“… Salvo la religión budista, la mayoría de las otras religiones están haciendo lo que usted dice. La religión es hoy un gran negocio. Algunas de las religiones organizadas lo hacen abiertamente, con todo su poder económico y su fuerza humana. Otros grupos lo hacen solo con su fuerza económica. Creer ciegamente en algo, cualquier cosa que sea, y luego tratar de imponérselo a otros es siempre un error. No hace falta que hablemos de las religiones organizadas como el islam o el cristianismo; sus actividades son de sobra conocidas. Pero esa misma actitud está ahora siendo adoptada por el hinduismo. Esta gente está construyendo templos en ciudades como Nueva York, Milwaukee y Filadelfia. ¿Qué necesidad hay de llevar a otros países todas las tonterías que aquí se realizan en nombre del hinduismo? ¿Por qué tenemos que exportarlo? ¿Qué se va a lograr llevando a esos lugares extranjeros toda esta superstición, esta pomposidad y esta parafernalia? La religión ha perdido su contenido real. Hoy es organizada como cualquier otro negocio, como cualquiera de las grandes compañías multinacionales. Y tras esas religiones organizadas operan fuerzas muy poderosas. Tienen dinero para gastar y no dudan en utilizar métodos duros. Los periódicos silencian sus actividades y no las critican porque no quieren perder a sus lectores. Tanto las religiones organizadas como los gurús, están interesados solamente en aumentar la fuerza de sus instituciones y el número de sus seguidores. ¿Es eso una religión o es mero fanatismo? ¿Y qué diferencia hay entre una religión así y la política?
… Su pregunta es si
personas conscientes podrían unirse para evitar el peligro que esas religiones
suponen. El problema es que hay muy pocas personas religiosas que sean
conscientes. La consciencia no va con la superstición. La corrupción está en
todas partes y las gentes llamadas religiosas contribuyen a ella. Vea a los
seguidores de todos esos gurús, vea cómo se pelean unos con otros diciendo: “Mi
gurú es mucho mejor que el tuyo”. ¿Dónde está la gente consciente? ¿La ve usted
en esos grupos que compiten? En cuanto a los intelectuales, ellos no quieren
saber nada de la religión. Rehúyen incluso la propia palabra “religión”.
Prefieren no tocar eso. Parece que no han investigado en absoluto la posible
existencia de algo sagrado, no tocado por el hombre, ni la posibilidad de
descubrir ese algo. Al mirar todo esto, uno se pregunta por qué no es posible
que exista una religión que no esté basada en creencias, en dogmas y en
rituales, sino en una vida diaria moral y ética. ¿Es posible encontrar ese algo
sagrado y vivir de acuerdo con ello? ¿Pero quién escucha estas palabras?
… La propia sencillez
de esta afirmación, «lo que es, es lo más sagrado», nos induce a un grave
error, porque no vemos la verdad que encierra, Si ve que ‘lo que es’ es
sagrado, entonces no matará, no promoverá guerras, no generará esperanzas ni
explotará; pero si ha hecho todas estas cosas no puede alegar inmunidad contra
una verdad que ha vulnerado. El hombre blanco que le dice al negro amotinado:
No interfiera, no incendie, ‘lo que es’, es sagrado, en realidad no ha visto,
porque si hubiese visto, el negro sería sagrado para él y entonces no habría
necesidad de quemar nada. Por tanto, si cada uno de nosotros ve esa verdad
habrá un cambio; el ver la verdad es el cambio.
… ¿Y por cuál pauta
habrá de juzgarse la verdad? Están los que dicen que el esfuerzo y el
experimento son necesarios para la verdad, ¿pero la verdad ha de ganarse a
través del esfuerzo, a través del experimento, de la prueba y el error? Están
los que luchan y hacen valientes esfuerzos, los que bregan de manera
espectacular, ya sea públicamente o quietos en una caverna; ¿y ellos habrán de
encontrar la verdad? ¿Es la verdad una cosa que haya de descubrirse mediante el
esfuerzo? ¿Existe un sendero hacia la verdad, vuestro sendero y el mío, el
sendero de uno que hace un esfuerzo y el sendero de otro que no lo hace? ¿Hay dos
verdades, o la verdad tiene muchos aspectos?
… Usted pregunta por un
cómo, pero el «cómo» es el gran error, es el factor que separa, porque existe
el «cómo» suyo, el «cómo» mío y el «cómo» de alguien más. Por tanto, si nos
olvidáramos para siempre de esa palabra empezaríamos realmente a investigar y a
dejar de buscar un método para conseguir un resultado prefijado. Ahora bien, ¿puede
descartar por completo esas ideas de un método, de un resultado? Si puede
establecer un resultado es porque ya lo conoce; por consiguiente, dicho
resultado está condicionado, no es libre. Pero si descartamos el método,
entonces ambos estamos en condiciones de investigar si es posible producir un
todo armonioso, sin inventar un agente externo, porque cualquier agente externo,
ya sea medioambiental o extra-ambiental, sólo agravará el problema. Antes que
nada, la mente es la que se divide a sí misma en sentimiento, intelecto, y
medio; la mente es la que inventa el agente externo, es la que crea el
problema.
… Lo que preguntamos es:
¿Nos hemos comunicado unos con otros? ¿Hay comunión sobre algo entre usted y el
que habla? Cuando usted le dice a alguien: «te amo», esas pocas palabras
bastan; ha comunicado usted algo que siente muy profundamente, algo muy real,
que no son simples palabras. Y si podemos decirlo de esta manera, «¿hay amor en
nosotros, lo que es realmente un estado de comunión, no sentimiento ni emoción,
no toda esa bagatela, sino libertad; hay amor de modo que seamos seres humanos
totalmente distintos?» Al fin y al cabo, tal es el sentido de esta reunión,
acudir al fundamento mismo de nuestro ser para que descubramos algo de una
dimensión por completo diferente. Podemos cometer un error, probablemente lo
cometeremos, pero cuando así sea, podemos verlo de inmediato y eliminarlo sin
seguir encenagándonos en ese error.
… Escuchar es lo más
importante, no lo que practique después. Escuchar es una acción instantánea,
mientras que practicar hace que los problemas se prolonguen. Practicar es
inatención. Nunca practique, porque sólo puede practicar errores; sin embargo,
aprender es siempre nuevo.”
J. Krishnamurti