Translate

PERO YA LO VE, ES MÁS FÁCIL LEER UN LIBRO ACERCA DE UNO MISMO QUE OBSERVARSE

   “… Es un día tan encantador, y quizá el hablar sobre cosas serias forme parte de ese encanto. Esta mañana quisiera empezar por considerar con vosotros cuán superficiales somos la mayoría de nosotros. Y detrás de esta superficialidad de nuestra existencia, detrás de la diaria rutina del trabajo, el matrimonio, el sexo, los hijos, hay una honda sensación de desesperación y angustia. Creo que la mayoría de nosotros nos damos cuenta de esto, consciente o inconscientemente. Aunque tengamos una pequeña propiedad, posición, prestigio, tras de toda esta superficialidad hay, para la mayoría de nosotros, una sensación de ansiedad que no es causada por nada en particular; pero cuando no estamos atareados con las actividades inmediatas de la vida, allí está penetrando profundamente en nuestros pensamientos y sentimientos. Esta ansiedad, este sentimiento de desesperación, no se limita a los que van envejeciendo, sino que es experimentado también creo, por los jóvenes, por los que aún tienen que hacer su camino en el mundo, que se preocupan de su porvenir, de triunfar en la vida, que se preocupan del matrimonio, del sexo, de los hijos, del hogar. Para la mayoría de nosotros existe esa sensación subyacente de completa desesperación, el sentimiento de ‘¿para qué sirve todo esto?’ Así ocurre especialmente ahora, que el mundo está acosado por el espectro de una inminente catástrofe. Creo importante hablar de esto porque, como somos muy superficiales, recurrimos a diversas formas de evasión, o bien tratamos de encontrar modos y medios de penetrar en el significado de la vida.

   … Así pues, una mente que no es alerta, vital, un corazón que no es afectuoso, pleno, ¿cómo pueden ser creativos? Y como no sois creativos buscáis estímulo en el sexo, en la diversión, en los cines, en los teatros, observando el juego de otros mientras vosotros permanecéis como espectadores; otros pintan la escena o danzan y vosotros sois meros observadores. Eso no es creación. Asimismo, si en el mundo se imprimen tantos libros, es porque vosotros os limitáis a leer. No sois creadores. Donde no hay creación, el único desahogo lo brinda el sexo, y eso es prostituir a vuestra esposa o esposo. No tenéis una idea, señores, de todo lo que eso implica, de su perversidad y de su crueldad. Sé que estáis incómodos. No reflexionáis sobre este asunto. Cerráis vuestra mente, y a causa de ello el sexo ha llegado a ser un inmenso problema en la civilización moderna; o es la promiscuidad, o es el hábito mecánico del desahogo sexual en el matrimonio. El sexo seguirá siendo un problema mientras no haya estado creativo del ser. Puede que limitéis los nacimientos o que adoptéis diversas prácticas, pero no estáis libres del sexo. La sublimación no es libertad, la represión no es libertad, el control no es libertad. Sólo hay libertad cuando hay afecto, cuando hay amor. El amor es puro; y cuando eso falta, el tratar de haceros puros mediante la sublimación del sexo es simple estupidez. El factor que purifica es el amor, no vuestro deseo de ser puros. El hombre que ama es puro, aunque sea sexual; y el sexo, sin amor, es lo que actualmente representa en nuestra vida una rutina, un feo proceso, algo que ha de evitarse, ignorarse, suprimirse o disfrutarse.

    … No bien nos consideremos unos a otros como seres humanos, como individuos, no como cosas para ser poseídas, surge una posibilidad de entendimiento y de superar el conflicto que existe entre dos personas en el matrimonio.

   … Para la mayoría de las personas hay conflicto, sufrimiento, y un amoldamiento incesante en el matrimonio; y para muchos, el deseo de alcanzar la verdad no es sino una forma de escapar de esta lucha.

   … Desde luego hay explicaciones en los libros, todas las razones psicológicas de que los seres humanos se comporten de esa manera tan propia y peculiar, las razones de que sean violentos. Todo esto ha sido explicado por autores eminentes, psicólogos, etc., en distintas clases de libros. Pero lo que leemos no es lo que somos. Lo que somos, el modo como nos conducimos, el porqué de nuestra ira, de nuestra envidia, de nuestras depresiones, lo aprendemos mucho más observándonos que por medio de un libro que nos dice lo que somos. Pero ya lo ve, es más fácil leer un libro acerca de uno mismo que observarse. El cerebro está acostumbrado a reunir información de todas las acciones y reacciones externas. ¿Acaso no encuentra uno mucho más cómodo que lo dirijan, que otros le digan lo que debe hacer? Los padres, especialmente en los países orientales, le dicen a uno con quién debe casarse y arreglan el matrimonio, le dicen qué carrera debe seguir. De ese modo, el cerebro acepta el camino fácil, y el camino fácil no siempre es el camino correcto. No sé si ha notado que ya nadie ama su trabajo, excepto quizás unos pocos científicos, artistas, arqueólogos. Pero al hombre común, al hombre promedio, raramente le gusta lo que hace. Está obligado por la sociedad, por sus padres o por el impulso de ganar más dinero.

   … Como soy insuficiente, pobre, me valgo de otra persona, mi mujer, mi empleado, o quien sea, para encubrir mi vacuidad interior. El poseído, por consiguiente, cobra importancia como medio de escapar a mi propia soledad; y naturalmente, me vuelvo celoso, envidioso, cuando el otro, que me ayuda a huir de mí mismo, se fija en alguna otra persona. De suerte que, para comprender todo este proceso humano que es en extremo complejo y sutil, hay que tener inteligencia. La inteligencia también es amor, no mero intelecto; y no podemos tener amor si, por una parte, somos crueles en nuestros negocios, en la vida diaria y, por la otra, tratamos de ser gentiles, tiernos y misericordiosos. No podéis ser ambas cosas. No podéis ser ricos y ambiciosos, y al mismo tiempo afectuosos y tiernos. No podéis ser un capitán de industria o un gran político y, sin embargo, ser compasivo. Ambas cosas no pueden ir juntas. Y es solo cuando hay amor, misericordia, es decir, inteligencia, la más alta forma de inteligencia, que este problema puede ser resuelto.

   … Tenéis cerebro para descubrir, y quedáis atrapados en el cerebro. El amor no es simple pensamiento, los pensamientos son tan solo la acción externa del cerebro. El amor es mucho más hondo, mucho más profundo; y sólo en el amor puede descubrirse la profundidad de la vida.”

    J. Krishnamurti