“… Yo no creo que muchos de nosotros tengan una noción del abismo, de la degradación en que hemos caído. Si hay una tercera guerra, eso será el fin de todas las cosas. Puede que escapéis, pero vuestro problema será la cuarta guerra mundial, porque no hemos resuelto el problema del antagonismo entre los hombres. Y sólo podéis resolverlo por medios justos, es decir, por la verdadera educación, no por un ideal de “no guerra”, sino comprendiendo las causas de la guerra, que estriban en nuestra actitud frente a la vida, en nuestra actitud hacia nuestros semejantes. Sin un cambio de corazón, sin buena voluntad, las solas organizaciones no habrán de traer la paz, cosa que la Liga de las Naciones y la ONU han revelado. Confiar en los gobiernos, esperar de organizaciones externas una transformación que debe empezar por cada uno de nosotros, es esperar en vano. Lo que tenemos que hacer es transformarnos a nosotros mismos, o sea, llegar a darnos cuenta de nuestros propios actos, pensamientos y sentimientos en la vida de todos los días.
… Es obvio que existen medios equivocados de
subsistencia. Quien contribuye a la fabricación de armas y otros métodos para
asesinar a sus semejantes, ciertamente está apoyando con su labor la violencia,
lo cual nunca traerá paz al mundo. El político que ya sea por beneficiar a su
nación, a sí mismo o a una ideología, se ocupa de gobernar y explotar a otros,
sin duda alguna está empleando medios de subsistencia equivocados, que conducen
a la guerra, a la desdicha y al dolor humano. El sacerdote que se apega a un
prejuicio, dogma o creencia en particular para una forma particular de culto y
oración también está utilizando medios de subsistencia equivocados, porque sólo
está propagando ignorancia e intolerancia, las cuales ponen a los hombres uno
en contra de otro. Cualquier profesión que genera y mantiene las divisiones y
los conflictos entre los seres humanos, obviamente es un medio de subsistencia
equivocado. Tales ocupaciones conducen a la explotación y a la rivalidad.
… Si uno cambia, ello afectará a toda la
humanidad. Es importante considerar esto, no de manera vaga o superficial, al
investigar, buscar, examinar las causas de la guerra. La guerra sólo puede
comprenderse y se le puede poner fin, si uno mismo y todos aquellos que se
interesan profundamente en la supervivencia del ser humano, sienten que son
totalmente responsables por la matanza de otros. ¿Qué es lo que nos hará cambiar?
¿Qué hará que nos demos cuenta de la espantosa situación que ahora hemos
originado? ¿Qué hará que nos opongamos a toda división religiosa, nacional,
ética, etc? ¿Lo hará un mayor sufrimiento? ¡Pero si hemos tenido miles y miles
de años de sufrimiento y el hombre no ha cambiado! Aún prosigue la misma
tradición, el mismo sentimiento tribal, las mismas divisiones religiosas de ‘mi
dios’ y ‘tu dios’.
… Los dioses y sus representantes los ha
inventado el pensamiento, no tienen una realidad factual en nuestra vida
cotidiana. Casi todas las religiones han dicho que matar seres humanos es el
mayor de los pecados. Mucho antes del cristianismo, los hindúes decían esto, lo
decían los budistas, y no obstante la gente mata a pesar de su creencia en un
dios o de su creencia en un salvador y cosas así, y continúa por la senda de la
matanza humana.
… Pero, aunque las religiones hablan de paz
en la Tierra, contribuyen al desorden porque ellas son un factor de división.
Las iglesias siempre han adoptado alguna posición política en tiempos de
crisis, de manera que realmente son organizaciones políticas, y hemos visto que
toda acción política divide. Las iglesias nunca han rechazado la guerra, sino
todo lo contrario, han luchado en combate. Ahora bien, si dejamos a un lado las
recetas religiosas, de la misma manera que descartamos las fórmulas políticas,
¿qué nos queda? ¿qué vamos a hacer? Es lógico que haya orden cívico, debemos
tener agua en la casa. Si destruimos ese orden cívico nos veremos obligados a
empezar nuevamente desde el principio. Así pues, ¿qué debe hacer uno?
… La verdadera revolución es interesarse en
un cambio radical. La única revolución es la revolución entre hombre y hombre,
entre seres humanos. Este es nuestro único interés. En esa revolución no hay
proyectos, ni ideologías, ni utopías conceptuales. Tenemos que ver el hecho de
la relación actual entre los hombres y cambiarla radicalmente; esa es la
verdadera cuestión. Y esa revolución debe ser inmediata, no debe llevar tiempo.
No es algo que se logre de forma progresiva, como evolución.
… ¿La medida de la verdad depende acaso de
la experiencia? ¿La experiencia misma no es una barrera para el entendimiento
de la verdad? Actualmente sois a la vez el producto y el instrumento de la
sociedad, ¿no es así? Toda educación condiciona al niño para tal fin. Si esto
lo consideráis ajustándoos a los hechos, vosotros sois el producto de la
sociedad; sois franceses, ingleses, hindúes, que creen en esto o en aquello.
Sois, asimismo, instrumentos de la sociedad. Cuando la sociedad dice “marchad a
la guerra", todos vosotros vais en tropel a la guerra. Cuando la sociedad
dice: "pertenecéis a esta religión en particular", repetís la
fórmula, las frases, el dogma. Sois pues, tanto instrumentos de la sociedad
como productos de la sociedad, lo cual es un hecho evidente. Os plazca o no, es
así.
Estamos relacionados con el odio, el egoísmo
y la agresividad común, y esa violencia establece la cultura y la sociedad en
la que vivimos. La división que hemos establecido entre la mente y el corazón
es la que nos separa; vivimos divididos entre dios y el odio, entre el amor y
la violencia, y en esa dualidad toda la cultura del hombre se desarrolla y
decae. La unidad del ser humano no reside en ninguna de las estructuras que ha
inventado la mente. La cooperación no está en la complejidad del intelecto.
Entre el amor y el odio no puede haber unidad y, sin embargo, eso es lo que la
mente trata de lograr y establecer. La unidad se encuentra fuera de este campo
y el pensamiento no puede alcanzarla. El pensamiento ha elaborado esta cultura
de agresividad, de competitividad y guerra y, no obstante, ese mismo
pensamiento es el que trata de encontrar el orden y la paz. Pero, haga lo que haga,
el pensamiento no puede alcanzar el orden y la paz. Para que haya amor, el
pensamiento debe estar en silencio.”
J. Krshnamurti