… Si durante estas
charlas y discusiones podemos hallar en nosotros mismos una luz, una manera de
vivir sin violencia de ningún tipo, una manera de vivir que sea totalmente
religiosa y, por tanto, libre de temor, una vida que sea internamente estable y
que no pueda ser afectada por sucesos externos, entonces creo que estas charlas
y discusiones habrán valido la pena. ¿Podemos prestar completa y sensible
atención a lo que vamos a discutir? Estamos trabajando juntos para descubrir cómo vivir en paz. El que habla
no va a decirles a ustedes lo que deben hacer o pensar; él no tiene ninguna
autoridad ni "filosofía".
… ¿Qué es lo que busca la mayoría de nosotros? ¿Qué es lo que
cada uno de nosotros quiere? Sobre todo, en este mundo de desasosiego, en el
que todos procuran hallar cierto género de felicidad, alguna clase de paz, un
refugio, resulta sin duda importante averiguar, ¿no es así?, qué es lo que
intentamos buscar, qué es lo que tratamos de descubrir.
… Aunque incesantemente hablamos de paz,
hemos sufrido miles y miles de guerras. Nuestro vivir cotidiano es una guerra,
un campo de batalla, un constante conflicto. Lo damos por inevitable, nunca nos
preguntamos si somos capaces de vivir una vida de paz absoluta, lo que
significa una vida sin conflicto alguno. El conflicto existe porque hay
contradicción en nuestro interior, lo cual es bastante simple de ver; tenemos
diferentes deseos que se contradicen entre sí, exigencias opuestas, lo cual
genera conflicto. Hemos aceptado todo eso como inevitable, como parte de
nuestra existencia, y nunca lo cuestionamos.
… No puede haber paz o
felicidad en el mundo a menos que nosotros, como individuos, cultivemos la
sabiduría que da por resultado la serenidad. Muchos piensan que, sin considerar
su propia naturaleza interna, su propia claridad de propósito, su propia
comprensión creadora, alterando en cierta medida las condiciones externas,
pueden producir paz en el mundo. Esto es, esperan tener fraternidad en el mundo
aun cuando en su interior estén atormentados por el odio, por la envidia, por
la ambición, etc. Que esta paz no puede existir a menos que el individuo, que
es el mundo, efectúe un cambio radical dentro de sí mismo, es obvio para
quienes piensen profundamente.
… La paz es un estado de la mente, implica
estar libre de todo deseo de seguridad porque una mente-corazón que busca
seguridad siempre está bajo la sombra del miedo. Nuestro deseo de seguridad no
afecta únicamente a la búsqueda de seguridad material, sino también de
seguridad interna, seguridad psicológica, y ese deseo de seguridad interna que
se expresa a través de la virtud, la creencia, la nación, es lo que ha creado
tanta limitación y, por tanto, conflicto entre grupos e ideas.
… Cada una de las
principales religiones tiene un historial de violencia manchado de sangre; inquisiciones, cruzadas, luchas entre sectas, persecuciones, terrorismo, lo
cual sigue vigente hoy en día. A la vez que proclamamos que el objetivo es la
paz en el mundo, bendecimos banderas militares, las colgamos en las iglesias y
luchamos en guerras por “Dios y el país”. También están aquéllos, que de hecho
no son pocos, que anhelan una guerra que ponga fin a todas las guerras, el
Apocalipsis, porque significaría el fin de la vida en la Tierra y serían
entonces catapultados al éxtasis, a un paraíso fruto de su imaginación en el
que solo ellos estarían a salvo, nadie más.
… Si queremos terminar con las guerras externas, empezar por
poner fin a su guerra interna, la guerra en uno mismo. Algunos asienten con la cabeza
y dicen: «Estoy de acuerdo», pero saldrán de aquí y seguirán haciendo
exactamente lo mismo que han venido haciendo durante los últimos diez o veinte
años. Ese asentimiento es sólo verbal y no tiene ninguna validez, porque el
sufrimiento y las guerras del mundo no terminarán asintiendo esporádicamente.
Sólo es posible poner fin a las guerras cuando uno se dé cuenta del peligro,
cuando uno se haga responsable y no deje esa responsabilidad en manos de otros.
Si uno se da cuenta del sufrimiento, si uno se da cuenta de la urgencia de una
acción inmediata y no la pospone, entonces uno se transforma realmente. La paz
sólo puede llegar cuando uno está en paz consigo mismo, cuando está en paz con
sus semejantes.
… La paz es nuestra responsabilidad, es responsabilidad
de cada uno de nosotros, no del político, del soldado, del abogado, del hombre
de negocios, del comunista, del socialista, de nadie. Es responsabilidad de
cada uno de nosotros, de cómo vivimos nuestra vida cotidiana. Si uno quiere paz
en el mundo, tiene que vivir pacíficamente, lo cual significa vivir sin odio,
sin envidia, sin ansia de poder, sin perseguir la rivalidad, porque el amor
nace con esa libertad, nace de estar libre de todo eso. Y solo una mente capaz
de amar conocerá lo que es vivir en paz.
… Hay muchas
organizaciones para la paz, pero hay muy pocos individuos libres, inteligentes
en el verdadero sentido de la palabra. Ustedes deben comenzar, como individuos,
a comprender la realidad; entonces la llama de la comprensión se expandirá
sobre la faz de la Tierra.”
J. Krishnamurti