… La rutina y el hábito
constituyen nuestra vida de todos los días. Algunos son conscientes de sus
hábitos, otros no. Si uno llega a darse cuenta de los hábitos, el movimiento
repetitivo de la mano o de la mente, puede ponerles fin con relativa facilidad.
Pero lo importante en todo esto es comprender, no intelectualmente, el
mecanismo de la formación de hábitos que gradualmente destruye o embota todo
sentimiento. Este mecanismo es el enorme letargo que forma parte de nuestra
herencia, tal como ocurre con la tradición. No queremos que se nos perturbe y
es este letargo el que genera la rutina. Una vez que hemos aprendido algo,
funcionamos conforme a lo que ya conocemos, añadiendo más a lo ya conocido o
modificándolo.
El miedo al cambio
fortalece el hábito, no sólo físicamente sino también en las mismas células
cerebrales. Así, una vez que nos hemos establecido en una rutina continuamos en
ella, como una vagoneta a lo largo de sus rieles. Damos las cosas por sentadas
en todas las relaciones y éste es uno de los mayores factores de
insensibilidad. De ese modo, el hábito se convierte en algo natural. Entonces
decimos: ¿Por qué debe uno prestar atención a estas cosas que hacemos todos los
días? Y así, la inatención cultiva el hábito y entonces estamos atrapados. Después
comienza el problema de cómo librarnos del hábito. Y entonces hay conflicto. Y
de esta manera el conflicto se vuelve el estilo de vida que aceptamos
naturalmente.
… ¿No es muy extraño cómo se engaña la mente
a sí misma? A la mente no le gusta ser perturbada, no le gusta que la saquen de
sus viejas normas, sus cómodos hábitos de pensamiento y acción; como se siente
perturbada, busca modos y medios de establecer nuevos campos y pastos en los
cuales pueda vivir con seguridad. Es esta zona de seguridad la que buscamos la
mayoría de nosotros, y es el deseo de estar a salvo, de estar seguros, lo que
nos adormece. Las circunstancias, una palabra, un gesto, una experiencia,
pueden despertarnos, perturbarnos, pero nosotros queremos ser adormecidos de
nuevo. Esto nos está ocurriendo a la mayor parte todo el tiempo, y no es un
estado despierto. Lo que tenemos que comprender son las formas en que la mente
se adormece a sí misma. Esto es así, ¿verdad?
… Han creado esta máquina inmensa que llaman
religión, esta máquina intelectual carente de validez, y también han creado la
máquina llamada sociedad, porque tanto en su vida social como en su vida
religiosa, desean consuelo, amparo. En su vida social están sujetos por las
tradiciones, los hábitos, los valores incuestionados; la opinión pública actúa
para ustedes como la autoridad. Y la opinión no cuestionada, el hábito y la
tradición conducen finalmente al nacionalismo y a la guerra.
… De modo que estamos
atrapados en el hábito, el hábito de ir a la oficina cada mañana, el hábito de
fumar, el hábito sexual, el hábito de las ideas, el hábito de los conceptos, el
hábito de ser inglés, etc, vivimos en hábitos. Estar plenamente atentos al
hábito tiene su propio peligro y tenemos miedo al peligro, tenemos miedo a no
saber, a no estar seguros. Sin embargo, existe gran belleza y gran vitalidad en
sentirse inseguro, no es ninguna locura sentirse completamente inseguro, no
significa que uno se vuelva psicótico. Sin embargo, nadie está dispuesto a
sentirse inseguro, preferimos dejar un hábito y buscar otro más
placentero.
… Pero ¿cómo puede uno
romper un hábito agradable? Es relativamente fácil romper con uno desagradable,
pero mi problema es cómo romper con los agradables. Como dije, no estamos
considerando los hábitos placenteros o los desagradables, ni la manera de
romper con unos u otros, sino que estamos tratando de comprender el hábito
mismo. Vemos que el hábito se forma cuando hay placer y la exigencia de que el
placer continúe. El hábito se basa en el placer y en su recuerdo. Una
experiencia inicial desagradable puede volverse gradualmente hábito agradable y
“necesario”.
… Dios no quiere personas embotadas,
personas insensibles. Uno sólo puede llegar a Dios con completa vitalidad, con
cada parte del ser viva, vibrante; pero ya lo ven, la dificultad está en vivir
sin caer en la rutina, en hábitos de pensamiento, de ideas, de acción. Si usted
dedica a ello su mente, descubrirá que puede vivir en este feo mundo, uso la palabra fea en el sentido del diccionario sin
que tenga detrás ningún contenido emocional, y trabajar, actuar y, al mismo
tiempo, mantener el cerebro alerta, como un río que todo el tiempo se purifica
a sí mismo.”
J. Krishnamurti