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LA GENUINA SENCILLEZ ES LA SUPREMA FORMA DE ESPIRITUALIDAD

   “… En un mundo extraordinariamente cambiante, en un mundo de revoluciones científicas, de presiones económicas y guerras inminentes, me parece que nuestras propias vidas tienen que sufrir un cambio enorme. El cambio que hace falta no se limita a lo exterior, no es simplemente cosa de adquirir cada vez más y mejor alimento, ropas y albergues, sino que es necesario descubrir lo que uno necesita en realidad, prescindiendo del alimento, las ropas y el albergue. La vida en el mundo moderno se va volviendo complicadísima, y por ello tiene uno que simplificar extraordinariamente la propia vida humana, y esa sencillez requiere mucha inteligencia. Como ser humano que vive en este mundo cambiante en el que hay toda clase de presiones, ansiedad, trastorno, dolor, me parece que tiene uno que descubrir por sí mismo qué es lo que en realidad necesita. Pues bien, al enfrentarse con esta cuestión, cada persona dirá lo que son sus necesidades con arreglo a su particular temperamento, posición económica, prestigio social, etc. Mas yo creo que para descubrir lo que uno necesita ha de tener paz. No es que uno descubra primero lo que necesita, sino más bien que ante todo debe uno tener paz. Los más de nosotros la queremos en lo exterior, en todas nuestras relaciones, pero yo creo que la paz empieza en alguna otra cosa, no en lo exterior, y que sin ella nada puede prosperar, nada puede florecer.

   La paz no es una huida del mundo, de nuestras actividades cotidianas, sino que más bien tiene uno que descubrir lo que es aquella mientras viva efectivamente en este mundo. Como ser humano que vive en un mundo en confusión, contradictorio, que sufre, ¿con qué profundidad reclama uno paz? Seguramente que nuestra manera de vivir, de conducirnos, la naturaleza de nuestras actividades diarias, producirán paz de modo espontáneo, si es que la queremos. Mas me temo que muy pocos de nosotros la queremos y cuando efectivamente queremos paz, lo que realmente deseamos es seguridad, consuelo, un estado en que no se nos perturbe nada. Está claro que no podemos seguir como estamos, con esta manera de pensar, de obrar; no es posible que sigamos de la forma en que vamos ahora. O va a haber un terrible estallido, o los seres humanos despertarán a una manera distinta de pensar, un modo diferente de vivir.

   … A medida que vamos creciendo es importante que tengamos la capacidad de pensar muy sencillamente. ¿Qué es la sencillez? ¿Quién es una persona sencilla? Un hombre que hace vida de ermitaño, que tiene muy pocas pertenencias, ¿es verdaderamente sencillo? ¿Acaso la sencillez no es algo por completo diferente? La sencillez es de la mente y del corazón. Casi todos somos muy complejos, tenemos muchas necesidades y muchos deseos. Por ejemplo, ustedes desean aprobar sus exámenes, desean conseguir un buen empleo, tienen ideales y quieren desarrollar un buen carácter, etc., ¡la mente tiene tantas exigencias! ¿Contribuye eso a la sencillez? ¿No es muy importante descubrirlo? Una mente compleja no puede descubrir la verdad de nada, no puede descubrir lo real, y esa es nuestra dificultad. Desde la infancia nos educan para que nos amoldemos y no sabemos cómo transformar la complejidad en simplicidad, en sencillez. Es solo la mente muy sencilla y directa la que puede encontrar lo real, lo verdadero. Conocemos más y más, pero nuestras mentes nunca son sencillas. Y sólo la mente sencilla es creativa. Cuando ustedes pintan el cuadro de un árbol, ¿qué es lo que están pintando? ¿Sólo una representación del árbol tal cual se ve, con sus hojas, sus ramas, su tronco, el árbol completo en todos sus detalles? ¿O lo pintan desde el sentimiento que el árbol ha despertado en ustedes? Si el árbol les dice algo y lo pintan desde esa experiencia interna, aunque lo que sienten pueda ser muy complejo, el cuadro que pintan será el resultado de una gran sencillez. Es indispensable cuando son jóvenes que mantengan la mente muy sencilla, incontaminada, aunque puedan tener toda la información que necesitan.

   … La vida, la verdad es para ser vivida, pero la expresión requiere una técnica. Para pintar usted necesita aprender una técnica, pero un gran artista, si siente la llama del impulso creativo no será un esclavo de la técnica. Si uno es rico internamente su vida es sencilla. Pero ustedes quieren llegar a esa riqueza completa mediante recursos externos tales como la sencillez en el vestir, la sencillez en la vivienda, el ascetismo y la autodisciplina. En otras palabras, la sencillez que resulta de la riqueza interna ustedes quieren obtenerla por medio de la técnica. No hay técnica que pueda guiarlos hacia la sencillez, no hay sendero que los conduzca a la tierra de la verdad. Cuando usted comprenda eso con todo su ser, entonces la técnica tomará el lugar apropiado en su vida.

   … Sólo cuando la mente es sencilla y vulnerable es posible ver las cosas de manera clara en su verdadera proporción. De igual forma, la sencillez de la mente es esencial para la sencillez de la vida, El monasterio no es la solución. La sencillez llega cuando la mente no tiene apegos, cuando la mente no está adquiriendo, cuando la mente acepta lo que es. El hombre de conocimiento, el hombre de opinión, el hombre de experiencia nunca encontrará la verdad, porque la mente debe ser muy sencilla para encontrar la verdad, y la sencillez no se logra a través del aprendizaje. Partiendo de las innumerables complejidades debemos crecer en sencillez, volvernos sencillos en nuestra vida interna y en nuestras necesidades exteriores.

   … Una mente sencilla comprenderá en qué consiste la perfección porque es parte de la misma perfección. Una mente retorcida no puede comprender la Verdad. Una mente complicada y repleta de conocimientos entresacados de los libros, aunque estos conocimientos valgan algo, está propensa a cristalizarse. En todas las grandes obras de arquitectura, pintura y escultura, hay sencillez y sobriedad. La sencillez mental es, por lo valiosísima, muy difícil de adquirir, y para ello se necesita mucha experiencia. La genuina sencillez es la suprema forma de espiritualidad.”

        J. Krishnamurti