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¿EXAMINAMOS TANTO LA PRÁCTICA, COMO LA NO PRÁCTICA, DE LAS CEREMONIAS?

 

   “… No sé si ustedes han sentido profundamente qué implica esa palabra, “religiosa”. Ciertamente, no es la religión de la creencia y la propaganda organizadas, de las iglesias, los sacerdotes, las ceremonias y los rituales. Eso no es religión. En mi sentir, la religión es algo del todo diferente. No tiene nada que ver con lo que el hombre ha inventado a causa del miedo. Esto que el hombre llama “religión”, es algo que él ha buscado y aprisionado en la trampa de las religiones organizadas. Nosotros estamos hablando de la mente religiosa, que es muy difícil de explicar debido a las muchas cosas que abarca. Una mente religiosa implica, sin duda, un estado mental que no contiene ningún temor y, por ende, ningún sentido de seguridad en momento alguno; en una mente así no hay ninguna clase de creencia, sólo existe lo que es, lo que realmente es. Y en esa mente impera un estado de silencio no producido por el pensamiento, sino que ese silencio es el resultado natural de una percepción alerta y una atención muy intensas.

   … Nosotros vamos a averiguar qué es la verdadera religión; empecemos, pues, por descubrir lo que ella no es. Los ritos, las ceremonias, ¿son acaso religión? Repetís una y otra vez ciertos ritos, ciertos “mantrams”, fórmulas de encantamiento, frente a un ídolo. Ello podrá brindaros una sensación de placer, de satisfacción. ¿Es eso religión? ¿Es religión el ponerse el hilo sagrado? Es obvio que no puede serlo. Debemos, pues, averiguar si el llamaros budistas, hindúes, cristianos, y aceptar cierta tradición, cierto dogma, cierto ritual, es religión. Eso no lo es, evidentemente. La religión, pues, ha de ser algo que sólo se puede encontrar cuando la mente ha comprendido y desechado todo eso. Las divisiones entre los hombres no son religión, ¿verdad? Tú eres musulmán, yo soy cristiano; yo creo en algo, tú no crees en ello. Tu creencia nada tiene que ver con la religión como tal. El que tú creas en Dios o yo no crea en Dios, nada tiene que ver con ella, porque tu creencia está condicionada por la sociedad en que vives, ¿no es así? La sociedad que te rodea deja su marca en tus creencias, en tus temores, e induce a tu mente a creer en ciertas cosas. La creencia nada tiene que ver con la religión. Tú crees de un modo y yo de otro, porque da la casualidad que he nacido en Inglaterra, en Rusia o en América. La creencia es tan sólo el resultado del condicionamiento; nada, por lo tanto, tiene ella que ver con la religión.

   … Las religiones organizadas no han hecho que confiemos en nosotros mismos, porque nos han enseñado a buscar nuestra salvación por medio de otros salvadores, Maestros, personalidades endiosadas, ceremonias, sacerdotes y demás. Las tendencias modernas también nos alientan a no confiar en nosotros mismos, insistiendo en la gran importancia de la acción colectiva. La regeneración psicológica no puede originarse en la autoridad de la tradición, del grupo o de otra persona, por grande que ésta sea; no puede haber confianza en uno mismo, que es lo único capaz de ayudarnos a comprender la realidad, en el caso de que contengamos en nosotros la psicología de las masas. Pero hay un grave peligro de que esta autoconfianza se convierta en una acción individualista, cada uno para sí mismo.

   Debido a que la presente estructura social ha sido el resultado de esta acción individualista, agresiva, tenemos su reacción en el colectivismo, el culto del Estado. La verdadera acción colectiva y cooperativa podrá surgir sólo cuando el individuo confíe psicológicamente en sí mismo. En tanto sea codicioso, posesivo en su relación y dependa, para su enriquecimiento psicológico, de creencias, dogmas y demás, la acción cooperativa impulsada por la necesidad económica, sólo lo vuelve más astuto, más sutil en sus apetitos individualistas de logro y poder.

    … Una mente que se halla en conflicto es una mente destructiva, una mente malgastada, y los que se hallan en conflicto jamás pueden comprender. Pero el conflicto no puede ser acallado por ningún tipo de sanciones, creencias o disciplinas, porque es el conflicto mismo el que debe ser comprendido. Nuestro problema está en la relación, que es la vida misma; la religión es la comprensión de esa vida, la cual produce un estado en el que la mente se aquieta. Una mente así es capaz de recibir lo real. Después de todo, eso es la religión, no los oficios religiosos de ustedes, sus rituales, su repetición de palabras y frases, sus ceremonias. Por cierto, todo eso no es religión. Son divisiones, pero una mente que comprende la relación no contiene división alguna. La creencia de que la vida es una unidad es meramente una idea y, por lo tanto, carece de valor, pero para un hombre que comprende la relación, no existen ni el que está lejos, el extraño, ni el que está cerca. La relación es el proceso de comprendernos a nosotros mismos, y comprendernos a nosotros mismos de instante en instante en la vida cotidiana, es conocimiento propio. El conocimiento propio no es una religión, un objetivo final. No hay tal cosa como un objetivo final.

   … Si son críticos, si cuestionan, ¿por qué se aferran a las ceremonias? No comparen una ceremonia con otra a fin de decidir cuál es la mejor; antes bien, descubran si las ceremonias son útiles en absoluto. Si ustedes dicen: “Las ceremonias que practico son muy satisfactorias para mí”, entonces no tengo nada más que decir. Su afirmación demuestra meramente que no conocen la duda. Sólo se interesan en estar satisfechos. Las ceremonias separan a la gente, y cada uno de los que creen en ellas dice: “Las mías son las mejores; tienen más poder espiritual que las otras”. Esto es lo que sostienen los miembros de todas las religiones, de todas las sectas o sociedades religiosas, y sobre estas distinciones artificiales ha habido disputas durante generaciones. Estas ceremonias y otras barreras irreflexivas semejantes han separado al hombre del hombre.”

   J. Krishnamurti