Translate

LA VERDAD ES UNA CONTINUA RENOVACIÓN, UN DEVENIR ETERNO

    “… Si durante esta disertación algo de lo que se dice resulta opuesto a vuestro modo de pensar y a vuestra creencia, escuchad nada más, no resistáis. Podréis tener razón y yo podré no estar en lo cierto, pero escuchando y considerando esto juntos, vamos a descubrir qué es la verdad. La verdad no puede dárosla nadie. Tenéis que descubrirla, y para descubrir es preciso que haya un estado mental en el que existe la percepción directa. No hay percepción directa cuando hay una resistencia, un resguardo, una protección. La comprensión llega dándose uno cuenta de ‘lo que es’. Saber exactamente lo que es, lo real, lo efectivo, sin interpretarlo, sin condenarlo ni justificarlo es, por cierto, el comienzo de la sabiduría. Sólo cuando empezamos a interpretar, a traducir de acuerdo con nuestro condicionamiento, a nuestro prejuicio, pasamos por alto la verdad.

   Un hombre puede tener conocimiento sólo sobre cosas conocidas, no puede tener conocimiento sobre lo desconocido. Lo desconocido surge de instante en instante, no se lo puede juntar, acumular. Siendo atemporal, no puede ser acumulado y usado. El gurú, el llamado maestro, que afirma que sabe, no puede conocer más que las cosas que ha experimentado, y lo que ha experimentado está condicionado, es del tiempo y, por consiguiente, no es verdadero. Es pues esencial, si vosotros y yo queremos comprendernos unos a los otros, establecer la justa relación entre nosotros desde el principio mismo. No estáis escuchando para que yo os enseñe, estáis escuchando para aprender. La vida es un proceso de aprender, pero no se puede aprender mientras la mente está acumulando. ¿Cómo podéis aprender si la mente se interesa en acumular, y en utilizar lo recién adquirido para aumentar su acumulación?

    Él puede ser veraz, pero un hombre así no sabe qué es la verdad. ¿Por qué prestan atención al hombre que dice: “yo sé que Dios existe, que existen la verdad, la inmortalidad, ¿que hay un Maestro?” ¿Por qué le prestan atención? Porque están buscando certidumbre.

   Uno sólo puede conocer lo que es estático, no lo que es dinámico, lo que se mueve. Uno no puede decir: conozco una cosa que se mueve. La verdad es eso, es algo viviente. Ustedes pueden describirla, ponerla en un marco y decir: esta es la verdad. A causa de que estamos buscando esta constante certidumbre, esta certeza, esta seguridad, entregamos todo nuestro amor, nuestra devoción, nuestra confianza, todo, al hombre que dice: “yo sé”. Nosotros mismos deseamos estar tranquilos, nosotros mismos deseamos esta constante seguridad, la cual pensamos que va a librarnos del conflicto. No lo hace, tan solo nos embota.

   La verdad no es para ser conocida, no es estática, no es una finalidad, una meta. Es una continua renovación, un devenir eterno. Por lo tanto, cuídese del hombre que dice: yo sé. No del hombre, sino de usted mismo, porque respeta a ese hombre, quien le da lo que usted necesita, consuelo. En eso reside la explotación. Usted está creando al hombre que va a explotarlo.

   … El propagandista es simple repetidor, él no dice la verdad. Es por eso por lo que la propaganda hace en el mundo un daño infinito. El conferenciante que sale a hacer propaganda por una idea, es en realidad un destructor del pensamiento porque se limita a repetir su propia experiencia o la de otro. Pero la verdad no puede ser repetida, la verdad tiene que ser experimentada de instante en instante por cada uno. Comprendiendo eso, ¿qué podéis hacer para ayudar, para promover esta enseñanza? Todo lo que podéis hacer es vivirla; por poco que sea lo que comprendéis, por ínfima parte que sea, vividla completamente, no de un modo superficial sino profundamente, plenamente, tan vitalmente, tan intrínsecamente y con tanto entusiasmo como os sea posible. Entonces, como una flor en un jardín, ese vivir exhala de por sí su perfume. No necesitáis hacerle propaganda a un jazmín. El jazmín mismo la hace, su belleza, su perfume, su encanto cuenta su historia. Cuando no tenéis ese encanto, esa belleza, hacéis propaganda por ella. Pero no bien habéis entendido un poco, habláis al respecto, lo predicáis, lo gritáis porque con vuestra propia comprensión ayudáis a otro a comprender, y por lo tanto la comprensión se difunde de más en más, avanza cada vez más lejos.

   … Para mí no existe tal cosa como una técnica para vivir, una técnica para la realización de la verdad. Si hubiera una técnica así para que ustedes la aprendieran, serían meramente esclavizados por otro sistema.

   La realización de la verdad llega solamente cuando hay integridad de acción sin esfuerzo. Y la cesación del esfuerzo llega mediante la percepción alerta de los obstáculos, no cuando tratamos de vencerlos. O sea, cuando somos plenamente conscientes, cuando estamos plenamente atentos, con nuestra mente y nuestro corazón, con la totalidad del ser; entonces, mediante ese estado de atención plena y alerta, podremos vernos libres de los obstáculos. Experimenten y lo verán. Todo aquello que han conquistado los ha hecho esclavos. Solo cuando han comprendido un impedimento, con todo el ser, solo cuando han comprendido realmente la ilusión de seguridad, ya no luchan más contra el impedimento. Pero si solo son intelectualmente conscientes de los obstáculos, continuarán luchando contra ellos.

   La concepción que tienen de la vida se basa en este principio. El esfuerzo que hacen para alcanzar el logro espiritual, la evolución espiritual, es el resultado del deseo que sienten por nuevas seguridades, nuevos engrandecimientos, nuevas glorias y, de aquí, esta lucha continua e incesante.

   Digo pues, que no busquen un camino, un método. No hay método ni camino hacia la verdad. No busquen un camino, más bien tomen conciencia de los impedimentos. La percepción alerta no es algo meramente intelectual, es tanto mental como emocional, es integridad en la acción. Entonces, en esa llama de la percepción alerta se disuelven todos estos impedimentos porque uno los penetra. Al hacerlo, puede percibir directamente, sin opción, aquello que es verdadero. Nuestra acción nacerá entonces de esa integridad, no de la insuficiencia de la seguridad; y en esa integridad, en esa armonía de mente y corazón, está la realización de lo eterno.”

        J. Krishnamurti