“… El conflicto, la lucha y la batalla son
un desperdicio de energía. Toda nuestra vida se gasta de este modo. Un deseo se
opone a otro, una urgencia, un apremio, un instinto, se oponen a otros. Esa es
nuestra vida y uno se pregunta si se puede vivir de una manera totalmente
diferente, y en ese caso cómo hacerlo. ¿Es esto posible de modo alguno?
… Como la vida es incierta, nada está
seguro, nada es permanente, ni la esposa, ni el marido, ni la familia, ni la
nación; aunque tengamos una buena cuenta bancaria nos durará sólo mientras
vivamos. Comprende uno pues, que no existe en absoluto nada que sea permanente,
ninguna relación, nada; y de ahí nace el temor. El temor es una forma de
energía, y esta energía es apresada por los que prometen y dicen: «yo sé y
usted no sabe», «he tenido la experiencia y usted no», «esto es real y eso no
lo es», «siga este sistema y encontrará lo que busca». Pues bien, para ver todo
eso como lo falso por completo, usted ha de tener energía, y esa energía se
disipa cuando no ha comprendido usted el temor. Cuando hay una parte de usted
que tiene miedo y otra que dice: «he de tener algo perdurable», surge la
contradicción, y esto es un desperdicio de energía.
¿Puede uno, entonces, rechazar completamente
toda forma de eso que se llama organización o creencia religiosa?, lo que se ha
convertido en un medio de entretenimiento, en una distracción. Cuando uno ve
esto con claridad, ¿puede desecharlo por completo, para no ser explotado por
nadie que prometa o que diga: «he tenido esta experiencia, que es suprema, soy
el salvador», de modo que tenga uno la energía y el estado mental que no teme
descubrir y que, por lo tanto, no acepta ninguna autoridad, sea la que fuere,
incluso la del que ahora habla?
… Si se interesan real y profundamente en la
naturaleza del miedo y en la terminación total del miedo psicológico, tienen
que investigar a fondo la cuestión del tiempo y también la naturaleza y
estructura del pensamiento. Pero si dicen: “Por favor, enséñenos un método para
librarnos del miedo”, entonces están planteando el problema de una manera
terriblemente errónea, porque el verdadero problema implica que no se han comprendido
a sí mismos, que no se han mirado a sí mismos. Muerte, conflicto, pena, dolor,
placer, miedo, meditación, todo eso es la vida de ustedes, y para comprenderla
necesitan tener vitalidad, fuerza, y no tendrán esa energía si meramente
repiten palabras, si se aferran a alguna creencia, a ciertas conclusiones; eso
destruye toda la energía. Energía implica libertad, no para hacer lo que les
plazca, sino libertad. Sólo entonces tienen una energía extraordinaria.
… ¿Alguna
vez han prestado ustedes atención a algo, le han dedicado toda la energía, han
escuchado totalmente a otro, le han prestado atención completa? No como un
soldado a quien se le ejercita para atender. Pero si uno comprende la
naturaleza del percibir, del concentrarse, ¿qué es, entonces, la atención? Si
ahora están prestando atención completa a lo que se dice, en esa atención no
existe un centro como el ‘yo’. ¿Están atendiendo de ese modo a lo que se dice?
O sea, ¿ponen en ello toda la energía, escuchan vibrantemente, activamente? Si lo
hacen así, descubrirán que no hay un centro como el ‘yo’ que esté atendiendo.
Entonces, cuando uno está tan profundamente atento, el cerebro se aquieta
naturalmente. No hay parloteo, no hay control. ¿Quién es el controlador para
controlar el pensamiento? El controlador es otra parte del pensamiento, ¿no es
así?
… Debemos
pues, examinar, cuando hablamos del vivir, qué significa eso; la vida de un
árbol, del pez en el agua, la vida que hay en la belleza de un tigre, la vida
del universo, esta vida que parece tan extraordinariamente vasta, inmensa,
inconmensurable. ¿Estamos hablando de eso, o de la vida de ustedes? Si hablamos
de la vida de ustedes, ¿qué es esa vida? ¿Ir a la oficina de la mañana a la
noche por 50, 60 años, tener hijos, pertenecer a alguna secta, seguir a algún
gurú? La vida de ustedes es conflicto, conflicto como placer, conflicto como
temor; y es la persecución del placer y del deseo. Esta es la vida de ustedes.
¿Es acerca de eso que estamos hablando, del final de esa vida? ¿Qué es lo importante,
lo que está antes o lo que está después de la muerte?
La vida, la belleza de la vida, la energía,
el goce, la inmensidad del vivir, todo ello lo hemos reducido a ese trivial y
mezquino ‘yo’. ¿Nos interesa eso, el ‘yo’ que va a morir? ¿Nuestro nombre,
nuestra forma, nuestro aspecto, nuestra cuenta bancaria, nuestras creencias,
nuestras experiencias? ¿Qué es lo que somos entonces, qué son ustedes? Por
favor, mírenlo, cuestiónenlo, pónganlo en duda, inquieran. ¿Es eso lo que les
asusta que muera? ¿El saber que el cuerpo, el organismo va a morir? Pueden
prolongarlo por un largo tiempo, pero va a llegar a su fin. O puede que digan:
“He tenido una vida buena y placentera, no me importa morir”.
Nos preguntamos qué es lo que muere y qué es
lo que se aferra a la vida. Por ‘vida’ quiero decir el ir a la oficina, el
sexo, la pena, el placer, las luchas, las disputas, la destrucción de unos por
otros. Esta es la vida de ustedes, sean jóvenes o viejos. ¿Es esto lo que temen
que termine? ¿O consideran la vida como una totalidad, la vida del universo,
que es tan vasto, tan inmenso, tan incalculable? Por favor, pregúntense qué son
ustedes; es a eso que se aferra el pensamiento, a la imagen que hemos fabricado
de nosotros, al ‘sí mismo’, no a la inmortalidad de nuestra alma. El ‘sí mismo’
se construye a través del tiempo, nuestra imagen como el ‘yo’, desde el instante
en que nacemos hasta el presente. Y aceptamos ese ‘yo’ como una realidad. Ese
‘yo’, ¿es en absoluto real? ¿O es una serie de palabras, una serie de
recuerdos, de experiencias casuales, todo ello producto del pensamiento, y es
ese ‘yo’ el que se aferra a todo este tormento del vivir? Si uno no se aferra a
eso, entonces la vida es algo por completo diferente. Es un movimiento vasto e
inmensurable. Pero eso sólo puede verse cuando el ‘yo’ está ausente.
… La energía que se utiliza en una dirección determinada conduce a una sola cosa, conflicto y dolor; la energía que es la expresión de la totalidad de la vida, es una bienaventuranza que está más allá de toda medida.”
J. Krishnamurti