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CUANDO EL CEREBRO TIENE LA MÁS ALTA CUALIDAD DE ENERGÍA HAY SILENCIO


   “… El pensamiento ha creado las filosofías y las fórmulas en función de las que tratamos de vivir. El pensamiento no puede crear un nuevo mundo, lo cual no significa que no imagine que crea un nuevo mundo; pero sin duda no puede hacerlo. Debemos encontrar una energía diferente que no sea la energía del pensamiento; debemos encontrar una energía distinta que pueda actuar en una dimensión diferente, una energía cuyas actividades operen en este mundo y no en el mundo de la evasión a un monasterio, a una cumbre del Himalaya, a una cueva o a algún absurdo proyecto. Eso es lo que vamos a investigar, porque estoy completamente seguro de que existe una forma diferente de vivir, una dimensión donde el pensamiento no interfiere. Debemos investigar el origen, el inicio del pensamiento, y descubrir lo que significa pensar, cuál es su estructura, su mecanismo. Cuando la mente, toda la entidad comprende, pone toda su atención en comprender la estructura del pensamiento; en ese momento empezamos a tener una energía diferente, la cual nada tiene que ver con querer realizarse, con alguna búsqueda o anhelo; todo eso ha desaparecido.

   … Nos interesa descubrir si existe una clase diferente de energía que, si pudiéramos tocarla, resolvería todos nuestros problemas. Estamos pues, investigando juntos la posibilidad de una clase diferente de energía que no sea contradictoria en sí misma, que no esté basada en la actividad divisiva del pensamiento, que no dependa del ambiente, de la educación, de la influencia cultural. Nos preguntamos si existe una actividad diferente, un movimiento diferente que no dependa de las actividades egocéntricas, las actividades y energías que crea el sí mismo, el “yo”, con todas sus contradicciones. ¿Existe una energía sin causa? Porque la causa implica tiempo. Nosotros hemos utilizado sólo una pequeña zona del cerebro, y esa zona pequeña es controlada y moldeada por el pensamiento; y el pensamiento, tanto intelectual como emocional y físicamente, ha creado una energía contradictoria, el “yo” y el “tú”, “nosotros” y “ellos”, lo que somos y lo que deberíamos ser, el ideal, el prototipo perfecto. Espero que estén siguiendo esto.

   … Creo que es muy importante comprender que estamos trabajando juntos, que quien les habla no les dice lo que deben hacer, porque él no tiene autoridad alguna. La autoridad en cuestiones espirituales ha sido muy destructiva porque la autoridad implica conformidad, miedo, obediencia, seguimiento y aceptación; pero cuando estamos investigando juntos, eso significa que no hay sentido alguno de seguimiento, de aceptación o rechazo, sino que solamente existe el observar, el inquirir. Esto es lo que estamos haciendo juntos. Por lo tanto, cuando estamos juntos, unidos, desaparecen el “yo” y el “tú”. Lo importante es el trabajo, no ustedes o yo. Estamos pues, trabajando juntos para descubrir si existe una clase por completo diferente de energía, una energía que no esté basada en una causa que divide la acción del presente de la del pasado.

   … Vean, quien les habla es muy serio con respecto a todo esto. Él ha hablado sobre ello por cincuenta años o más, y como casi todas las mentes están presas en rutinas, profundas o superficiales, uno está vigilando constantemente para ver si el cerebro forma una rutina y, sintiéndose seguro ahí, permanece en ella; porque si uno permanece en una rutina, por hermosa, placentera o confortable que sea, la mente se torna mecánica, repetitiva, y así pierde su profundidad, su belleza. De modo que nos preguntamos. El silencio, ¿es mecánico?, es un producto del pensamiento que dice: ¿Tiene que haber algo más allá de mí y para descubrir eso debo estar en silencio, debo controlarme, debo subyugarlo todo a fin de descubrir? Eso sigue siendo el movimiento del pensar, ¿no es así? Por lo tanto, tenemos que entender la diferencia entre concentración, percepción consciente y atención.

   La concentración implica enfocar nuestra energía en una dirección particular excluyendo todas las otras direcciones, erigir un muro contra todas las otras cosas, resistir.

   La percepción consciente es bastante simple si no la complicamos. Es ser consciente de todo lo que nos rodea, sólo observar.

   Después está la atención. La atención implica que no hay un centro desde el cual uno esté atendiendo. El centro es el “yo”, y si uno está consciente de ese centro, entonces su atención es limitada. El centro existe cuando hay opción, y donde hay opción está siempre el “yo”, “mi” experiencia, “mi” conocimiento, yo separado de los demás.

    … Ahora bien, de lo que estamos hablando es de la atención en la que no hay en absoluto un centro. Si ustedes atienden de esa manera ahora, mientras están sentados, verán que su atención es inmensa, no hay límites; de modo que toda la mente, todo en ustedes está completamente atento, sin opción y, por lo tanto, sin centro, sin un “yo” que diga: “Estoy atento”. En esa atención hay silencio, un silencio que contiene la energía que ya no se disipa. Es sólo una mente así la que puede encontrar la respuesta, la que puede descubrir algo que está más allá de todo este afán, de toda esta desdicha (infortunadamente, si yo lo escribo se vuelve irreal). Si uno entrega toda su energía, su tiempo, su capacidad a esto, no lleva más una vida superficial, carente de sentido. Y la totalidad de esto es meditación del principio al fin.

   … Meditación significa una actividad extraordinaria en el cerebro, no silenciar el cerebro, y cuando el cerebro tiene la más alta cualidad de energía hay silencio, no el silencio creado por el pensamiento, el cual es un silencio muy limitado; pero ese otro silencio sólo puede darse cuando hay libertad, amor y compasión que tienen su propia inteligencia, esa inteligencia que es suprema. Sin embargo, no puede haber amor y compasión si uno está apegado a una religión, a una creencia o a algo; debe haber libertad completa, y en esa libertad hay una enorme energía porque hay un vacío, no nada, sino un inmenso vacío, y ahí está aquello que yace más-allá del tiempo. Esto es meditación, esto es religión.”

   J. Krishnamurti