“… ¿Es el universo,
nuestra idea del universo, diferente de nosotros? Todo es un solo movimiento,
las estrellas, los cielos, la luna, el sol; una energía tremenda. Nuestra
energía es muy limitada. ¿Podemos romper con esa limitación y ser nosotros
parte de ese inmenso movimiento de la vida?
… Estamos, pues,
recorriendo juntos una calle muy larga, eso requiere energía, y vamos a
examinar esta pregunta: ¿Qué es el amor? Para investigar esto muy
profundamente, muy a fondo, también tenemos que preguntarnos: ¿Qué es la
energía? Cada gesto que hacemos se basa en la energía. Mientras ustedes
escuchan al que habla están empleando energía. Construir una casa, plantar un
árbol, hacer un ademán, conversar, todas estas cosas requieren energía. El
llamado del cuervo, la salida y puesta del sol, todo esto es energía. El llanto
de un bebé cuando sale del vientre materno es parte de la energía. Tocar el
violín, hablar, casarse, tener sexo, todo en la tierra requiere energía.
Empezamos, pues: ¿Qué es la energía? Éste es uno de los
interrogantes que se plantean los científicos. Y dicen: La energía es materia.
Puede que sea materia, pero antes de eso, ¿qué es la energía primordial? ¿Cuál
es el origen, la fuente? ¿Quién ha creado esta energía? Tengan cuidado; no
digan «dios» y se escapen con eso. No acepto a dios. Quien les habla no tiene
«dios». ¿De acuerdo?
¿Qué es, entonces, la
energía? Estamos investigando, no aceptando lo que los científicos tienen que
decir al respecto. Y si pueden, abandonen todo lo que los pueblos antiguos han
dicho; déjenlo a la orilla del camino. Nosotros haremos un viaje juntos.
El cerebro de ustedes,
que es materia, es la experiencia acumulada de un millón de años, y toda esa
evolución implica energía. Así que me pregunto, ustedes se lo preguntan, si hay
una energía que no está contenida, animada o incluida dentro del campo del
conocimiento; o sea, dentro del campo del pensamiento. ¿Hay una energía no
generada por el pensamiento?
… También tenemos la energía psicológica,
que se disipa de varias maneras. Para tener esa energía psicológica, la mente
busca estímulos. El ir a la iglesia, presenciar un partido de fútbol, leer
literatura, escuchar música, asistir a reuniones como ésta, todas estas cosas
les estimulan; y si lo que quieren es que les estimulen, eso significa que
psicológicamente son dependientes. Todas las formas de buscar estímulos
implican depender de algo, ya sea una bebida, una droga, un orador o ir a la
iglesia; y seguramente, el depender de los estímulos, de la forma que sea, no
sólo embota la mente, sino que también contribuye a disipar la energía. Así
que, para conservar la energía, tiene que desaparecer toda forma de
dependencia, toda clase de estímulos; y para que desaparezca esa dependencia,
uno tiene que darse cuenta de ésta.
Tanto si uno depende del estímulo de su
esposa o marido, como de un libro, del trabajo que hace en la oficina, o de ir
al cine, es decir, de cualquier estímulo que uno busque; ante todo, tiene que
darse cuenta del estímulo. El limitarse a aceptar estímulos y vivir con ellos
disipa la energía y deteriora la mente. Ahora bien, si uno percibe los
estímulos y descubre todo su significado en su propia vida, podrá librarse de
ellos. Por medio del conocimiento de uno mismo, lo cual no es condenación de sí
mismo ni todo eso, sino simplemente darse cuenta de sí mismo sin elección, uno
aprende acerca de todo lo relativo a la influencia, la dependencia y los
estímulos; y ese movimiento mismo de aprender le da a uno la energía necesaria
para liberarse de toda dependencia del estímulo.
… Dije que requiere energía vivir con ‘lo
que es’; y se pregunta cómo adquiere uno energía. Os ruego que investiguéis
esto. Obtenéis energía cuando no tenéis conflicto, cuando no hay contradicción
en vuestra mente, ni lucha, ni violencia; cuando no estáis arrastrados en
opuestas direcciones por innumerables deseos. Disipáis esa energía adorando el
éxito, queriendo ser algo, queriendo ser famoso, queriendo realizar; ya
conocéis las innumerables cosas que hacemos, que producen contradicción.
Disipamos nuestra energía yendo al psiquiatra, a las iglesias, en las
innumerables evasiones que buscamos. Si no hay contradicción, si no hay temor
de los dioses, de lo último o de vuestro prójimo, de lo que otro diga, entonces
tenéis energía, no en escasa cantidad sino abundante. Y es necesario que
tengáis esa energía, esa pasión, para seguir hasta el fin mismo cada
pensamiento, cada sentimiento, cada sugerencia, cada intimación.
… Como sabéis, todos
queremos ser terriblemente respetables, ¿no es así?, los jóvenes tanto como los
viejos. La respetabilidad significa reconocimiento por parte de la sociedad; y
la sociedad sólo reconoce a los que tienen éxito, a los que son importantes, a
los famosos, e ignora a los demás. Adoramos, pues, el éxito y la
respetabilidad. Y cuando no os preocupa que la sociedad os crea o no
respetables, cuando no buscáis éxito, no queréis llegar a ser alguien, entonces
hay intensidad, lo que significa que no hay miedo y que no hay conflicto, ni
interna contradicción y, por consiguiente, tenéis abundante energía para seguir el
hecho hasta el fin mismo.
… Si no se compara con
otro, será lo que usted es. Por medio de la comparación, usted espera
evolucionar, crecer, volverse más inteligente, más hermoso. ¿Pero lo será
usted? El hecho es lo que usted es y al compararse, está fragmentando el hecho,
lo cual es una pérdida de energía. Ver lo que es usted realmente, sin ninguna
comparación, le da tremenda energía para mirar. Cuando puede verse sin
compararse con nadie, se coloca más allá de la comparación, lo cual no
significa que el contentamiento haya estancado la mente. Así vemos en esencia
cómo la mente gasta la energía que es tan necesaria para comprender la
totalidad de la vida.”
J. Krishnamurti