“… La mayoría de nosotros queremos continuidad física, el recuerdo de
las cosas que hemos sido, las esperanzas, las satisfacciones, las realizaciones;
la mayoría vivimos con los recuerdos, las asociaciones, los cuadros sobre la
repisa, los retratos. Y todo eso puede interrumpirse cuando cesa el cuerpo
físico; y eso es algo muy perturbador. He vivido tanto tiempo, cincuenta o
sesenta años; me he esforzado en cultivar ciertas virtudes, en adquirir
conocimiento; y ¿cuál es el valor de la vida, si voy a ser separado de todo
ello, si voy a cesar en el instante? Por consiguiente, el tiempo-espacio
interviene. ¿Me seguís? Digo tiempo, como espacio y distancia. Para nosotros,
pues, la muerte es cuestión de tiempo. Pero aquello que tiene continuidad, que
no conoce terminación, nunca puede renovarse, nunca puede ser joven, fresco,
inocente. Sólo aquello que muere tiene la posibilidad de creación, de
renovación, de frescura.
… la
muerte sigue siendo un misterio, porque en todo momento la abordamos a través
de lo conocido, de lo continuo. Si podéis acabar con esta continuidad de día en
día, de instante en instante, veréis que hay renovación; hay una muerte en la que
se produce la renovación. La muerte, pues, no es algo que deba temerse; porque
en el terminar hay renacimiento, y en la continuidad hay decadencia,
desintegración. Pensadlo bien, señores, y veréis la verdad y la belleza de
esto. No es una teoría sino un hecho. Aquello que tiene un final, tiene
renacimiento; aquello que es continuo jamás puede conocer la renovación.
… la mente, sabiendo que hay un final, comienza a tener miedo, ansía
vivir tanto como sea posible, busca más y más paliativos. Y también cree en la
continuidad después de la muerte. ¿Qué es la continuidad? ¿Acaso no implica
tiempo, no el mero tiempo cronológico del reloj, sino el tiempo como proceso
psicológico? Deseo vivir. A causa de que pienso que ese vivir es un proceso
continuado sin ningún final, mi mente está siempre añadiendo, acopiando a sí
misma con la esperanza de una continuidad. De ese modo, piensa en términos de
tiempo, teme, y si puede tener una continuidad en el tiempo, no teme.
… ¿Qué entendemos por tiempo? Está el tiempo cronológico, pero también
hay otra clase de tiempo, ¿verdad? Es el proceso psicológico de la continuidad.
Es decir, queremos continuar; y el deseo mismo de continuar crea el proceso del
tiempo y el temor de no continuar. Es este miedo de no continuar lo que nos
concierne; es el terminar lo que nos infunde temor. Tenemos miedo a la muerte
porque creemos que, mediante la continuidad, lograremos algo, seremos dichosos.
Después de todo, ¿qué es lo que continúa? Si podemos comprender realmente eso,
si podemos experimentarlo de un modo efectivo mientras estamos aquí sentados,
sin limitarnos a escuchar las palabras, entonces quizá sepamos lo que es morir
de instante en instante; y conociendo la muerte, conoceremos la vida, porque no
hay mucha diferencia entre ambas.
… Estamos preguntando si el cerebro puede encontrarle un final a la
continuidad del tiempo. Esa continuidad, basada en la continuación del
conocimiento, se considera avance, progreso, evolución, y nosotros estamos
poniendo eso en duda. Cuando el cerebro busca continuidad, se vuelve mecánico.
Todo pensamiento es mecánico porque todo conocimiento se basa en la memoria,
que es la respuesta del conocimiento. De modo que no hay pensamiento nuevo. El
ego, el «yo» es una continuidad. El ego ha sido transmitido de generación en
generación durante miles de años; es una continuidad, y lo que es continuo es
mecánico, no hay nada nuevo en ello. Es maravilloso si usted ve esto.
… ¿Por qué da por sentado que la muerte es aniquilación o que es
continuidad? ¿Una u otra de las conclusiones son la consecuencia de un deseo
condicionado, ¿no es así? Un hombre que se siente desdichado, infeliz,
frustrado, dirá: «Gracias a Dios, pronto se terminará todo, no tendré que
preocuparme nunca más». Él abriga la esperanza de la aniquilación total.
Pero aquél que dice: «No he terminado con todo, deseo más», anhelará la
continuidad.
… Ahora bien, es seguro que existe otro modo de vivir que consiste en
morir cada día para las cosas de ayer, y no trasladar a mañana las cosas de
hoy. Si viviendo podemos morir para las cosas a las que la mente se aferra, en ese
hecho de morir descubriremos que hay una vida que no es de la memoria, que no
pertenece al tiempo. Morir en ese sentido es comprender todo el proceso de la acumulación,
el cual da origen al temor de perder, que es la causa del deseo de inmortalizar
el “yo”, por medio de la familia, de la propiedad o de la continuidad en el más
allá.
… Sin un cambio radical en el presente, mañana usted será lo mismo que
es hoy. Así que el futuro es el ahora; no me refiero al futuro necesario para
adquirir conocimientos, sino al futuro psicológico. Así, la psique, el yo», el
ego, son el pasado, son memoria. Y esa memoria se modifica a sí misma en el
ahora, y así sigue. Por tanto, el futuro y el pasado están en el presente. Todo
tiempo, el pasado, el presente y el futuro, es una continuidad del ahora. Esto
no es complicado, sino que es lógico. Si ahora no cambian, es decir, en este
instante, el futuro será lo que son ahora, lo que han sido. Y bien, ¿es posible
cambiar radical, ¿fundamentalmente ahora? No en el futuro.
… Cuando uno ya no tiene miedo, porque hay un morir a cada instante y,
por lo tanto, una renovación, entonces se halla abierto a lo desconocido. La
realidad es lo desconocido. La muerte es también lo desconocido. Pero decir que
la muerte es bella, maravillosa, porque continuaremos en el más allá y toda esa
insensatez, carece de realidad. Lo real es ver la muerte tal como es, un final,
un final en el que hay renovación, renacimiento, no una continuidad. Porque
aquello que continúa se deteriora, y lo que tiene el poder de renovarse a sí
mismo es eterno.
… Por lo tanto, no
hay en absoluto tal continuidad. Si uno presta atención, ve que hay un cambio
constante. Puede ser un cambio superficial o una mutación total. Eso que ha
existido, experimenta un cambio completo. Uno tiene que descubrir por sí mismo
cuál es la verdad en esta cuestión; no puede ser convencido por argumentos, por
las llamadas evidencias, etc. No puede ser convencido acerca de nada. Uno ha de
indagar, buscar y descubrir qué es verdadero y qué es una ilusión.”
J. Krishnamurti