la paz y otros problemas humanos. Como no queremos ser responsables
individualmente de este torbellino interno y externo de nuestras vidas,
acudimos a grupos, autoridades y acción de masa. Por medio de estos métodos
externos se puede tener paz temporal, pero solamente cuando el individuo se
entiende a sí mismo y entiende sus relaciones con otro, lo cual constituye la
sociedad, puede existir la paz permanente, duradera. La paz es interna y no
externa; sólo puede haber paz y felicidad en el mundo cuando el individuo, que
es el mundo, se consagra definitivamente a alterar las causas que dentro de él
mismo producen confusión, sufrimiento, odio, etc. Quiero ocuparme con estas
causas y cómo cambiarlas profundamente y en forma duradera.
… Es obvio y verdadero que la religión es la
búsqueda de la realidad, y tales organizaciones son innecesarias porque la
búsqueda de la realidad no se efectúa mediante un grupo organizado de personas.
Antes bien, un grupo organizado de personas llega a ser un impedimento para la
realidad; por consiguiente, el hinduismo, el cristianismo o cualquiera otra
creencia organizada, es un obstáculo para la verdad. ¿Para qué necesitamos
tales organizaciones? No son eficaces, porque la búsqueda de la verdad está en vuestras
propias manos y no puede realizarse por intermedio de una organización, ni de
un "gurú", ni de sus discípulos cuando están organizados para el
poder. Es obvio que necesitamos organizaciones técnicas, tales como el correo,
el tranvía, etc. Pero lo cierto es que toda otra organización es innecesaria
cuando el hombre es inteligente. Es porque nosotros no somos inteligentes, que
transferimos a esas personas que a sí mismas se llaman "inteligentes"
el poder de gobernarnos. Un hombre inteligente no desea ser gobernado, no
quiere ninguna otra organización que la que sea necesaria para hacer eficiente
la existencia.
… Las cosas necesarias para la vida no
pueden ser verdaderamente organizadas cuando están en manos de unos pocos, de
una clase o de un grupo; y cuando los pocos actúan en representación de los
muchos, no hay duda de que existe el mismo problema del poder. La explotación
se origina cuando las organizaciones son utilizadas como instrumento de poder,
ya sea por el individuo, por el grupo, por el partido o por el Estado. Es esta
autoexpansión mediante la organización lo pernicioso, tal como un Estado que se
identifica a sí mismo como gobierno soberano, a lo cual acompaña el
nacionalismo y en el que el individuo también se halla enredado. Este poder
expansivo, agresivo, autodefensivo, es lo censurable.
Es claro que, para que yo pueda venir aquí,
es preciso que haya una organización, tengo que escribir una carta, y esa carta
solo puede llegar a vosotros si hay un sistema de distribución postal
debidamente organizado. Todo esto es organización legítima. Pero cuando las
organizaciones son utilizadas por los ladinos, por los astutos, como medio de
explotar a los hombres, tales organizaciones tienen que ser extirpadas; y solo
pueden serlo cuando vosotros mismos, en vuestro pequeño círculo, no busquéis
poder, dominación. Mientras exista la búsqueda del poder, tendrá que haber un
proceso jerárquico que va del ministro de un gobierno al empleado subalterno,
del obispo al cura, del general al soldado raso. Lo cierto es que sólo podremos
tener una sociedad decente cuando los individuos, vosotros y yo, no busquemos
poder en ningún sentido, ya sea por medio de la riqueza, por medio de las relaciones
o por medio de una idea. Es el afán de poder la causa de este desastre, de esta
desintegración de la sociedad.
… Todos nosotros hemos sido adiestrados por
la educación y el ambiente para buscar el medro personal y la seguridad, y para
luchar en beneficio propio. Aunque lo disimulemos con eufemismos, hemos sido
educados para las varias profesiones dentro de un sistema basado en la
explotación y el miedo adquisitivo. Tal adiestramiento tiene inevitablemente
que traer confusión y miseria para nosotros y para el mundo, porque crea en
cada individuo barreras psicológicas que lo separan y lo mantiene aislado de
los demás.
… Pero sostengo que, mientras las
organizaciones para el bienestar social del hombre son necesarias, las
sociedades basadas en esperanzas y creencias religiosas, son nocivas. Por lo
tanto, aunque pueda parecer que hablo con dureza, por favor, tengan presente
que no ataco a ninguna sociedad en particular, sino que estoy contra todas
estas falsas organizaciones que, aun cuando manifiesten ayudar al hombre, son
en realidad un gran obstáculo y constituyen medios de constante explotación.
… Y si habéis de descubrir por vosotros
mismos qué es lo nuevo, lo creador, de nada sirve que carguéis con el peso de
lo viejo, sobre todo del saber, el saber de otra persona, por grande que ella
sea. Vosotros hacéis uso del saber como medio de autoprotección, de seguridad,
y queréis estar enteramente seguros de que tendréis las mismas experiencias de
Buda, de Cristo o de X. Pero es obvio que el hombre que constantemente se
protege a sí mismo por medio del saber, no es un buscador de la verdad.
No hay camino que conduzca al descubrimiento
de la verdad. Debéis lanzaros al mar inexplorado, lo cual no es para deprimiros
ni implica intrepidez. Cuando queréis descubrir algo nuevo, por cierto, cuando
experimentáis con alguna cosa, vuestra mente tiene que estar muy serena, ¿no es
así? Pero si vuestra mente está abarrotada, llena de hechos y conocimientos,
estos actúan como un estorbo para lo nuevo; y la dificultad para la mayoría de
nosotros, estriba en que la mente ha llegado a ser tan importante, de tan
predominante significación, que ella obstaculiza de continuo a todo lo que
pueda ser nuevo, a todo lo que pueda existir simultáneamente con lo conocido.
Así pues, el saber y la erudición son obstáculos para los que quisieran buscar,
para los que quisieran tratar de comprender lo atemporal.”
J. Jrishnamurti