“… Usted probablemente haya oído la palabra
meditación o leído algo al respecto, o tal vez haya seguido a algún gurú que le
dice lo que tiene que hacer. Ojalá nunca hubieran oído esa palabra, entonces su
mente estaría despejada para investigar. Algunas personas han estado en la
India, pero no sé a qué van, la verdad no está allí; hay cierto encanto
romántico, pero eso no es la verdad. La verdad está donde usted se encuentre.
No está en algún país extranjero, está donde esté usted. La verdad es lo que
usted está haciendo, cómo se comporta. Está ahí, no en afeitarse la cabeza ni
en todas esas estupideces que el hombre ha hecho. ¿Por qué habría usted de
meditar? El significado de esa palabra es ponderar, reflexionar, mirar,
percibir, ver claramente. Para ver con claridad, para observar sin distorsión,
debe haber un darse cuenta de su trasfondo, de su condicionamiento. Simplemente
darse cuenta del mismo, no cambiarlo, alterarlo, transformarlo o librarse de
él, sino observarlo sin más. Ver en esa observación, claramente y sin
distorsión todo el contenido de la conciencia es el principio y el fin de la
meditación. El primer paso es el último.
… ¿Podemos encontrar a Dios si vamos en
busca de él? ¿Puede usted ir en busca de lo desconocido? Para encontrar algo,
uno debe saber qué está buscando. Si usted procura encontrar, lo que encuentre
será una proyección de sí mismo, será lo que usted desea; y lo que crea el
deseo no es la verdad. Ir en busca de la verdad es negarla. La verdad no tiene
morada fija; no hay sendero ni guía que conduzcan hacia ella, y la palabra
verdad no es la verdad. ¿Puede la verdad ser hallada en un medio particular, en
un clima especial, entre determinadas personas? ¿Está aquí y no allá? ¿Es tal
persona la que nos guía hacia la verdad y no otra? ¿Existe, acaso, guía alguna?
Cuando la verdad es buscada, lo que encontramos sólo puede provenir de la
ignorancia, porque la búsqueda misma nace de la ignorancia. Uno no puede buscar
la realidad, «uno» debe cesar para que la realidad sea.
… No hay camino alguno que nos conduzca a la
verdad, y no hay dos verdades. La verdad no es del pasado ni del presente, es
intemporal; y el hombre que cita la verdad del Buda, de Shankara, de Cristo, o
aquel que meramente repite lo que yo digo, no encontrará la verdad, porque la
repetición no es la verdad. La repetición es una mentira. La verdad es un
estado del ser que surge cuando la mente que busca dividir, ser exclusiva, que
solo puede pensar en términos de resultados, de logros, ha llegado a su fin. Sólo
entonces existirá la verdad. La mente que hace esfuerzos, que se disciplina a
fin de lograr un objetivo, esa mente no puede conocer la verdad, porque el
objetivo es su propia proyección, y el hecho de perseguir esa proyección, por
noble que sea, es una forma de culto de sí misma. Un ser así es un ególatra y,
por lo tanto, no puede conocer la verdad. La verdad es para conocerse sólo
cuando comprendemos el proceso total de la mente, es decir, cuando no luchamos.
… Así que nuestro primer interés es liberar
del instinto posesivo a la mente y al corazón, y eso podemos hacerlo sólo
cuando tal instinto posesivo se vuelve un veneno para nosotros, cuando sentimos
el sufrimiento, la angustia que ese veneno ocasiona. Ahora ustedes tratan de
escapar de ese sufrimiento. Quieren que yo les diga cuál es mi ideal del amor,
de la belleza, de modo que puedan convertirlo en otro patrón, en otra norma, o
comparar mi ideal con el de ustedes, esperando con eso comprender. La
comprensión no adviene comparando. Yo no tengo ningún ideal, ningún patrón de
conducta. La belleza no está divorciada de la acción. La verdadera acción es la
armonía misma de todo el ser. ¿Qué significa eso para ustedes? Significa nada
más que palabras vacías, porque sus acciones carecen de armonía, porque piensan
una cosa y hacen otra.
Uno puede encontrar la libertad duradera, la
verdad, la belleza, el amor, que son una y la misma cosa, cuando ya no busca
nada de eso. Por favor, traten de comprender lo que estoy diciendo. El
significado que le asigno es sutil solo en el sentido de que ello puede ser
realizado infinitamente. Digo que la búsqueda misma de ustedes está destruyendo
el amor, destruyendo su sentido de la belleza, de la verdad, porque esa
búsqueda no es sino un escapar, un evadirse del conflicto. Y la belleza, el
amor, la verdad, esa esencia divina de la comprensión, no puede hallarse
escapando del conflicto, se encuentra en el conflicto mismo.
… En tanto tenga uno renuencia a ser nada, que es lo que ocurre con ustedes, debe inevitablemente engendrar dolor y antagonismo. La buena disposición a ser nada no es una cuestión de renunciamiento, de esfuerzo interno o externo, sino de ver la verdad de `lo que es´. El hecho de ver la verdad de lo que es nos libera del miedo a la inseguridad, del miedo que engendra apego y nos lleva a la ilusión del desapego, de la renunciación. El amor a lo que es, es el principio de la sabiduría. Sólo el amor comparte, sólo en el amor hay comunión; pero el renunciamiento y el autosacrificio son los caminos del aislamiento y de la ilusión.
J. Krishnamurti