Translate

LA COMPRENSIÓN SÓLO LLEGA, POR CIERTO, CUANDO LA MENTE ESTÁ MUY QUIETA.

   “¿No es necesario, si queremos comprender algo, que la mente esté serena? Si tenemos un problema, él nos preocupa, ¿no es así? Lo ahondamos, lo analizamos, lo desmenuzamos en la esperanza de comprenderlo. ¿Pero es posible comprender por medio del esfuerzo, del análisis, de la comparación, por medio de la lucha mental en cualquiera de sus formas? La comprensión, por cierto, sólo llega cuando la mente está muy quieta. Decimos que cuanto más luchemos con el problema del hambre, de la guerra o con cualquier otro problema humano, cuanto más entremos en conflicto con él, más lo comprenderemos. ¿Pero es eso verdad? Las guerras, el conflicto entre individuos y sociedades, han continuado a través de los siglos. La guerra interna o externa está siempre presente. ¿Hallamos solución a esa guerra, a ese conflicto, con más conflicto, con más lucha, con un sagaz esfuerzo? ¿O entendemos el problema tan sólo cuando nos hallamos directamente frente a él, cuando nos encaramos con el hecho? Y sólo podemos encararnos con el hecho cuando no se interpone agitación alguna entre la mente y el hecho. ¿No es pues importante, si es que hemos de comprender, que la mente esté quieta? 

   … Es porque somos nacionalistas y estamos listos para defender nuestros Estados soberanos, nuestras creencias y nuestras posesiones, que tenemos que estar perpetuamente armados. La propiedad y las ideas han llegado a ser para nosotros más importantes que la vida humana; así pues, hay constante antagonismo y violencia entre nosotros y el resto de la humanidad. Al mantener la soberanía de nuestro país, destruimos a nuestros hijos; al rendir culto al Estado, que es sólo una proyección de nosotros mismos, sacrificamos a nuestros hijos por nuestra propia satisfacción. El nacionalismo y los gobiernos soberanos son las causas y los instrumentos de la guerra.

  … ¿Pueden los padres reclamar que aman a sus hijos cuando al educarlos erróneamente fomentan la envidia, la enemistad y la ambición? ¿Es acaso el amor el que estimula los antagonismos nacionales y raciales que conducen a la guerra, a la destrucción y a la completa miseria, el que coloca al hombre frente al hombre en nombre de la religión y de las ideologías?

   … Probablemente tenemos violencia en nuestros corazones. Nunca hemos estado libres de un sentimiento de antagonismo, de venganza; jamás nos hemos liberado de nuestros miedos, de nuestros sufrimientos, de nuestras heridas internas y de nuestra angustia cotidiana; nunca tenemos paz y bienestar, siempre vivimos atormentados. Ello forma parte de nuestra vida, de nuestro sufrimiento diario. El hombre ha intentado muchos, muchos métodos para librarse de este sufrimiento en el que no hay amor, lo ha reprimido, ha escapado de él, se ha identificado con algo más grande, se ha entregado a algún ideal, a alguna fe o creencia. Y parece que este dolor jamás puede terminarse, nos hemos acostumbrado a él, lo soportamos, lo toleramos y nunca nos preguntamos seriamente, con interés profundo y lúcido, si es posible terminar con el dolor.

   … Estamos formulando una pregunta muy seria: ¿qué es lo que está lastimado? El cerebro tiene la capacidad de crear imágenes. Las imágenes son las ilusiones. Nosotros tenemos ilusiones; la guerra es una ilusión y la aceptamos. Ustedes aceptan matar a otro ser humano, matar otra vida; aceptan eso como parte de la imagen que tienen. Ustedes tienen muchas, muchísimas imágenes. Y una de esas imágenes es: “me lastiman”. Estamos investigando cuál es la entidad lastimada. La entidad es la imagen que he construido de mí mismo. Pienso que soy un gran hombre y viene uno de ustedes y me dice: “no sea idiota”. Quedo lastimado. Donde hay comparación, hay heridas psicológicas.  Cuando me comparo con alguien que es más hábil, más brillante, más inteligente, o sea, cuando existe el medir, tengo que quedar lastimado. Así que, por favor, investiguen si pueden ustedes vivir sin comparar, sin medir. Siempre estamos comparándonos con alguien. Comienza en la escuela, cuando al niño se le dice que debe ser tan bueno como su hermano. Eso es comparación, eso es medida, y ese proceso continúa a lo largo de toda la vida.

   … Si se aferran ustedes a sus propias opiniones, por sutiles u obstinadas que puedan ser, entonces va a resultar imposible que tengamos una conversación o nos comuniquemos uno con otro. Esto debe comprenderse claramente desde el comienzo mismo de estas pláticas, que ustedes y quien les habla vamos a examinar estas cosas, no desde algún punto de vista religioso, ni como comunistas, socialistas, marxistas, conservadores, o como pertenecientes a la izquierda o a la derecha o a alguna nación en particular, sino que vamos a examinarlo todo en libertad. Para examinar, uno debe tener una mente libre, no una mente llena de opiniones, no una mente tradicional; no debe uno pertenecer a ninguna secta, a ninguna orden, institución o grupo religioso. Están las amenazas de la guerra, de la guerra nuclear o convencional; está la decadencia de todas las religiones; no hay actividad moral. Casi todos nosotros vivimos superficialmente, intelectualmente; jamás examinamos, jamás cuestionamos, jamás dudamos, todo eso está ocurriendo en el mundo. Y para examinar, inquirir, observar, se requieren una mente y un corazón muy claros, un cerebro que no esté apegado a ninguna tradición. El cerebro se ha desarrollado a través de milenios y ya viene condicionado. Si no nos damos cuenta de las actividades de nuestras propias respuestas sensorias, se vuelve casi imposible examinar y observar lo que está sucediendo en el mundo.

   … ¿Qué entiendes por el futuro? De aquí veinte o cincuenta años, ¿es eso para ti el futuro? El futuro que está a muchos años de distancia es muy incierto, ¿no es así? Tú no sabes qué es lo que va a suceder. ¿De qué te sirve, entonces, que te preocupes o te inquietes al respecto? Puede haber una guerra, una epidemia, cualquier cosa puede ocurrir; de modo que el futuro es incierto, desconocido. Lo que importa es cómo vives ahora, lo que piensas, lo que sientes ahora. Importa muchísimo el presente, el hoy, no el mañana o lo que va a suceder de aquí a veinte años; y comprender el presente requiere muchísima inteligencia.

    J: Krishnamurti


PONGAN SU MENTE Y CORAZÓN EN VER EL MUNDO COMO ES, NO COMO CREEN QUE DEBERÍA SER, SINO COMO ES EN REALIDAD

   “… ¿Qué significa estar relacionado con personas, con individuos, estar relacionado con el mundo, con la naturaleza, ¿con todo lo que está ocurriendo? ¿Cómo puede uno estar relacionado, no simplemente con su esposa o marido, sino con todo lo que acontece en el mundo? ¿Cómo es eso posible si usted está aislado, si todo su pensamiento, su actividad, su ocupación, sus palabras, le están aislando, que es como decir: ¿Yo primero, y al diablo con todos los demás?

   Les ruego que no olviden esta cuestión. Pongan su mente y corazón en ver el mundo como es, no como creen que debería ser, sino como es en realidad. Cuando ustedes lo vean claramente, el mismo acto de ver puede darles la respuesta.

   … El pensamiento nunca puede profundizar mucho en ningún problema de relación humana, porque es superficial y antiguo, es el resultado del pasado. El pasado no puede contactar con algo que es totalmente nuevo; puede explicar lo nuevo, organizarlo, hablarlo, pero la ‘palabra’ no es lo nuevo. El pensamiento es la palabra, el símbolo, la imagen, pero, ¿existiría el pensamiento sin estos símbolos? Hemos utilizado el pensamiento para remodelar, para cambiar la estructura social, pero como el pensamiento forma parte del pasado, esa estructura del nuevo modelo está basada en lo viejo. De modo que, básicamente, el pensamiento divide, fragmenta y, haga lo que haga, será divisivo y contradictorio.

   Por más que filosófica o religiosamente exponga la necesidad de una nueva estructura social, siempre llevará incorporada la semilla de la destrucción, de la guerra y la violencia. El pensamiento no es el camino hacia lo nuevo, sólo la meditación abre la puerta a lo que es eternamente nuevo. La meditación no es un truco del pensamiento, es ver la inutilidad del pensamiento y la limitación del intelecto. El intelecto y el pensamiento son necesarios en la actividad de todo lo mecánico, pero el intelecto es una percepción parcial del todo, y la meditación es ver el todo. El intelecto puede funcionar sólo en el campo de lo conocido, por eso la vida se convierte en una rutina monótona de la cual intentamos escaparnos por medio de sublevaciones y revoluciones, para luego caer de nuevo en otro campo de lo conocido. Esta modificación no es cambio en absoluto, porque es un producto del pensamiento, que siempre pertenece a lo viejo; la meditación es desconectarse de lo conocido. Únicamente hay una liberación, la liberación de lo conocido. Y la belleza y el amor residen en esta liberación.

   … De forma que cuando utilizamos la palabra ‘meditación’, no nos referimos a algo que hay que practicar, no tenemos método alguno. La meditación significa ser consciente, darse cuenta de lo que uno está haciendo, de lo que está pensando, de lo que está sintiendo, darse cuenta sin opción alguna, observar y aprender. Meditar significa ser consciente del propio condicionamiento, cómo ha sido condicionado por la sociedad en la que vive, en la que se ha educado, por la propaganda religiosa; ser consciente sin elección alguna, sin distorsión, sin desear ser diferente. De ese darse cuenta surge la atención, la capacidad de estar completamente atento; entonces hay libertad para ver las cosas como realmente son; sin distorsión la mente se vuelve lúcida, clara y sensible. Una meditación así genera una cualidad en la mente que permanece en completo silencio. Uno puede seguir hablando de esa cualidad, pero no tiene ningún sentido a menos que sea un hecho.

   Es muy importante descubrir uno mismo lo que realmente ‘es’, no de acuerdo con las teorías, las aseveraciones y experiencias de psicólogos, filósofos y gurús, sino investigando toda la naturaleza y el movimiento de uno mismo, para ver lo que realmente uno es. Parece que seamos incapaces de comprender la enorme importancia de ver lo que somos como un hecho, como si nos estuviéramos viendo psicológicamente en un espejo, y de ese modo producir una transformación en la estructura de uno mismo. Cuando uno de forma radical y profunda produce una transformación o mutación semejante, entonces esa mutación afecta a toda la conciencia del hombre. Este es un hecho incuestionable, una realidad. Por eso es de suma importancia provocar una transformación radical si uno es realmente serio, si uno está preocupado por el mundo tal como es, con toda su tremenda desdicha, confusión e inseguridad, con todas las divisiones religiosas y nacionales, con sus guerras, con su acumulación de armamentos, gastando sumas enormes para prepararse para la guerra, para matar a la gente en nombre de la nación, etc.

   … Al comprender pues, todas estas cosas, al comprender las causas de la guerra, de la presente catástrofe, de la presente crisis moral y social, y al ver a un tiempo las causas y los resultados, uno empieza a percibir que la función del educador consiste en crear nuevos valores, no en reducirse a implantar valores existentes en la mente del alumno, lo cual no hace más que condicionarlo, sin despertar su inteligencia. Mas cuando el propio educador no ha visto cuáles son las causas del caos presente, ¿cómo puede él crear nuevos valores?, ¿cómo puede despertar inteligencia?, ¿cómo puede impedir que la próxima generación continúe en la misma huella, que al final conducirá a un desastre aún mayor? 

   Entonces, por cierto, tiene importancia que el educador no se reduzca a implantar ciertos ideales y transmitir mera información, sino que consagre todo su pensamiento, todo su esmero, todo su afecto, a crear el ambiente apropiado, la atmósfera conveniente para que, cuando el niño crezca y alcance la madurez, sea capaz de habérselas con cualquier problema humano que se le plantee. La educación pues, está en íntima relación con la actual crisis mundial; y todos los educadores, al menos en Europa y América, están dándose cuenta de que la crisis es el resultado de una educación errónea. La educación sólo puede ser transformada educando al educador y no simplemente creando una nueva norma, un nuevo sistema de acción.”

    J. Krishnamurti


PERO YA LO VE, ES MÁS FÁCIL LEER UN LIBRO ACERCA DE UNO MISMO QUE OBSERVARSE

   “… Es un día tan encantador, y quizá el hablar sobre cosas serias forme parte de ese encanto. Esta mañana quisiera empezar por considerar con vosotros cuán superficiales somos la mayoría de nosotros. Y detrás de esta superficialidad de nuestra existencia, detrás de la diaria rutina del trabajo, el matrimonio, el sexo, los hijos, hay una honda sensación de desesperación y angustia. Creo que la mayoría de nosotros nos damos cuenta de esto, consciente o inconscientemente. Aunque tengamos una pequeña propiedad, posición, prestigio, tras de toda esta superficialidad hay, para la mayoría de nosotros, una sensación de ansiedad que no es causada por nada en particular; pero cuando no estamos atareados con las actividades inmediatas de la vida, allí está penetrando profundamente en nuestros pensamientos y sentimientos. Esta ansiedad, este sentimiento de desesperación, no se limita a los que van envejeciendo, sino que es experimentado también creo, por los jóvenes, por los que aún tienen que hacer su camino en el mundo, que se preocupan de su porvenir, de triunfar en la vida, que se preocupan del matrimonio, del sexo, de los hijos, del hogar. Para la mayoría de nosotros existe esa sensación subyacente de completa desesperación, el sentimiento de ‘¿para qué sirve todo esto?’ Así ocurre especialmente ahora, que el mundo está acosado por el espectro de una inminente catástrofe. Creo importante hablar de esto porque, como somos muy superficiales, recurrimos a diversas formas de evasión, o bien tratamos de encontrar modos y medios de penetrar en el significado de la vida.

   … Así pues, una mente que no es alerta, vital, un corazón que no es afectuoso, pleno, ¿cómo pueden ser creativos? Y como no sois creativos buscáis estímulo en el sexo, en la diversión, en los cines, en los teatros, observando el juego de otros mientras vosotros permanecéis como espectadores; otros pintan la escena o danzan y vosotros sois meros observadores. Eso no es creación. Asimismo, si en el mundo se imprimen tantos libros, es porque vosotros os limitáis a leer. No sois creadores. Donde no hay creación, el único desahogo lo brinda el sexo, y eso es prostituir a vuestra esposa o esposo. No tenéis una idea, señores, de todo lo que eso implica, de su perversidad y de su crueldad. Sé que estáis incómodos. No reflexionáis sobre este asunto. Cerráis vuestra mente, y a causa de ello el sexo ha llegado a ser un inmenso problema en la civilización moderna; o es la promiscuidad, o es el hábito mecánico del desahogo sexual en el matrimonio. El sexo seguirá siendo un problema mientras no haya estado creativo del ser. Puede que limitéis los nacimientos o que adoptéis diversas prácticas, pero no estáis libres del sexo. La sublimación no es libertad, la represión no es libertad, el control no es libertad. Sólo hay libertad cuando hay afecto, cuando hay amor. El amor es puro; y cuando eso falta, el tratar de haceros puros mediante la sublimación del sexo es simple estupidez. El factor que purifica es el amor, no vuestro deseo de ser puros. El hombre que ama es puro, aunque sea sexual; y el sexo, sin amor, es lo que actualmente representa en nuestra vida una rutina, un feo proceso, algo que ha de evitarse, ignorarse, suprimirse o disfrutarse.

    … No bien nos consideremos unos a otros como seres humanos, como individuos, no como cosas para ser poseídas, surge una posibilidad de entendimiento y de superar el conflicto que existe entre dos personas en el matrimonio.

   … Para la mayoría de las personas hay conflicto, sufrimiento, y un amoldamiento incesante en el matrimonio; y para muchos, el deseo de alcanzar la verdad no es sino una forma de escapar de esta lucha.

   … Desde luego hay explicaciones en los libros, todas las razones psicológicas de que los seres humanos se comporten de esa manera tan propia y peculiar, las razones de que sean violentos. Todo esto ha sido explicado por autores eminentes, psicólogos, etc., en distintas clases de libros. Pero lo que leemos no es lo que somos. Lo que somos, el modo como nos conducimos, el porqué de nuestra ira, de nuestra envidia, de nuestras depresiones, lo aprendemos mucho más observándonos que por medio de un libro que nos dice lo que somos. Pero ya lo ve, es más fácil leer un libro acerca de uno mismo que observarse. El cerebro está acostumbrado a reunir información de todas las acciones y reacciones externas. ¿Acaso no encuentra uno mucho más cómodo que lo dirijan, que otros le digan lo que debe hacer? Los padres, especialmente en los países orientales, le dicen a uno con quién debe casarse y arreglan el matrimonio, le dicen qué carrera debe seguir. De ese modo, el cerebro acepta el camino fácil, y el camino fácil no siempre es el camino correcto. No sé si ha notado que ya nadie ama su trabajo, excepto quizás unos pocos científicos, artistas, arqueólogos. Pero al hombre común, al hombre promedio, raramente le gusta lo que hace. Está obligado por la sociedad, por sus padres o por el impulso de ganar más dinero.

   … Como soy insuficiente, pobre, me valgo de otra persona, mi mujer, mi empleado, o quien sea, para encubrir mi vacuidad interior. El poseído, por consiguiente, cobra importancia como medio de escapar a mi propia soledad; y naturalmente, me vuelvo celoso, envidioso, cuando el otro, que me ayuda a huir de mí mismo, se fija en alguna otra persona. De suerte que, para comprender todo este proceso humano que es en extremo complejo y sutil, hay que tener inteligencia. La inteligencia también es amor, no mero intelecto; y no podemos tener amor si, por una parte, somos crueles en nuestros negocios, en la vida diaria y, por la otra, tratamos de ser gentiles, tiernos y misericordiosos. No podéis ser ambas cosas. No podéis ser ricos y ambiciosos, y al mismo tiempo afectuosos y tiernos. No podéis ser un capitán de industria o un gran político y, sin embargo, ser compasivo. Ambas cosas no pueden ir juntas. Y es solo cuando hay amor, misericordia, es decir, inteligencia, la más alta forma de inteligencia, que este problema puede ser resuelto.

   … Tenéis cerebro para descubrir, y quedáis atrapados en el cerebro. El amor no es simple pensamiento, los pensamientos son tan solo la acción externa del cerebro. El amor es mucho más hondo, mucho más profundo; y sólo en el amor puede descubrirse la profundidad de la vida.”

    J. Krishnamurti

LA VERDAD NO PERTENECE A VOSOTROS NI A MÍ

   “… Usted probablemente haya oído la palabra meditación o leído algo al respecto, o tal vez haya seguido a algún gurú que le dice lo que tiene que hacer. Ojalá nunca hubieran oído esa palabra, entonces su mente estaría despejada para investigar. Algunas personas han estado en la India, pero no sé a qué van, la verdad no está allí; hay cierto encanto romántico, pero eso no es la verdad. La verdad está donde usted se encuentre. No está en algún país extranjero, está donde esté usted. La verdad es lo que usted está haciendo, cómo se comporta. Está ahí, no en afeitarse la cabeza ni en todas esas estupideces que el hombre ha hecho. ¿Por qué habría usted de meditar? El significado de esa palabra es ponderar, reflexionar, mirar, percibir, ver claramente. Para ver con claridad, para observar sin distorsión, debe haber un darse cuenta de su trasfondo, de su condicionamiento. Simplemente darse cuenta del mismo, no cambiarlo, alterarlo, transformarlo o librarse de él, sino observarlo sin más. Ver en esa observación, claramente y sin distorsión todo el contenido de la conciencia es el principio y el fin de la meditación. El primer paso es el último.

   … ¿Podemos encontrar a Dios si vamos en busca de él? ¿Puede usted ir en busca de lo desconocido? Para encontrar algo, uno debe saber qué está buscando. Si usted procura encontrar, lo que encuentre será una proyección de sí mismo, será lo que usted desea; y lo que crea el deseo no es la verdad. Ir en busca de la verdad es negarla. La verdad no tiene morada fija; no hay sendero ni guía que conduzcan hacia ella, y la palabra verdad no es la verdad. ¿Puede la verdad ser hallada en un medio particular, en un clima especial, entre determinadas personas? ¿Está aquí y no allá? ¿Es tal persona la que nos guía hacia la verdad y no otra? ¿Existe, acaso, guía alguna? Cuando la verdad es buscada, lo que encontramos sólo puede provenir de la ignorancia, porque la búsqueda misma nace de la ignorancia. Uno no puede buscar la realidad, «uno» debe cesar para que la realidad sea.

   … No hay camino alguno que nos conduzca a la verdad, y no hay dos verdades. La verdad no es del pasado ni del presente, es intemporal; y el hombre que cita la verdad del Buda, de Shankara, de Cristo, o aquel que meramente repite lo que yo digo, no encontrará la verdad, porque la repetición no es la verdad. La repetición es una mentira. La verdad es un estado del ser que surge cuando la mente que busca dividir, ser exclusiva, que solo puede pensar en términos de resultados, de logros, ha llegado a su fin. Sólo entonces existirá la verdad. La mente que hace esfuerzos, que se disciplina a fin de lograr un objetivo, esa mente no puede conocer la verdad, porque el objetivo es su propia proyección, y el hecho de perseguir esa proyección, por noble que sea, es una forma de culto de sí misma. Un ser así es un ególatra y, por lo tanto, no puede conocer la verdad. La verdad es para conocerse sólo cuando comprendemos el proceso total de la mente, es decir, cuando no luchamos.

   … Así que nuestro primer interés es liberar del instinto posesivo a la mente y al corazón, y eso podemos hacerlo sólo cuando tal instinto posesivo se vuelve un veneno para nosotros, cuando sentimos el sufrimiento, la angustia que ese veneno ocasiona. Ahora ustedes tratan de escapar de ese sufrimiento. Quieren que yo les diga cuál es mi ideal del amor, de la belleza, de modo que puedan convertirlo en otro patrón, en otra norma, o comparar mi ideal con el de ustedes, esperando con eso comprender. La comprensión no adviene comparando. Yo no tengo ningún ideal, ningún patrón de conducta. La belleza no está divorciada de la acción. La verdadera acción es la armonía misma de todo el ser. ¿Qué significa eso para ustedes? Significa nada más que palabras vacías, porque sus acciones carecen de armonía, porque piensan una cosa y hacen otra.

   Uno puede encontrar la libertad duradera, la verdad, la belleza, el amor, que son una y la misma cosa, cuando ya no busca nada de eso. Por favor, traten de comprender lo que estoy diciendo. El significado que le asigno es sutil solo en el sentido de que ello puede ser realizado infinitamente. Digo que la búsqueda misma de ustedes está destruyendo el amor, destruyendo su sentido de la belleza, de la verdad, porque esa búsqueda no es sino un escapar, un evadirse del conflicto. Y la belleza, el amor, la verdad, esa esencia divina de la comprensión, no puede hallarse escapando del conflicto, se encuentra en el conflicto mismo.

   … En tanto tenga uno renuencia a ser nada, que es lo que ocurre con ustedes, debe inevitablemente engendrar dolor y antagonismo. La buena disposición a ser nada no es una cuestión de renunciamiento, de esfuerzo interno o externo, sino de ver la verdad de `lo que es´. El hecho de ver la verdad de lo que es nos libera del miedo a la inseguridad, del miedo que engendra apego y nos lleva a la ilusión del desapego, de la renunciación. El amor a lo que es, es el principio de la sabiduría. Sólo el amor comparte, sólo en el amor hay comunión; pero el renunciamiento y el autosacrificio son los caminos del aislamiento y de la ilusión. 

   … La verdad no puede buscarse, ella viene a nosotros. Sólo podéis ir en pos de lo que es conocido. Cuando la mente no está torturada por lo conocido, por los efectos de lo conocido, sólo entonces la verdad puede revelarse. La verdad está en toda hoja, en toda lágrima; ha de ser captada de instante en instante. Nadie puede conduciros a la verdad; y si alguien os conduce, sólo puede ser a lo conocido. La verdad sólo puede venir a la mente que está vacía de lo conocido. Adviene en un estado en el cual lo conocido está ausente, no actúa. La mente es el almacén de lo conocido, el residuo de lo conocido; y para que la mente se halle en ese estado en que lo desconocido se manifiesta, ella debe darse cuenta de sí misma, de sus experiencias anteriores, conscientes, así como inconscientes, de sus respuestas, reacciones y estructura. Cuando hay completo conocimiento de uno mismo, entonces lo conocido tiene fin, y la mente está del todo vacía de lo conocido. Solo entonces la verdad puede venir a vosotros, sin que la invitéis. La verdad no pertenece a vosotros ni a mí. No podéis rendirle culto. No bien es conocida, ella es irreal. El símbolo no es la realidad, la imagen no es lo real; mas cuando hay comprensión de uno mismo, cesación “yo”, entonces adviene lo eterno.”

    J. Krishnamurti


LA TOLERANCIA ES LA ACEPTACIÓN CIVILIZADA DE UNA DIVISIÓN ENTRE LAS GENTES

   “… Los seres humanos están condicionados por la propaganda, por la sociedad en la que se han criado, donde cada religión afirma que su propio camino es el mejor. Hay miles de gurús que sostienen que sus métodos, su sistema, su forma de meditación son el único camino que conduce a la verdad. Y si uno observa con atención, ve que cada discípulo tolera complaciente a los discípulos de otros gurús. La tolerancia es la aceptación civilizada de una división entre las gentes: política, religiosa o social. El hombre ha inventado muchos caminos, a conveniencia de cada creyente y, de ese modo, el mundo se ha fragmentado. 

   … Ustedes hablan de hermandad y, no obstante, son nacionalistas. Yo llamo hipocresía a eso, porque el nacionalismo y la hermandad no pueden existir juntos. Además, hablan acerca de la unidad del hombre, hablan de ella teóricamente; sin embargo, tienen sus religiones particulares, sus prejuicios particulares, sus diferencias de clase. A eso lo llamo hipocresía. Por otra parte, recurren a la autoglorificación, una autoglorificación sutil en lugar de la que consideran autoglorificación grosera, propia de los hombres de mundo que buscan distinciones, concesiones y honores del gobierno. Ustedes también son hombres de mundo y su glorificación es exactamente la misma, solo que un poco más sutil. Ustedes, con sus distinciones, sus reuniones secretas, su exclusividad, también están tratando de llegar a ser nobles, de obtener honores y grados, pero en un mundo diferente. A eso lo llamo hipocresía. Es hipocresía porque pretenden ser abiertos, hablan de la hermandad y unidad del hombre, mientras que al mismo tiempo sus actos son completamente opuestos a sus palabras.

   Que esto lo hagan consciente o inconscientemente carece de importancia. El hecho es que lo hacen. Si lo hacen conscientemente, con interés totalmente despierto, entonces, al menos lo hacen sin hipocresía. Entonces saben lo que están haciendo. Si dicen: “quiero glorificarme a mí mismo pero, dado que no puedo obtener distinciones y honores en este mundo, trataré de adquirirlos en otro; me convertiré en discípulo, seré llamado esto y aquello, seré honrado como un hombre de calidad, de virtud”, entonces, al menos, son perfectamente honestos. Entonces hay alguna esperanza de que descubran que este proceso no lleva a ninguna parte.

   Pero ahora están tratando de hacer simultáneamente dos cosas incompatibles. Son posesivos y al mismo tiempo hablan de estar libres de la posesión. Hablan de tolerancia y, no obstante, se están volviendo más y más exclusivos con el fin de “ayudar al mundo”. Palabras, palabras sin profundidad alguna. Eso es lo que yo llamo hipocresía. En un momento hablan de amor por el Maestro, de reverencia a un ideal, a una creencia, a Dios; sin embargo, al momento siguiente actúan con terrible crueldad. Sus actos son actos de explotación, afán posesivo, nacionalismo, maltrato de mujeres y niños, crueldad con los animales. Son insensibles a todo esto y, no obstante, hablan de afecto. ¿No es hipocresía eso? Dicen: “no advertimos estas condiciones”. Sí, es justamente por eso que existen. Entonces, ¿por qué hablan de amor?

  … Así, ustedes, como individuos, establecen diversas religiones que actúan como su seguridad. Ningún maestro ha establecido estas religiones organizadas y explotadoras. Son ustedes los que, a causa de su inseguridad, de su confusión, de su falta de comprensión, han creado las religiones como guías. Entonces, después de haber establecido las religiones, buscan y escogen a sus gurús e instructores, escogen a los Maestros para que los ayuden.

   No piensen que estoy tratando de atacar su creencia favorita, simplemente establezco hechos, no para que los acepten, sino para que los examinen, para que los sometan a un juicio crítico y los verifiquen. Usted tiene su Maestro y otro tiene su guía particular, usted tiene su salvador y otro tiene el suyo. A causa de una división así del pensamiento y la creencia, crecen la contradicción y el conflicto de méritos entre diversos sistemas. Estas disputas ponen al hombre contra el hombre pero, puesto que hemos intelectualizado la vida, ya no peleamos abiertamente, tratamos de ser tolerantes.

   Por favor, reflexionen sobre lo que estoy diciendo. No acepten ni rechacen meramente mis palabras. Para examinar imparcialmente, críticamente, deben poner de lado sus prejuicios e idiosincrasias, y abordar abiertamente toda la cuestión.

   … Ahora bien, habiendo establecido sus ideales religiosos, que son en realidad sus seguridades, deben tener formas particulares de conducta, prácticas ceremoniales y creencias, a fin de alcanzar esos ideales. Al tratar de llevarlas a la práctica, surge la división en el pensamiento religioso, la cual se deriva en cismas, sectas, credos. Usted tiene sus creencias y el otro tiene las suyas; usted se aferra a su forma particular de religión y el otro a la suya; usted es cristiano, otro es mahometano, otro es hindú. Así es como tienen ustedes estas discusiones y discriminaciones religiosas pero, no obstante, hablan de amor fraternal, de tolerancia, de unidad; no dicen que tiene que haber uniformidad de pensamientos e ideas. La tolerancia de la que hablan es tan sólo una hábil invención de la mente; esta tolerancia indica nada más que el deseo de aferrarse a sus propias idiosincrasias, a sus propias ideas limitadas y a sus prejuicios, permitiendo que el otro persiga los suyos. En esta tolerancia no hay diversidad inteligente, sino solo una especie de superior indiferencia. Esta tolerancia contiene en sí una absoluta falsedad. Ustedes dicen: “continúe a su propio modo y yo continuaré al mío, pero seamos tolerantes, fraternales”. Cuando hay verdadera fraternidad, amistad, cuando hay amor en nuestro corazón, no hablamos de tolerancia. Sólo cuando nos sentimos superiores en nuestra certidumbre, en nuestra posición, en nuestro conocimiento, sólo entonces hablamos de tolerancia. Somos tolerantes sólo cuando hay discriminación. Cuando cese la discriminación, no hablarán de tolerancia. Entonces no hablarán de hermandad porque serán hermanos en el corazón.”

    J. Krishnamurti