“... Nos estamos
preguntando, y espero que estemos reflexionando juntos, si esta prisión humana
con su dolor, soledad, ansiedad, sus exigencias y reafirmaciones personales y
su ansia de satisfacción, pues eso es nuestro condicionamiento, ése es el
contenido de nuestra conciencia y, por tanto, nuestra conciencia, si toda esa
estructura se puede transformar. Porque si no, nunca habrá paz en este mundo; se producirán tal vez pequeñas modificaciones, pero el hombre seguirá luchando,
peleándose, seguirá en perpetuo conflicto consigo mismo y con el exterior. De
manera que ésa es nuestra pregunta. ¿Podemos pensar juntos acerca de esto?
… La Tierra no ha conocido ningún periodo en
el que no haya habido guerras, en el que el hombre no haya matado al hombre;
una religión ha destruido a otra religión, una institución u organización ha
dominado y suprimido a otras. Consciente de esta lucha perpetua, ¿no se
pregunta alguna vez si es posible vivir en este mundo, no huir de él, no
recluirse en una comuna o convertirse en ermitaño o monje, sino vivir en este
mundo de una manera sensata, feliz e inteligente, sin que continúe toda esa
lucha por dentro y por fuera? Si lo hace, y espero que lo esté haciendo ahora
porque estamos pensando juntos, entonces usted debe exigir que haya una buena
sociedad.
… ¿Comprendemos alguna cosa por medio de la
lucha, por medio del conflicto? ¿No viene la comprensión cuando la mente está
totalmente en calma, cuando la acción del esfuerzo ha cesado? La mente que se
fuerza a estar en calma no es una mente tranquila, es una mente muerta,
insensible. Cuando el deseo está ausente es cuando comprendemos.
… ¿Se refiere usted a
por qué unas personas son serias y otras no? Antes que nada, ¿por qué tenemos
que dividirnos de ese modo? ¿Por qué no somos amables y afectuosos con los
demás? ¿Por qué tenemos que luchar unos con otros, crear enemistades y agrandar
nuestras diferencias? ¿Se da usted cuenta de lo desgraciados que hemos llegado
a ser a causa de esto?
… ¿Podremos ir hasta la
misma raíz de la violencia y librarnos de ella? De otra manera viviremos
eternamente en lucha unos contra otros. Si así es como le gusta a usted vivir,
y aparentemente es lo que quiere la mayoría, continúe de esa manera. Si usted
dice: “Bien, lo siento, pero la violencia nunca podrá terminar”, entonces usted
y yo no podemos comunicarnos, se ha bloqueado usted mismo. Pero si dice que
pudiera haber una manera diferente de vivir, entonces seremos capaces de
comunicarnos usted y yo.
Uno tiene que descubrir cómo vivir con otra
persona, sin ningún sentido de lucha ni de amoldamiento.
… Entendemos por
esfuerzo la lucha por la realización de uno mismo, por llegar a ser algo; soy
esto, y quiero llegar a ser aquello; no soy aquello, y debo llegar a serlo.
… Ante todo, creo que
debemos darnos cuenta de que nuestras mentes no son realmente libres. Todo lo
que vemos, todos los pensamientos que tenemos moldean nuestra mente; lo que
usted piensa ahora, lo que haya pensado en el pasado y lo que pueda llegar a
pensar en el futuro, todo eso moldea su mente. Lo que uno piensa es lo que le
han dicho los religiosos o los políticos, lo que le ha dicho en la escuela su
maestro o lo que ha leído en libros y periódicos. Todo eso influye en lo que
uno piensa. Lo que come, lo que mira, lo que escucha, su esposa, su marido, sus
hijos, su vecino, todo está moldeando su mente. Creo que esto es muy evidente.
Incluso cuando usted cree que hay Dios, o que no lo hay, también eso refleja la
influencia de la tradición. Así pues, nuestra mente es un campo en el que
existen muchas influencias contradictorias que luchan las unas contra las
otras.
… Qué extraño es el amor y qué respetable se
ha vuelto el amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a la familia. Qué
pulcramente se le ha dividido, el profano y el sagrado, deber y responsabilidad,
obediencia y buena voluntad, para morir y para dar muerte. Los sacerdotes
hablan de él y lo mencionan los generales cuando planean las guerras; de él se
lamentan eternamente los políticos y la dueña de casa. Los celos y la envidia
alimentan el amor, y en ese amor se encuentra aprisionada la relación. El amor
está en la pantalla y en las revistas, y lo pregona estridentemente la radio y
la televisión. Cuando la muerte se lleva al amor, está la fotografía en el
marco o la imagen que la memoria continúa repasando, o es celosamente mantenido
por medio de la creencia. Generación tras generación se educan en esto y así el
dolor prosigue interminablemente.
… Nos damos cuenta, pues, de que nuestras
mentes son muy limitadas. Hemos reducido la tierra y los cielos, el vasto
movimiento de la vida, a un pequeño rincón llamado el «yo», el «sí mismo», con
su perpetua lucha por ser o no ser. ¿De qué modo puede esta mente, que es tan
pequeña, tan mezquina, tan egocéntrica, abrirse paso por las fronteras, las
limitaciones que ella misma se ha impuesto? Como dije, sólo gracias a la
atención, en la que no existe opción alguna, puede ser vista la verdad. Y es
esta verdad la que termina con la esclavitud, la que derriba las limitaciones;
no lo hacen nuestro esfuerzo ni nuestra meditación, ni nuestras prácticas, ni
nuestras disciplinas, ni nuestros controles. Para hallarse en este estado de
atención se requiere, por cierto, un conocimiento del «yo» y de sus
comportamientos.
J. Krishnamurti