“ ... ¿Qué falla en nosotros? ¿Somos los seres humanos fundamentalmente imperfectos, profundamente irracionales? Desde mucho antes de que empezáramos a computarlas, ya había guerra tras guerra entre vecinos, entre tribus o ciudades, y más tarde entre naciones y alianzas de naciones. ¿Ha existido alguna vez un período sin ningún conflicto en el mundo? ¿Por qué después de tantos años de convivencia en este mundo de tal belleza natural seguimos sin estar en armonía con él? ¿Por qué a pesar del enorme potencial del espíritu humano en sus momentos más sublimes y creativos no podemos vivir en armonía unos con otros?
... ¿Es posible realmente vivir en paz? En el
mundo no hay paz, lo que hay es caos, desorden, enorme peligro, terrorismo. El
dolor y la confusión existen siempre en el mundo; hay siempre en él este
problema de lucha y sufrimiento. Llegamos a ser conscientes de este conflicto,
de este dolor, cuando nos afecta personalmente o cuando está inmediatamente a
nuestro alrededor, como lo está ahora. Los problemas de la guerra han existido
antes, pero a la mayor parte de nosotros no nos han interesado porque estaban
muy lejanos y no nos afectaban personal y profundamente, pero ahora la guerra
está a nuestras puertas y esto parece dominar la mente de la mayor parte de la
gente.
Creo que cada grupo que auspicia la guerra
siempre dice que esta es para protegerse a sí mismo. Siempre ha habido guerras,
ofensivas y defensivas, pero hay guerras que han constituido un juego peculiar
y monstruoso a través de los siglos. Y a pesar de que infortunadamente se nos
considera educados y cultos, todavía disfrutamos de las más salvajes prácticas
de carnicería. ¿Podríamos pues, penetrar en la cuestión de lo que es esta
violencia excesiva, esta agresión del hombre? ¿Podríamos ver si es del todo
posible que estemos libres de ella?
... Como cristianos, ustedes manifiestan amar a
su prójimo, eso es el ideal. ¿Qué sucede en realidad? El amor no existe, sino
que tenemos miedo, hay dominación, crueldad y todos los horrores y absurdos del
nacionalismo y la guerra. En teoría es una cosa y en los hechos es todo lo
contrario. Pero si dejan de lado por el momento sus ideales y de verdad se
enfrentan a lo real, si en vez de vivir en un futuro romántico afrontan sin
ilusión alguna lo que tiene lugar en todo instante, entregando a ello por
completo la mente y el corazón, entonces actuarán y conocerán el movimiento de
la realidad. Ahora están confundiendo los hechos con las teorías. Han separado
lo real de lo teórico, de las esperanzas y los anhelos. Cuando se enfrentan con
lo real, hay acción; pero si escapan hacia ideales, hacia la seguridad de la
ilusión, entonces no actuarán. Cuanto mayor es el ideal, mayor es su poder de
mantener al hombre en una ilusión, en una prisión. Sólo comprendiendo el
movimiento profundo de la vida con todo su sufrimiento y su felicidad, la mente
puede liberarse de las ilusiones y los ideales. Cuando la mente se halla
mutilada por las esperanzas y los anhelos que se convierten en ideales, no
puede comprender el presente. Pero cuando comienza a liberarse de estas
esperanzas e ilusiones respecto del futuro, entonces la acción despertará esa
inteligencia que es la vida misma, el devenir eterno.
... Ahora bien, una inteligencia así, cuando
está despierta, puede cooperar verdaderamente, no con las estupideces, sino con
otras inteligencias. Tomemos, por ejemplo, lo que ocurre en relación con la
guerra. Para comprender toda la cuestión de la guerra debemos pensar, desde el
principio mismo, no según un punto de vista nacionalista, racial o de clase. La
guerra es intrínsecamente mala. En tanto la inteligencia esté funcionando, no
hay excusa para la guerra. Pero, como estamos gobernados principalmente por los
políticos, los explotadores y gente por el estilo, nos vemos forzados a una
guerra tras otra, y se esgrimen múltiples razones para explicar la
inevitabilidad y necesidad de las guerras. Mientras no pensemos de manera clara
y fundamental, desde el principio mismo, con respecto a esta cuestión, un día
estaremos a favor de la paz y al día siguiente estaremos a favor de la guerra,
porque no hemos descubierto por nosotros mismos, fundamentalmente, las
espantosas crueldades, los odios raciales, las explotaciones que dan origen a
la guerra. Cuando haya una inteligencia despierta, no solo de parte de ustedes, sino también de los políticos, de los gobernantes, solo entonces habrá paz.
... Mientras queramos que nuestros hijos sean
poderosos, que tengan mayores y mejores colocaciones, que tengan más y más
éxito en la vida, no hay amor en nuestros corazones, porque el culto al éxito
estimula el conflicto y la miseria. Amar a los hijos significa estar en
completa comunión con ellos, es tratar de que reciban la clase de educación que
les ayude a ser sensibles, inteligentes e integrados.
... Uno de nuestros mayores problemas es el
dolor. Hemos aceptado el dolor como una forma de vida, lo mismo que hemos
aceptado la guerra como una forma de vida; guerra no solo en el campo de
batalla, sino guerra dentro de nosotros mismos, la perpetua lucha, tanto
interna como externa. Hemos aceptado el dolor como un modo de vivir, pero nunca
nos hemos preguntado si es del todo posible terminar con él por completo.
... La crisis no está fuera, en la economía, en la guerra, en la bomba, en los políticos o los científicos, sino que la crisis está dentro de nosotros, está en nuestra conciencia. Hasta que comprendamos bien a fondo la naturaleza de esa conciencia e investiguemos, ahondemos profundamente en ella descubriendo por nosotros mismos si en esa conciencia puede haber una mutación total, el mundo seguirá creando más desdicha, más confusión, más horror. De modo que nuestra responsabilidad no radica en alguna forma de acción altruista de tipo económico o político, sino en comprender la naturaleza de nuestro ser, comprender por qué los seres humanos que han vivido en esta bella y exquisita tierra han llegado a ser lo que son.
... Solo el amor, solo la buena voluntad, solo la misericordia puede traer orden y paz finalmente y, por lo tanto, ahora.”
J. Krishnamurti
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