“… Los nuestros son problemas humanos, y como tales carecen de fronteras; no son hindúes, franceses, rusos ni americanos. Tratamos de comprender todo el problema humano, y estoy usando la palabra ‘comprender’ de una manera muy definida. El mero uso de las palabras no da comprensión, y la comprensión no es una cuestión de conformidad o disconformidad. Si queremos comprender lo que se está diciendo, debemos considerarlo sin prejuicio, sin dudar ni aceptar, sino escuchando efectivamente.
… ¿Qué significa comprender? ¿Cuál es el estado de una mente que comprende?
Cuando dicen 'comprendo', ¿qué significa? La comprensión no es un proceso
intelectual, no es el resultado de argumentar, nada tiene que ver con aceptar,
negar o condenar; todo lo contrario, aceptar, rechazar y condenar impiden
comprender. De hecho, para comprender es necesario un estado de atención en el
cual no intervenga comparación o condena alguna, no se trata de esperar a ver
cómo se desarrolla el tema que se investiga para luego estar o no de acuerdo.
… Lo que importa es la comprensión, no el
recuerdo. Espero que vean la diferencia entre ambas cosas. La comprensión es
inmediata, directa, es algo que ustedes experimentan intensamente. Pero si sólo
recuerdan lo que han oído, ello servirá solamente como un patrón, como una guía
para seguir, para repetir una idea, para imitar un ideal sobre el cual basar
sus vidas. La comprensión no es un asunto de la memoria. Es una intensidad
constante, un descubrimiento permanente. Por lo tanto, si sólo recuerdan
aquello de que hablo, compararán y tratarán de modificar sus acciones o de ajustarlas
a lo que recuerdan. Pero si realmente comprenden, esa comprensión misma genera
acción, y entonces no tienen que actuar conforme a lo que recuerden. Por eso es
muy importante no limitarse a recordar, sino escuchar y comprender
instantáneamente.
… Cuando uno está realmente interesado en comprender algo totalmente, pone su mente y su corazón, no retiene nada; pero, lamentablemente, han sido condicionados, educados y disciplinados por el entorno social y religioso para que condenen, para que se identifiquen, y no para que comprendan, Lo más fácil y absurdo es condenar; sin embargo, comprender es arduo y requiere flexibilidad e inteligencia. La condena, igual que la identificación, es una forma de autoprotección; condenar o identificarse es un obstáculo para la comprensión
… Nuestra vida está en desorden. El desorden
es contradicción, el conflicto de los opuestos. Cuando comprendemos ese
desorden que hay en nosotros mismos, entonces, de dicha comprensión surge el
orden, el orden que es preciso, matemático, en que no hay distorsión. Todo esto
requiere una mente meditativa, una mente que es capaz de observar
silenciosamente.”
Krishnamurti