“… Al fin y al cabo, cuando luchamos, el conflicto es entre lo que somos y lo que deberíamos ser o lo que queremos ser.
Ahora bien, sin dar explicaciones, ¿puede uno comprender todo este proceso de lucha, de modo que llegue a su fin?
… No es cuestión de
comprenderme. ¿Por qué debería usted comprenderme? La verdad no es mía, para
que usted deba comprenderme. Ustedes encuentran mis palabras difíciles de
comprender porque sus mentes están sofocadas por las ideas. Lo que yo digo es
muy simple. No es para unos pocos elegidos, es para todos los que traten de
entender. Yo digo que, si se liberaran de las ideas, de las creencias, de todas
las seguridades que los hombres han construido en el curso de los siglos,
entonces comprenderían. Sólo pueden liberarse cuestionando, y pueden cuestionar
sólo cuando se hallan en estado de rebelión, no cuando están estancados en
ideas satisfactorias. Cuando sus mentes están sofocadas por creencias, cuando
están cargadas con el conocimiento adquirido de los libros, es imposible que
comprendan la vida. Así que no es una cuestión de comprenderme.
… ¿Por qué está uno encolerizado? Porque se
siente herido, porque alguien ha dicho algo ofensivo. Y cuando alguien dice una
cosa aduladora, os sentís complacidos. ¿Por qué os ofendéis? Amor propio, ¿no
es así? ¿Y por qué existe el amor propio? Es porque tenemos una idea, un
símbolo, una imagen de nosotros mismos, de lo que deberíamos ser, de lo que
somos o de lo que no deberíamos ser. ¿Por qué creamos una imagen de nosotros
mismos? Porque jamás hemos estudiado lo que de hecho somos. Creemos que
deberíamos ser esto o aquello, el ideal, el héroe, el ejemplo. Lo que suscita
cólera es que se ataque nuestro ideal, que tenemos de nosotros mismos. Y
nuestra idea de nosotros mismos es nuestra evasión del hecho de lo que somos.
Pero cuando observáis el hecho real de lo que sois, nadie puede heriros.
Entonces, si uno es un mentiroso y le dicen que lo es, ello no significa que le
ofenden a uno; es un hecho. Pero cuando pretendéis no ser mentiroso, y se os
dice que lo sois, entonces os irritáis, os violentáis. Estamos, pues, viviendo
siempre en un mundo de ideas, un mundo de mitos, y jamás en un mundo de
realidad. Para observar lo que es, para verlo, para estar familiarizado
efectivamente con ello, es necesario que no haya juicio, ni valoración, ni
opinión, ni temor.
… Tenemos que empezar
con lo que existe, y no con lo que debiera existir. Debemos partir del hecho
real, y no de opiniones, conclusiones. Las conclusiones, opiniones, fórmulas,
extravían y destruyen por completo. Una maravillosa utopía concebida o formulada
por unas pocas mentes listas, astutas, puede falsear y destruir las vidas de
millones y millones de personas, porque están dispuestas a matar o morir por
esa sola idea. Y nosotros hacemos igual, interiormente, con nosotros mismos.
Mirar las realidades de nuestra propia vida de esta manera
reclama gran energía, y esa energía sólo la tenéis cuando no estáis escapando
de aquellas realidades por medio de la creencia, las explicaciones, la busca de
la causa o de cualquier otro modo. Si percibís por completo lo que es, lo cual
es conocer todo lo intrincado, todas sus sutilezas, si estáis familiarizados
del todo con lo conocido, entonces tal vez haya una posibilidad de librarse de
ello.
… Comprender quiénes
son realmente es mucho más importante que perseguir aquello que ‘deberían ser’.
¿Por qué? Porque si comprenden lo que son empieza un proceso de transformación
espontáneo, mientras que si tratan de convertirse en aquello que creen que
deberían ser no se produce ningún cambio, sino tan sólo una continuación de lo
viejo con una apariencia diferente. Si la mente, cuando ve que en sí misma es
limitada, intenta cambiar su limitación por inteligencia, que consiste en “lo
que debería ser"; ese intento es absurdo, no tiene ningún sentido, ninguna
posibilidad; sólo busca autoprotección y pospone la comprensión de ‘lo que es’.
Siempre que la mente intente cambiar su limitación por otra cosa, seguirá
siendo limitada. Sin embargo, si la mente dice: «Me doy cuenta de que soy
limitada y quiero comprender esa limitación; por tanto, voy a investigar, voy a
observar cómo surge», entonces, ese mismo proceso de investigación genera una
transformación fundamental.
… El problema es lo que
pienso, la forma de cómo actúo, y si condeno mi forma de actuar, mi forma de
ser, es obvio que bloqueo toda investigación posterior. Si digo: «No debería
ser así, debería ser aquello», en ese momento no puedo comprender las
expresiones del ‘yo’, cuya misma naturaleza es la envidia, el afán de poseer.
La cuestión es como sigue: ¿Es posible darse realmente cuenta sin ningún
sentimiento de condena o de comparación? Porque sólo entonces es posible
examinar un pensamiento en su totalidad.
… Cuando la Realidad se pierde y no se la
busca, hay desunión y el hombre estará en contra del hombre. La confusión y la
miseria no pueden desterrarse por el proceso de olvido a través del tiempo, por
la idea consoladora de evolución, que sólo engendra pereza, aceptación cómoda y
el deslizamiento continuo hacia la catástrofe; no deberíais permitir que el
curso de vuestras vidas sea dirigido por otros, para otros o en aras del
futuro. Nosotros somos responsables de nuestra vida, no otro; somos
responsables de nuestra conducta, no otro; ningún otro puede transformarnos.
Cada uno debe descubrir y tener la experiencia de la Realidad, que es lo único
en lo cual hay alegría, serenidad y la sabiduría suprema.”
J. Krishnamurti