“… Cuando estamos apegados a cualquier cosa
o persona, siempre hay miedo, miedo de perder aquello a lo que uno se apega.
Hay siempre un sentimiento de inseguridad y de celos.
… Conviene que lo examinemos a fondo, pues
el siguiente paso es observarse a uno mismo en relación con otro. Observar el
árbol es relativamente fácil, ya que no interfiere con la felicidad de uno ni
con sus deseos; no es más que un árbol. Ahora bien, si no son capaces de
mirarlo sin ponerle nombre, sin sus conocimientos botánicos acerca de él, que
constituyen el pasado, no podrán ver la belleza, la cualidad total del árbol.
Esto es bastante simple. El siguiente paso es mirar a su esposa, a su marido o
a su amigo sin el observador, es decir, sin la imagen que han creado acerca de
ellos. Comprender todo esto nos llevará a una acción libre de contradicciones,
a una acción que es total, completa en sí misma. A menos que esto se comprenda,
sus acciones seguirán siendo contradictorias y conflictivas. Tiene una imagen
de su esposa y ella tiene una imagen de usted, creo que esto es obvio. Bien,
¿cómo se han formado esas imágenes? ¿Cuál es el mecanismo que las crea? Sin
comprender cuál es y cómo funciona ese mecanismo, no sabrán poner fin a la
creación de imágenes. Sigan esto paso a paso, por favor, es su vida, no la mía.
Es su vida lo que tienen que comprender, no
lo que dice quien les habla, pues él únicamente señala lo que son sus vidas. Si
no quieren mirarla, no lo hagan, no necesitan fingir; pero solo si la examinan
nacerá en ustedes una acción armoniosa, sin contradicciones, una acción bella.
Cuentan con una imagen de su esposa o de su marido, una imagen que han
construido a lo largo de los años o de unas horas. Es la imagen de su esposa
ofreciéndoles placer sexual, y de todo lo demás que ocurre entre marido y mujer, la dominación, la intimidación, la irritación, los reproches. Saben mejor que
yo lo que sucede. ¿Cómo se forman esas imágenes? Por favor, obsérvenlo en sí
mismos. Olviden la explicación que está dando quien les habla y obsérvenlo por
sí mismos; utilicen a quien les habla como un espejo en el que verse a sí
mismos. Las células cerebrales lo graban todo, cada incidente, cada influencia,
como un magnetófono. Cuando su esposa les regaña queda registrado; cuando le
exigen algo y ella se enfada, queda registrado también. El cerebro es una
grabadora en funcionamiento permanente, ya sea uno consciente de ello o no.
No necesitan estudiar biología, psicología,
ni leer ningún libro científico si son capaces de observarse a sí mismos,
porque en cada uno está contenido el maravilloso libro de lo que son, y lo que
pueden aprender de él es infinito. Decíamos que a lo largo de los años o de
unos días, el cerebro ha grabado todo tipo de recuerdos y esos recuerdos son
las imágenes. La esposa tiene una imagen del marido y el marido una imagen de
la esposa, y a la relación entre esas dos imágenes es a lo que llaman
matrimonio, que en realidad no es una relación, puesto que relación significa
contacto directo, percepción directa, significa comprender juntos, compartir.
Vean cómo entra en funcionamiento la maquinaria; cuando uno se enfada con su
esposa, o ella con uno, se forma una imagen inmediatamente, y esa imagen es
almacenada, va adquiriendo cada vez más fuerza, y se convierte en el factor
divisivo; por tanto, hay conflicto entre ella y usted. ¿Puede esa maquinaria
fabricadora de imágenes detenerse definitivamente, de modo que estén en
contacto directo con el mundo, en lugar de relacionarse con él a través de una
idea? Mire, señor, cuando tiene hambre, está en contacto directo con el hambre,
¿no es así? No necesita que nadie le diga que está hambriento, no le hace falta
acudir a un psicoanalista ni a un gurú. La comprensión, la experiencia del
hambre y la reacción a ella son directas. Vemos entonces que cuando uno tiene
una imagen del mundo, de uno mismo, de su vecino o de su esposa, esa imagen
crea división. Y la imagen no se reduce al recuerdo de la ira o el reproche, no
surge sólo entre dos personas, sino que abarca también las ideas, los
conceptos, las creencias.
… Así pues, lo que llamamos nuestro amor es
cosa de la mente. Miraos a vosotros mismos, señores y señoras, y veréis que lo
que estoy diciendo es evidentemente cierto; de otro modo nuestra vida, nuestro
matrimonio, nuestras relaciones, serían enteramente diferentes y tendríamos una
nueva sociedad. No nos ligamos a otro por fusión, sino por contrato que recibe
el nombre de amor, de matrimonio. El hombre que desea fundirse con algo más
grande, unirse con otro, evita la miseria, la confusión; pero la mente sigue en
estado de separación, o sea de desintegración. El amor no conoce fusión ni
difusión, no es personal ni impersonal, es un estado de ser que la mente no
puede encontrar; ella puede describirlo, darle una definición, un nombre, pero
la palabra, la descripción, no es el amor. Solo cuando la mente esté quieta
conocerá el amor, y ese estado de quietud no es algo que haya de cultivarse. El
cultivo sigue siendo acción de la mente; la disciplina sigue siendo producto de
la mente, y una mente que esté disciplinada, controlada, subyugada, una mente
que resiste, que explica, no puede conocer el amor. Puede que leáis, que
escuchéis lo que se dice acerca del amor, pero eso no es amor. Solo cuando
apartáis las cosas de la mente, solo cuando vuestro corazón está vacío de las
cosas de la mente, hay amor. Entonces sabréis lo que es amar sin separación,
sin distancia, sin tiempo, sin temor. Y eso no está reservado a unos pocos. El
amor no conoce ninguna jerarquía, sólo hay amor. Solo existen los muchos y el
uno, una exclusividad, cuando no amáis. Cuando amáis, señores, no existe ni el
“vosotros” ni el “yo”, en ese estado sólo hay una llama sin humo.
… ¿Pueden dos personas estar enamoradas y
ambas ser tan inteligentes, tan sensibles que haya libertad y no exista ese
centro que genera conflicto? El conflicto no es el sentimiento de
enamoramiento, el enamoramiento no tiene conflicto alguno. En el enamoramiento
no hay pérdida de energía, la pérdida de energía está en lo que sigue, en todo
lo que viene después: los celos, la posesión, la sospecha, la duda, el miedo a
perder el amor, la constante reafirmación y seguridad. Sin duda, debe ser
posible tener una relación sexual con alguien a quien uno ama sin la pesadilla
que normalmente le sigue; por supuesto que es posible.”
J. Krishnamurti
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