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VER AQUELLO QUE ES FALSO ES EL DESPERTAR DE LA INTELIGENCIA

 

   “... Nos estamos preguntando, y espero que estemos reflexionando juntos, si esta prisión humana con su dolor, soledad, ansiedad, sus exigencias y reafirmaciones personales y su ansia de satisfacción, pues eso es nuestro condicionamiento, ése es el contenido de nuestra conciencia y, por tanto, nuestra conciencia, si toda esa estructura se puede transformar. Porque si no, nunca habrá paz en este mundo; se producirán tal vez pequeñas modificaciones, pero el hombre seguirá luchando, peleándose, seguirá en perpetuo conflicto consigo mismo y con el exterior. De manera que ésa es nuestra pregunta. ¿Podemos pensar juntos acerca de esto?

   … Mire, yo me doy cuenta de que no hay seguridad en el nacionalismo y, por lo tanto, permanezco fuera, ya no sigo siendo indio. Veo que tampoco hay seguridad en el hecho de pertenecer a una determinada religión, y por eso no pertenezco a ninguna. ¿Qué significa eso? Observo cómo las naciones luchan entre sí, las comunidades luchan entre sí, las religiones luchan entre sí; observo esa estupidez y la propia observación despierta la inteligencia. Ver aquello que es falso es el despertar de la inteligencia.

   … La Tierra no ha conocido ningún periodo en el que no haya habido guerras, en el que el hombre no haya matado al hombre; una religión ha destruido a otra religión, una institución u organización ha dominado y suprimido a otras. Consciente de esta lucha perpetua, ¿no se pregunta alguna vez si es posible vivir en este mundo, no huir de él, no recluirse en una comuna o convertirse en ermitaño o monje, sino vivir en este mundo de una manera sensata, feliz e inteligente, sin que continúe toda esa lucha por dentro y por fuera? Si lo hace, y espero que lo esté haciendo ahora porque estamos pensando juntos, entonces usted debe exigir que haya una buena sociedad.

   … ¿Comprendemos alguna cosa por medio de la lucha, por medio del conflicto? ¿No viene la comprensión cuando la mente está totalmente en calma, cuando la acción del esfuerzo ha cesado? La mente que se fuerza a estar en calma no es una mente tranquila, es una mente muerta, insensible. Cuando el deseo está ausente es cuando comprendemos.

   … ¿Se refiere usted a por qué unas personas son serias y otras no? Antes que nada, ¿por qué tenemos que dividirnos de ese modo? ¿Por qué no somos amables y afectuosos con los demás? ¿Por qué tenemos que luchar unos con otros, crear enemistades y agrandar nuestras diferencias? ¿Se da usted cuenta de lo desgraciados que hemos llegado a ser a causa de esto?

   … ¿Podremos ir hasta la misma raíz de la violencia y librarnos de ella? De otra manera viviremos eternamente en lucha unos contra otros. Si así es como le gusta a usted vivir, y aparentemente es lo que quiere la mayoría, continúe de esa manera. Si usted dice: “Bien, lo siento, pero la violencia nunca podrá terminar”, entonces usted y yo no podemos comunicarnos, se ha bloqueado usted mismo. Pero si dice que pudiera haber una manera diferente de vivir, entonces seremos capaces de comunicarnos usted y yo.

   Uno tiene que descubrir cómo vivir con otra persona, sin ningún sentido de lucha ni de amoldamiento.

   … Entendemos por esfuerzo la lucha por la realización de uno mismo, por llegar a ser algo; soy esto, y quiero llegar a ser aquello; no soy aquello, y debo llegar a serlo.

   … Ante todo, creo que debemos darnos cuenta de que nuestras mentes no son realmente libres. Todo lo que vemos, todos los pensamientos que tenemos moldean nuestra mente; lo que usted piensa ahora, lo que haya pensado en el pasado y lo que pueda llegar a pensar en el futuro, todo eso moldea su mente. Lo que uno piensa es lo que le han dicho los religiosos o los políticos, lo que le ha dicho en la escuela su maestro o lo que ha leído en libros y periódicos. Todo eso influye en lo que uno piensa. Lo que come, lo que mira, lo que escucha, su esposa, su marido, sus hijos, su vecino, todo está moldeando su mente. Creo que esto es muy evidente. Incluso cuando usted cree que hay Dios, o que no lo hay, también eso refleja la influencia de la tradición. Así pues, nuestra mente es un campo en el que existen muchas influencias contradictorias que luchan las unas contra las otras. 

   … Qué extraño es el amor y qué respetable se ha vuelto el amor a Dios, el amor al prójimo, el amor a la familia. Qué pulcramente se le ha dividido, el profano y el sagrado, deber y responsabilidad, obediencia y buena voluntad, para morir y para dar muerte. Los sacerdotes hablan de él y lo mencionan los generales cuando planean las guerras; de él se lamentan eternamente los políticos y la dueña de casa. Los celos y la envidia alimentan el amor, y en ese amor se encuentra aprisionada la relación. El amor está en la pantalla y en las revistas, y lo pregona estridentemente la radio y la televisión. Cuando la muerte se lleva al amor, está la fotografía en el marco o la imagen que la memoria continúa repasando, o es celosamente mantenido por medio de la creencia. Generación tras generación se educan en esto y así el dolor prosigue interminablemente.

   … Nos damos cuenta, pues, de que nuestras mentes son muy limitadas. Hemos reducido la tierra y los cielos, el vasto movimiento de la vida, a un pequeño rincón llamado el «yo», el «sí mismo», con su perpetua lucha por ser o no ser. ¿De qué modo puede esta mente, que es tan pequeña, tan mezquina, tan egocéntrica, abrirse paso por las fronteras, las limitaciones que ella misma se ha impuesto? Como dije, sólo gracias a la atención, en la que no existe opción alguna, puede ser vista la verdad. Y es esta verdad la que termina con la esclavitud, la que derriba las limitaciones; no lo hacen nuestro esfuerzo ni nuestra meditación, ni nuestras prácticas, ni nuestras disciplinas, ni nuestros controles. Para hallarse en este estado de atención se requiere, por cierto, un conocimiento del «yo» y de sus comportamientos.

   J. Krishnamurti