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DEJE DE COMPARAR Y DESCUBRA LO QUE SIGNIFICA VIVIR SIN NINGÚN MOVIMIENTO DE COMPARACIÓN

   “… Y bien, ¿qué es la meditación? Si conscientemente meditamos, si tenemos una dirección, un motivo, un deseo de alcanzar algo, es evidente que eso no es meditación, ¿verdad? Viene a ser lo mismo que si un empleado quiere llegar a ser el gerente, las dos cosas son lo mismo, una la puede llamar ‘negocios’ y a la otra ‘un logro religioso’, pero son exactamente lo mismo. Los que meditan, ¿se dan cuenta de esto? Por supuesto que no, significaría que deben ‘soltar’ su disfrute y entretenimiento preferido.

   Estamos diciendo que meditar de forma consciente no es meditación, porque nace de un deseo de alcanzar algo, de convertirse en algo, que no es otra cosa que el ego queriendo ser algo, el ego, el ‘yo’ queriendo ser Dios. Parece tan ridículo, discúlpenme por utilizar esa palabra. Entonces, ¿qué es meditación? Si no medita conscientemente, ¿qué es meditar? La palabra ‘meditación’ significa ponderar, reflexionar, y también medida; esas son partes de la raíz etimológica de la palabra ‘meditación’ en sánscrito. Ahora bien, ¿puede el cerebro dejar de medir? O sea, ser una cosa y querer ser otra, compararme con usted que es más apuesto, más elegante, tiene mejor cerebro, mejores cualidades, más sagacidad, lleva puesta una ropa maravillosa, y yo no soy ni tengo nada de eso, lo cual es medir, es comparar; por tanto, ¿puede dejar de comparar? No diga que sí, deje de comparar y descubra lo que significa vivir sin ningún movimiento de comparación.

   … Saben que en todo el mundo están esas escuelas y esos swamis y yoguis que enseñan diversas formas de meditación, no se rían, todos ustedes lo hacen a su manera. Piensan que repitiendo ciertas palabras van a alcanzar el más extraordinario de los estados, que repitiendo un mantra obtendrán alguna experiencia milagrosa. Eso no es en absoluto meditación, es una insensatez, es autoengaño y autohipnosis. La meditación es algo mucho más inmenso, más profundo. Pero ustedes no pueden dar con ella jugando meramente con ‘palabras’ y ‘energías’; sin embargo, tienen que dar con ella, porque sin la meditación jamás sabrán lo que es el amor, jamás asomarán lágrimas de pura alegría a sus ojos, jamás sabrán lo que es la belleza.

   … Nuestro mundo interno se halla en un estado de ocupación constante con una cosa u otra. No hay espacio y, porque falta espacio, la presión que ejercen nuestras ocupaciones se vuelve cada vez mayor y, por lo tanto, el cerebro se deteriora cada vez más. Es sólo cuando disponemos de tiempo libre que podemos aprender. Pero cuando el cerebro o la mente están tan ocupados, no tenemos tiempo libre y así jamás aprendemos nada nuevo. Ningún aire fresco puede entrar y, por consiguiente, el deterioro que la presión ocasiona en el cerebro es cada vez mayor. Ese es uno de los problemas de la meditación, descubrir si la conciencia puede liberarse de todas las presiones, lo cual implica una mente libre.

   … Haga lo que haga, el hombre que depende de creencias o dogmas no puede penetrar en la profundidad de la meditación. Para meditar es necesaria la libertad; no es que la meditación venga primero y luego la libertad; la libertad, la negación total de la moralidad y de los valores sociales, es el primer movimiento de la meditación. La meditación no es una actividad pública, no es la actividad de una multitud que se reúne y eleva una plegaria; se sostiene sola y está siempre más allá de las fronteras de la conducta social, porque la verdad no se encuentra en las cosas del pensamiento ni en lo que el pensamiento ha elaborado y llama ‘la verdad’. La completa negación de toda esta estructura del pensamiento es la cualidad positiva de la meditación.

   … Hombre que quiera meditar debe conocerse a sí mismo. Sin conocerse a sí mismo usted no puede ir lejos. Por mucho que intente llegar lejos sólo puede llegar hasta donde se lo permite su propia proyección, y su propia proyección está muy cerca y no lo conduce a ninguna parte. La meditación es ese proceso de echar las bases instantáneamente, de inmediato, y dar origen naturalmente, sin esfuerzo alguno, al estado de quietud mental. Sólo entonces existe ahí una mente que se encuentra más allá del tiempo, de la experiencia, del conocimiento.

   … La meditación es un movimiento que no tiene fin. Uno nunca debería decir que está meditando o que ha fijado un período para meditar. La meditación no se subordina a nuestra conveniencia; su bendición no se manifiesta por que llevemos una vida sistematizada, una rutina o moralidad particular; adviene sólo cuando el corazón está realmente abierto. No abierto por la llave del pensamiento ni resguardado por el intelecto, sino cuando está abierto como los cielos sin nubes; entonces esa bendición llega de improviso, sin ser invitada, pero uno nunca puede controlarla, retenerla o adorarla. Si intenta hacerlo nunca regresará de nuevo, no importa lo que haga, la meditación se alejará.

   En la meditación uno no es importante, no tiene cabida en ella. La belleza de la meditación no es uno, está en ella misma, y sobre eso no es posible sacar o añadirle nada. No mire por la ventana esperando apresarla de improviso ni la espere sentado en un salón oscuro; únicamente adviene cuando uno no está, y su dicha no tiene continuidad.

   … El amor es meditación. El amor no es un recuerdo, una imagen sustentada como placer por el pensamiento, ni es la imagen romántica que fabrica la sensualidad, es algo que está más allá de todos los sentidos y más allá de las presiones económicas y sociales de nuestra vida. La realización inmediata de este amor que no tiene raíces en el ayer es meditación, porque el amor es la verdad y la meditación es el descubrimiento de la belleza de esta verdad. El pensamiento no puede descubrir esto. Nunca puede decir: ‘he descubierto’ o ‘he capturado ese amor que es del cielo’.

   … La meditación es el silencio que surge cuando el meditador y su proceso son comprendidos. Ese silencio es inagotable, no pertenece al tiempo; por lo tanto, es inmensurable. Sólo el meditador compara, juzga y mide, pero cuando no hay medida surge lo inmensurable.”

        J. Krishnamurti



ESTO ES REALMENTE MUY SIMPLE, PERO PARECE COMPLICADO CUANDO SE PONE EN PALABRAS

    “… Para que haya plenitud de realización tiene que existir el más alto nivel de inteligencia. Esta inteligencia es diferente del conocimiento. Ustedes pueden leer muchos libros, pero eso no les dará inteligencia. La inteligencia puede despertarse solo mediante la acción, comprendiendo la acción como un todo integrado.

   Discutir y descubrir intelectualmente qué es la inteligencia sería, en mi sentir, un desperdicio de tiempo y energía, porque eso no eliminaría la carga de ignorancia e ilusión. En vez de indagar qué es la inteligencia, descubramos por nosotros mismos cuáles son los obstáculos impuestos a la mente que impiden el pleno despertar de la inteligencia. Si yo les diera una explicación de lo que es la inteligencia y ustedes aceptaran mi explicación, sus mentes harían de ella un sistema bien definido y, a causa del temor, se deformarían para poder encajar en ese sistema. Pero si cada uno descubre por sí mismo los múltiples impedimentos fijados en la mente, entonces, por medio de la percepción alerta, no del autoanálisis, la mente comenzará a liberarse, despertando de este modo la verdadera inteligencia, que es la vida misma.

   … Toda criatura viviente es una fuerza, una energía única para sí misma. Esta fuerza o energía crea sus propios materiales, que pueden ser llamados cuerpo, sensación, pensamiento o conciencia. Esta fuerza o energía, actuando por sí misma, en su desarrollo se convierte en conciencia. De esta surge el proceso del ‘yo’, el movimiento del ‘yo’. Entonces comienza el ciclo de crear su propia ignorancia. El proceso del ‘yo’ empieza y continúa en la identificación con sus propias limitaciones autocreadas. El ‘yo’ no es una entidad separada como cree la mayoría de nosotros; es tanto la forma de la energía como la energía misma. Pero esa fuerza en su desarrollo crea su propio material y la conciencia es una parte de ese material; y gracias a los sentidos la conciencia se reconoce como individuo. Este proceso del ‘yo’ no es del momento, no tiene comienzo. Pero mediante la constante percepción alerta y la comprensión es posible ponerle fin.

   … Por favor, lo que digo acerca del proceso del ‘yo’ no lo traduzcan a su particular fraseología o creencia. Eso no los ayudaría en absoluto, al contrario, los confundiría; tengan la bondad de escuchar con una mente y un corazón libre de prejuicios.

   El proceso del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia; como la llama alimentada por el aceite, se sostiene mediante sus propias actividades. Es decir, el proceso del ‘yo’, la energía del ‘yo’, la conciencia del ‘yo’ es el resultado de la ignorancia, y la ignorancia se mantiene mediante las actividades que ella misma crea; es estimulada y sustentada por sus propias acciones, que se basan en el anhelo y el deseo. Esta ignorancia no tiene comienzo y la energía que la creó es única para cada individuo. Esta unicidad se vuelve individualidad para la conciencia. El proceso del ‘yo’ es el resultado de esa fuerza única para cada individuo, la cual crea, en su autodesarrollo, sus propios materiales como el cuerpo, el discernimiento, la conciencia, y esta llega a identificarse como el ‘yo’. Esto es realmente muy simple, pero parece complicado cuando se pone en palabras.

   Si, por ejemplo, uno es educado en la tradición del nacionalismo, esa actitud debe inevitablemente crear barreras en la acción. Una mente-corazón reducida y limitada en su actividad por los prejuicios tiene que crear limitaciones crecientes. Esto es obvio. Si uno tiene creencias, traduce y moldea conforme a ellas sus experiencias, y así está forzando y limitando continuamente al pensamiento-emoción, y estas limitaciones se convierten en el proceso del ‘yo’.

   La acción en vez de liberar, de desembarazar a la mente-corazón de sus autoimpuestas servidumbres, crea ulteriores y más profundas limitaciones, y estas limitaciones acumuladas pueden ser llamadas ignorancia. Esta ignorancia es alentada, nutrida por sus propias actividades nacidas de los deseos que ella misma crea. A menos que uno comprenda que la ignorancia es el resultado de sus propias actividades, actividades que ella misma crea y sustenta, la mente-corazón deberá morar siempre en este círculo vicioso. Cuando uno comprenda a fondo esto percibirá que la vida ya no es más una serie de conflictos y conquistas, luchas y logros, todo ello conducente a la frustración. Cuando uno tiene verdaderamente un discernimiento directo en este proceso de la ignorancia, el vivir ya no es más una acumulación de dolor, sino que se convierte en el éxtasis de una profunda bienaventuranza y armonía.

   … Explicaré este proceso del ‘yo’, de la individualidad. Hay una energía que es única para cada individuo, la cual no tiene comienzo. Esta energía, por favor, no la atribuyan a ninguna divinidad ni le otorguen ninguna cualidad especial; en su proceso de desarrollo espontáneo crea su propia sustancia o material, el cual está constituido por la sensación, el discernimiento y la conciencia. Este es el carácter abstracto de la conciencia. El concreto es la acción. Por supuesto, no existe tal división absoluta. La acción procede de la ignorancia, la cual existe donde hay prejuicios, tendencias, anhelos que inevitablemente se derivan en dolor. Por eso la existencia llega a ser un conflicto y una fricción constantes. Es decir, la conciencia es tanto discernimiento como acción. La fricción, el proceso del ‘yo’, surge a causa de la constante acción recíproca entre tales anhelos, prejuicios, tendencias y limitaciones.

   … Cuando comprendemos que somos el resto de la humanidad, ello trae consigo una energía inmensa; uno se ha abierto paso por el angosto surco de la individualidad, el círculo estrecho del yo y el tú, el nosotros y el ellos. Estamos examinando juntos esta muy compleja conciencia del hombre, no del hombre europeo ni del hombre asiático ni del hombre del Medio Oriente, sino que examinamos juntos este extraordinario movimiento en el tiempo, movimiento que ha estado desarrollándose en la conciencia por millones de años.

   … Aquello que es inmortal está más allá del tiempo. No hay, por lo tanto, relación alguna entre el ‘yo’ y lo atemporal. Nos agrada creer que la hay, pero ese es otro engaño de la mente.”

        J. Krishnamurti




SOLO LA MENTE INOCENTE PUEDE INQUIRIR EN LO DESCONOCIDO

    “… La vida nos parece demasiado vasta, demasiado vertiginosa para nosotros y nuestras perezosas mentes; nuestra lenta manera de pensar, los hábitos a que nos hemos acostumbrado crean invariablemente una contradicción dentro de nosotros, y tratamos de dictar condiciones a la vida. Y gradualmente, al continuar y aumentar esta contradicción y conflicto, nuestras mentes se vuelven más y más embotadas.

   … Sin pasión no es mucho lo que uno puede hacer, y la pasión es indispensable para investigar este interrogante muy complejo acerca de lo que es la meditación. En el sentido en que nosotros la entendemos y puede ser que le estemos dando un significado diferente; la pasión surge cuando hay un total abandono del «yo» y el «tú», del «nosotros» y el «ellos», y cuando ese abandono viene acompañado de un profundo sentimiento de austeridad. No entendemos por austeridad la del sacerdote o la del monje, cuya austeridad es dura, cruel, y está dirigida y sostenida mediante el control y la represión. Estamos hablando de una pasión que es el resultado de una austeridad que nada tiene que ver con la dureza. La mente austera es en verdad una mente bella. La belleza es, asimismo, una cuestión bastante compleja. ¡Hay tan poco de ella en nuestras vidas!

   … Necesitamos una humildad extraordinaria que contiene en sí esa peculiar cualidad que es la austeridad en la observación. La austeridad que conocemos es áspera, brutal, se vuelve estrecha, fanática, obstinada, dogmática; pero eso no es austeridad. Usamos la palabra austeridad en el sentido de que una mente que ha observado, que ha visto lo que es verdadero se encuentra, gracias a esa observación, en un estado de libertad del cual surge la disciplina que es austera. Tiene que existir esa humildad austera, y en ese nivel vamos a comunicarnos uno con otro. Ustedes no van a aprender nada de quien les habla; si lo hicieran, él se convertiría en la autoridad. 

   … Solo existe el color y no diferentes colores; solo existe el amor y no diferentes expresiones del amor; las diferentes categorías del amor no son el amor. Cuando el amor se divide al fragmentarse como divino y carnal, deja de ser amor. Los celos son el humo que ahoga el fuego, y la pasión se torna en algo estúpido cuando no hay austeridad, y la austeridad no existe si no hay abnegación, la cual es humildad dentro de una absoluta sencillez. Al mirar hacia abajo esa masa de color con los diferentes colores sólo hay pureza, por mucho que esta pueda fragmentarse; pero la impureza, por más que pueda modificarse, taparse, resistir, siempre seguirá siendo impura, como la violencia. La pureza no se halla en conflicto con la impureza. La impureza nunca puede llegar a ser pura, más de lo que la violencia puede llegar a ser no violencia. La violencia simplemente tiene que cesar.

   … Todo lo que ustedes han hecho, construido y producido es para el bienestar material, este tiene su lugar, pero cuando se vuelve un fin en sí mismo, entonces el caos comienza. Uno se pregunta si ustedes aman realmente a sus hijos. No se trata de lo que otros hagan en otras partes del mundo, ese no es el punto. Puede que ustedes cuiden a sus hijos cuando son muy jóvenes, que les den todo lo que quieren, que les den el mejor alimento, y que así los echen a perder tratándolos como juguetes y usándolos para la propia realización y disfrute. En esto jamás hay freno alguno, nunca un sentimiento de austeridad, que de ningún modo es la ruda severidad del monje. Ustedes tienen una idea de que ellos deben moverse libremente, de que no deben ser reprimidos, de que no debe decírseles lo que han de hacer; ustedes siguen lo que recomiendan los especialistas y dicen los psiquiatras. Ustedes producen una generación sin ninguna restricción y cuando esta se rebela, se sienten horrorizados o complacidos de acuerdo con el condicionamiento de ustedes. De modo que son ustedes los responsables por todo esto.

   … Como sabe, señor, la austeridad de la propia renuncia es belleza. Sin austeridad no hay amor, y sin esa renuncia, la belleza carece de realidad. Por austeridad entendemos, no la rigurosa disciplina del santo, del monje o del comisario político con su orgullosa abnegación, o la disciplina que les da poder y reconocimiento; eso no es austeridad. La austeridad no es rigurosa, no es una reafirmación disciplinada de la importancia personal de uno, no es la negación de toda comodidad, o los votos de pobreza y celibato. La austeridad es inteligencia suma, únicamente puede existir cuando hay la propia renuncia, y eso no puede ser fruto de la voluntad, de la elección, o de un intento deliberado. El acto de la belleza es lo que genera el abandono, y es el amor lo que trae la profunda claridad interna de la austeridad. La belleza es ese amor, y cuando hay amor toda comparación y medida han terminado. Entonces ese amor, haga lo que haga, es belleza.

   … Veis que no puede haber abandono sin austeridad. Pero no es la disciplinada austeridad del asceta, porque el asceta está buscando poder, y por consiguiente es incapaz de abandono. Solo puede haber abandono cuando hay amor, y el amor solo puede manifestarse cuando el ‘yo’ no es dominante. Así, la mente ha de ser muy sencilla, inocente, no hecha inocente. La inocencia no es un estado que haya de producirse por la disciplina, por el control, por ninguna forma de compulsión o represión. La mente es fresca, inocente, solo cuando no está repleta con los recuerdos de muchos siglos; y esto implica, seguramente, una extraordinaria sensibilidad, no solo para una parte de la vida, que llamamos belleza, sino también para las lágrimas, para el sufrimiento, para la risa, para las chozas de los pobres, y para los cielos abiertos; es decir, para la totalidad de la vida.

   … Cuando carecemos de amor creamos una civilización en la que se busca la belleza de la forma, sin la austeridad y vitalidad internas propias del simple olvido de uno mismo. No hay tal olvido de nosotros mismos si nos inmolamos en la ejecución de buenas obras, en ideales, en creencias. Estas actividades parecen estar libres del yo, pero en realidad el yo sigue operando bajo la cubierta de diferentes rótulos. Solo la mente inocente puede inquirir en lo desconocido.”

        J. Krishnamurti



PARA VER JUNTOS DEBEMOS ESTAR LIBRES PARA OBSERVAR, LIBRES PARA ESCUCHAR. ESTO SIGNIFICA NO TENER PREJUICIOS

    “… Para ver algo juntos, lo cual es compartir, ambos debemos ver, no concordar o disentir, sino ver juntos lo que realmente es. No interpretarlo de acuerdo con mi condicionamiento o el suyo. Y para ver juntos debemos estar libres para observar, libres para escuchar. Esto significa no tener prejuicios. Sólo entonces, cuando hay esta cualidad de amor, existe el compartir.

   … Ser honesto es ver las cosas exactamente como ellas son, sin distorsión alguna no sólo en lo externo sino internamente, es no engañarse uno jamás a sí mismo. Porque el engaño es muy fácil cuando se anhela alguna clase de experiencia, llámese ella religiosa o como sea. Entonces uno está condenado a enredarse en alguna clase de ilusión.

   … Podemos ver que las ideologías desempeñan un enorme papel en la vida del hombre en todas las partes del mundo y que, en efecto, dividen al hombre en grupos, el republicano y el demócrata, la izquierda y la derecha, etc. Separan a las personas y por su misma naturaleza, estas ideologías llegan a convertirse en “autoridad”. Y entonces los que asumen el poder tiranizan de manera democrática, o despiadada. Esto se puede observar en todo el mundo. Las ideologías, los principios y las creencias, no solo separan a los hombres en grupos, sino que en realidad impiden la cooperación; sin embargo, lo que necesitamos en este mundo es cooperar, colaborar, actuar juntos, sin que usted lo haga de una manera por pertenecer a un grupo, y yo de otra. La división surge inevitablemente si usted cree en determinada ideología, sea la comunista, la socialista, la capitalista, etc.; sea cual fuere esa ideología, tiene que dividir y crear conflicto.

   El ideólogo no es serio, no ve las consecuencias de su ideología. Por lo tanto, para ser en realidad serio, uno tiene que desechar completamente, totalmente, estas divisiones nacionalistas y religiosas, negar lo que es absolutamente falso y entonces, como resultado, quizás habría una posibilidad de ser real y verdaderamente serios.

   Tenemos que construir un mundo enteramente distinto, que nada tenga que ver con el mundo de hoy, lleno de manías, conflictos y competencias, un mundo cruel, brutal y violento.

   … La mayoría rechazamos cierta forma de condicionamiento y encontramos una variante distinta, un condicionamiento más amplio, más significativo o más placentero. Uno abandona una religión y adopta otra, rechaza una clase de creencias y acepta otras diferentes; esa sustitución indica claramente que uno no comprende la vida, no comprende la vida que es relación. Nuestro problema consiste en cómo liberarse de todo condicionamiento; o bien decimos que es imposible, que ninguna mente humana puede estar libre de condicionamiento, o empezamos a experimentar, a investigar, a descubrir. Si sostienen que es imposible es evidente que no tendrán ninguna posibilidad. Esa afirmación puede basarse en una experiencia limitada o amplia, o bien en la simple aceptación de una creencia; pero esa misma afirmación niega la búsqueda, la investigación, la indagación y el descubrir. Para ver si es posible que la mente se libere por completo de todo condicionamiento, uno debe tener libertad para indagar y para descubrir. Sin la menor duda, digo que es posible liberar la mente de todo condicionamiento; no se trata de que acepten mi autoridad, porque si lo asumen basándose en la autoridad nunca lo descubrirán, se tratará de una sustitución más sin ningún valor.

   … Reverenciamos la autoridad en varias formas, conocimiento, éxito, poder, etc. Ejercemos autoridad sobre los jóvenes y al mismo tiempo le tememos a la autoridad superior. Cuando el hombre mismo no tiene visión interna, el poder externo y la posición social asumen enorme importancia, y entonces el individuo está cada vez más sujeto a la autoridad y a la coacción; se convierte en instrumento de otros. Podemos ver que esto está sucediendo constantemente a nuestro alrededor en momentos de crisis, las naciones democráticas actúan como las totalitarias, olvidándose de su democracia y obligando al hombre a someterse a sus designios. 

   … Uno debe ver todas estas expresiones de violencia y antagonismo con mente libre de prejuicios; es decir, con mente que no se identifica con ningún país, ninguna raza o ideología, sino que procura hallar la verdad. Hay gran gozo en ver una cosa con claridad, sin la influencia de las ideas o instrucciones de otros, ya sea del gobierno, de los especialistas o de los grandes intelectuales. Una vez que veamos realmente que el patriotismo es un obstáculo para la felicidad humana, no tenemos que luchar contra esta falsa emoción en nuestro ser; nos habrá abandonado para siempre.

  … Es muy importante ver cómo aborda uno un problema, ya sea un problema político, un problema religioso o un problema de relación íntima. Hay tantos problemas… Uno está cargado de problemas. Incluso la meditación llega a ser un problema. Jamás miramos realmente nuestros problemas. Sin embargo, ¿por qué debe uno vivir cargado de problemas? Los problemas que no hemos comprendido y disuelto, deforman toda nuestra vida. Importa mucho darse cuenta de cómo aborda uno un problema, observándolo y sin tratar de aplicarle una solución; o sea, viendo en el problema mismo la respuesta. Y eso depende de cómo uno lo encara, de cómo lo mira. Cuando abordamos un problema, es muy importante que percibamos nuestro condicionamiento y nos liberemos de ese condicionamiento.

   … Investigar implica tener una mente sana, vital, que no se deja persuadir por las opiniones propias o de otro; por eso es capaz de ver con mucha claridad en todo momento cada cosa a medida que surge, a medida que fluye. La vida es un movimiento de relación, lo cual es acción y, a menos que haya libertad, la simple rebeldía no tiene ningún valor. Un hombre verdaderamente religioso nunca se rebela, porque es un hombre libre; no libre de nacionalismo, codicia, envidia y de todo eso. Simplemente es libre.”

        J. Krishnamurti