“… ¿Por qué se pertenece a una organización religiosa en particular? Obviamente debemos tener organizaciones para repartir cartas, la leche, etc. Pero, ¿por qué la mente se aferra a los dogmas? ¿No se aferra acaso porque en el dogma y en la creencia encuentra seguridad, algo de qué depender? El ser indefinido, inseguro, miedoso, proyecta una creencia o se aferra a un dogma de los que ofrecen algunas iglesias u otras organizaciones.
… Es obvio
que cada uno de nosotros quiere ser algo; y vemos que ese deseo de ser algo
engendra antagonismo, arrogancia, crimen. También vemos que trae una estructura
social que estimula ese mismo deseo, y en la cual el individuo deja de existir,
porque la mente queda atrapada en la organización del poder. Viendo todo este
proceso, ¿puede desaparecer por completo el deseo de ser algo? Desde luego que
sólo cuando la mente es capaz de completo y directo pensar, no influido por ninguna
actividad egocéntrica, es cuando puede descubrir qué es lo real; y estando
atrapada en este deseo extraordinariamente complejo de ser algo, ¿le es posible
a la mente liberarse por completo? Si el problema y sus implicaciones están
claros podemos seguir adelante. Pero si decís: ‘Tomará tiempo liberarse del
deseo de ser algo’, entonces ya estaréis considerando el problema con un
prejuicio, con lo que se llama una mente educada. Vuestra educación, o el Gita,
o vuestro gurú, os han dicho que ello tomará tiempo; así, cuando abordáis el
problema ya tenéis una opinión preconcebida sobre él.
Ahora bien,
¿le es posible a la mente eliminar instantáneamente este deseo de ser algo, y
por lo tanto no volver a crear jamás un líder, por haberse convertido en un
secuaz? Es el secuaz quien crea al líder, de otro modo no hay líder; y en
cuanto os convertís en un secuaz, sois una entidad imitadora, por lo que
perdéis la individualidad creadora. ¿Puede pues, la mente eliminar por completo
este sentido de seguimiento, este sentido de tiempo, este querer ser algo?
Podéis eliminarlo sólo cuando le concedéis toda vuestra atención. Os ruego
veáis esto. Cuando le concedéis vuestra entera atención y sois por completo
observador, cuando os dais plena cuenta del hecho de que la mente está buscando
poder, posición de que quiere ser algo, sólo entonces podéis estar libre.
Explicaré qué entiendo por ‘atención completa’.
La atención
no ha de ser forzada, regulada, la mente no ha de ser forzada a prestar
atención a algo. Os ruego consideréis esto, si hacéis el favor. Desde el
momento en que tengáis un motivo para la atención, no habrá atención, porque el
motivo es más importante que el prestar atención. Para que cese por completo el
deseo de ser algo, se debe prestar atención completa a ese deseo. Pero no
podéis prestarle completa atención si hay alguna motivación, intención de
eliminar ese deseo con el fin de lograr alguna otra cosa; y nuestras mentes
están adiestradas, no para prestar atención, sino para obtener de la atención
un resultado. Sólo prestáis atención cuando sacáis algo de ello; pero aquí
semejante atención es una obstrucción, y creo que es muy importante comprender
esto desde el principio mismo.
Cualquier
forma de atención que tenga un objetivo, se convierte en desatención, engendra
indolencia; y la indolencia es uno de los factores que impiden la eliminación
inmediata del deseo de que hablamos. La mente puede eliminar un particular
deseo sólo cuando le concede completa atención; y no puede prestarle completa
atención mientras esté buscando un resultado. Ese es uno de los factores de la
desatención; y otro factor es cualquier forma de explicación, de verbalización.
Es decir, no puede haber atención mientras la mente tenga explicaciones de por
qué está buscando poder, posición, prestigio. Cuando estáis tratando de
explicar la causa de todo eso, hay desatención; por consiguiente, nunca
hallaréis libertad por medio de la explicación.
… No sé. Si
usted es apasionado, sabrá lo que significa estar alerta, estar atento y, en
consecuencia, no seguir ya buscando seguridad. Por lo tanto, usted ya no actúa
ni piensa en términos de fragmentación. Mire lo que le ha sucedido a una mente
que ha pasado por todas las cosas de las que hemos estado hablando, por todas
las discusiones e intercambio de palabras. ¿Qué le ha sucedido a una mente que
ha escuchado esto realmente?
En primer
lugar, se ha vuelto sensible, no sólo mental sino también físicamente. Ha
dejado el tabaco, la bebida y las drogas. Y al tratar este asunto de la
atención, verá que la mente ya no está buscando nada en absoluto ni afirmando
nada. Una mente así es completamente móvil y, sin embargo, estable. Partiendo
de esa estabilidad y sensibilidad puede actuar sin dividir la vida o la energía
en fragmentos. Aparte de la acción, parte de la estabilidad, ¿qué encuentra una
mente así? El hombre ha buscado siempre lo que cree que es Dios, la Verdad;
siempre se ha esforzado por encontrarlo, llevado por el miedo, por su
desesperanza, por su desesperación y desorden. Lo buscó y creyó haberlo
encontrado. Entonces empezó a organizar ese descubrimiento. Pues bien, la mente
que es estable, sumamente móvil y sensible no está buscando; ve algo que nunca
se ha encontrado; es decir, para una mente así, el tiempo no existe en
absoluto, lo cual no significa que vaya a perder el tren. Hay un estado que es
intemporal y, por lo tanto, increíblemente inmenso. Es algo de lo más
maravilloso, si usted da con ello. Puedo describirlo, pero la descripción no es
lo descrito. Es usted el que ha de aprender todo esto, observándose a sí mismo.
Ningún
libro, ningún maestro puede enseñarle al respecto. No dependa de nadie, no se
una a organizaciones espirituales; uno tiene que aprender todo esto por sí
mismo. Y la mente descubrirá cosas que son increíbles. Pero para lograrlo, no
debe haber fragmentación alguna y, por lo tanto, habrá inmensa estabilidad,
vivacidad y movilidad. Para una mente así no existe el tiempo y, como resultado,
todo este concepto de la muerte y de la vida adquiere un sentido muy diferente.
… Hay
esperanza en el individuo; en usted, no en un sistema, no en el proyecto de una
sociedad planificada ni en ninguna organización religiosa, sino en usted, en el
individuo.”
J. Krishnamurti