“… ¿Alguna vez se ha sentado usted
muy silenciosamente, no con la atención fijada en algo, no haciendo un esfuerzo
para concentrarse, sino con la mente muy quieta, realmente silenciosa? Entonces
escucha todo, ¿no es así? Escucha tanto los ruidos lejanos como los que están
más próximos, y también los sonidos inmediatos, muy cercanos a usted, lo cual
significa que presta atención a todo. La mente no está restringida a un solo
canal estrecho y pequeño. Si puede escuchar de este modo, con facilidad, sin
esforzarse, hallará que dentro de usted se produce un cambio extraordinario, un
cambio que adviene sin que ponga voluntad en ello, sin que lo pida; en ese
cambio hay gran belleza y profundidad de discernimiento.
… váyase solo a pasear, siéntese bajo un árbol o en la orilla del río y
observe en silencio cómo funciona su mente. No la corrija, no diga: «esto está
bien» o «aquello está mal», tan sólo obsérvela como cuando ve una película.
Cuando va al cine no interviene en la película, los actores y actrices son quienes
lo hacen, usted simplemente observa. De la misma manera, observe cómo funciona
su mente; es realmente muy interesante, mucho más que cualquier película,
porque su mente es el residuo de toda la humanidad, contiene todo lo que los
seres humanos han experimentado, ¿comprende? Su mente es la humanidad; si lo
percibe, sentirá una inmensa compasión. De esa comprensión nace un tremendo
amor, y a partir de ahí, cuando vea cosas hermosas, sabrá lo que es la belleza.
…les han dicho que deben tener una mente tranquila, silenciosa, ¿no es
cierto? Incluso quien les habla se lo ha dicho. Olviden lo que les ha dicho
quien les habla, pero vean por sí mismos por qué es necesario que su mente esté
quieta, que esté en silencio. Véanlo, no basándose en lo que alguien haya
dicho, incluido quien les habla. Si quieren ver cualquier cosa con claridad, la
mente no puede estar parloteando. Si quiero escuchar lo que usted dice, ha de
haber silencio en la mente, ¿no es así? Si quiero comprenderle, comprender de
qué está hablando y por qué dice algo, debo escucharle, y es obvio que, si
mientras le escucho estoy pensando en otra cosa, no puedo escuchar. ¿Entienden
a qué me refiero? De manera que, para escuchar, para observar, la mente debe
estar en paz, en silencio. Es así de simple.
… Cuando no hay ni un aleteo entre las hojas, ni una brisa, la quietud
es absoluta. No en una ciudad, sino cuando están afuera, con la naturaleza,
cuando están con los árboles o sentados a la orilla de un río; ahí el silencio
desciende sobre la tierra y ustedes son parte de ese silencio. Existen, pues,
diferentes clases de silencio. Pero el silencio del que estamos hablando, la
quietud de una mente, ese silencio no puede ser comprado ni practicado, no es
algo que uno pueda ganar como un premio, una compensación a una vida
desagradable. Sólo cuando la vida desagradable ha sido transformada en una vida
buena, por buena no quiero decir una vida de abundancia material, sino la vida
de bondad, entonces, en el florecimiento de esa bondad, de esa belleza, adviene
el silencio.
… Ese silencio, que no es el silencio de la cesación del ruido, es sólo
un pequeño comienzo. Es como entrar por un estrecho agujero y salir a un
enorme, extenso y vasto océano, o un estado inconmensurable sin tiempo. Pero
usted no puede comprender esto verbalmente, a menos que haya comprendido toda
la estructura de la conciencia y el significado del placer, del dolor y la
desesperación, y que las mismas células cerebrales se hayan aquietado.
Entonces, tal vez usted llegue a dar con ese misterio que nadie puede revelarle
y nada puede destruir. Una mente viva es una mente quieta, una mente viva es
una mente sin centro y, por lo tanto, sin espacio ni tiempo. Una mente así es
ilimitada. Y esa es la única verdad, la única realidad.
… A partir de ahí, uno puede ir más lejos aún, es decir al observar las
cosas externas uno llega a lo interno; lo externo y lo interno no son dos
estados diferentes, son un mismo estado si observamos desde el silencio, pero
nosotros vivimos en un espacio muy reducido, en un espacio que la mente ha
creado con sus propias ideas. La mente es el resultado del condicionamiento de
una sociedad y cultura concretas, vive en un espacio muy pequeño y todas sus
luchas, sus relaciones y sus ansiedades están dentro de ese espacio tan
limitado. Sin embargo, en el momento en que la mente a través de la observación
sin esfuerzo, de forma natural y simple, se vuelve silenciosa, sale de ese
pequeño espacio; en el momento en que la mente permanece en completo silencio,
ve que nada limita el espacio, que la realidad no crea el espacio, sino que hay
espacio, un espacio sin fin. Cuando eso sucede, una mente así es la verdadera
mente religiosa y de esa mente surge la acción.
… Yo me refiero a la quietud que surge cuando se ha comprendido la
totalidad de la conciencia y ya no se busca, ya no se indaga, no se desea, no
se anda a tientas y, por lo tanto, hay completa quietud. En esa quietud hay un
movimiento del todo diferente y ese movimiento es sin tiempo. No tratéis de
retener estas frases, porque como tales carecen de sentido. Nuestros cerebros,
nuestros pensamientos, son el resultado del tiempo, de modo que pensar sobre lo
que es atemporal no tiene sentido. Sólo cuando el cerebro se ha aquietado,
cuando ya no busca, no indaga, no elude, no resiste, sino que está en completa
quietud porque ha comprendido todo este mecanismo, sólo entonces, en esa
quietud, viene una diferente clase de vida, un movimiento que trasciende al
tiempo.
… Siempre estamos parloteando; cuando abandonemos este salón, volveremos
a parlotear. La mente seguirá, sin parar parloteando, ocupada, pensando,
esforzándose y, en consecuencia, sin espacio. El espacio es indispensable para
que haya silencio, porque una mente que practica, que se esfuerza para estar en
silencio, nunca lo estará. Pero si uno se da cuenta de que el silencio es
absolutamente necesario, no el silencio proyectado por el pensamiento, no el
silencio entre dos notas, entre dos ruidos, o entre dos guerras, sino el
silencio del orden, entonces, en ese silencio, la verdad que no tiene camino
que lleve a ella, existe. Es una verdad sin tiempo, sagrada, incorruptible. Eso
es meditación, eso es una mente religiosa.
…Si observan, comprenderán que la mente de una persona que vive apegada
a sus creencias, asentada en la tradición, que se considera a sí misma hindú,
budista o parsi, no es una mente
silenciosa. Tener una mente silenciosa es muy sencillo, de verdad que lo es.
Sólo en ese estado de absoluta quietud puede uno percibir la belleza de la
Tierra, de un árbol, un ave o un rostro, y sin esa belleza, nunca descubrirán,
nunca verán qué es la verdad.
… La meditación de una mente que está
absolutamente silenciosa es la bendición que el hombre está siempre buscando.
En ese silencio existen todas las cualidades del silencio.”J. Krishnamurti