“… La
reforma, aun siendo necesaria, solo provoca la necesidad de una reforma
posterior, sin que ello tenga fin. Lo que es esencial es una revolución en el
pensamiento humano, no una reforma por parches. Sin un cambio fundamental en la
mente y en el corazón del hombre, la reforma simplemente lo pondrá a dormir y
contribuirá a satisfacerlo aún más.
… Afortunadamente
hay unos pocos que son sinceros, que están deseosos de examinar los problemas
humanos sin prejuicios de ninguna clase, pero en la gran mayoría de nosotros no
existe el espíritu de la conformidad ni el de la rebeldía. Cuando sin la
actitud de comprensión cedemos a las circunstancias del ambiente, el espíritu
de rebeldía que pudiéramos haber tenido desaparece y nuestras responsabilidades
pronto le ponen fin.
La rebeldía es de dos clases: la violenta,
que es una mera reacción, sin entendimiento, contra el orden establecido; y la
rebeldía profundamente psicológica de la inteligencia. Hay muchos que se
rebelan contra la ortodoxia establecida solo para caer en otras ortodoxias, en
otras ilusiones y en ocultas indulgencias para sí mismos. Lo que generalmente
sucede es que nos separamos de un grupo o de un círculo de ideales y nos
identificamos con otros grupos u otros ideales, creando así una nueva norma de
pensamiento contra la cual tendremos que rebelarnos más adelante. La reacción
sólo produce oposición, y la reforma necesita reformas ulteriores.
Pero hay una rebeldía inteligente que no es
reacción y que viene del conocimiento propio, como consecuencia de la
comprensión de nuestros pensamientos y sentimientos. Es solo cuando nos
enfrentamos con la experiencia tal como se presenta sin evitar perturbaciones,
que mantenemos alerta nuestra inteligencia, y la inteligencia sumamente alerta
es intuición, que es la única verdadera guía de la vida.
… Toda la educación de las escuelas, de los
colegios, de las universidades, se basa en adquirir más conocimientos, más
información, pero actuando siempre dentro de este campo. Cualquier reforma
política basada en una nueva filosofía, aunque se aleje del marxismo o de
cualquier otra filosofía conocida, seguirá siendo una invención que también se
encontrará en este campo. Así que el hombre continúa sufriendo, siendo
desdichado, quedándose solo, temiendo la muerte y la vida, esperando la llegada
de algún gran líder que le saque de su desgracia ..., esperando a un nuevo
salvador, a un nuevo político. En esta confusión nos comportamos muy
irresponsablemente porque, debido a nuestro propio desorden, estamos creando
tiranos, esperando que ellos establezcan el orden en estos medios. Esto es lo
que sucede fuera y dentro de nosotros. Por lo tanto, ¿qué debemos hacer? No lo
que hagan los políticos, porque ellos están tan confusos y son tan desdichados,
ambiciosos y envidiosos como nosotros mismos. Cualquier líder que escojamos
será como nosotros, no podremos escoger a uno que sea completamente distinto a
nosotros. Así pues, esta es la verdadera descripción de nuestra vida, conflicto
dentro y fuera, lucha, oposición de unos contra otros y un egoísmo atroz ...,
ya conocemos todo el panorama.
Lo primero que le incumbe a uno, si es
verdaderamente serio, y uno ha de ser serio cuando existe tanto sufrimiento en
el mundo, es averiguar por sí mismo, mediante una investigación cuidadosa, sin
prisas, paciente y tentativa, si existe alguna forma de resolver todos estos
problemas que no sea mediante el pensamiento. ¿Hay alguna acción que no se
encuentre basada en el pensamiento? ¿Existe una inteligencia que no sea la
actividad o el resultado del pensamiento, que no la haya formado el
pensamiento, que no se realice mediante artimañas, mediante fricciones y
luchas, sino algo que sea completamente diferente? Eso es lo que quiero
comunicar. Por lo tanto, uno ha de escuchar no a lo que dice quien les habla,
sino a la misma acción de escuchar. ¿Cómo escuchamos? ¿Escuchamos realmente
alguna vez? ¿Escucha uno libremente, o lo hace siempre mediante las astutas
actividades del pensamiento, con sus interpretaciones y prejuicios? Uno tiene
que escuchar, si es libre, al contenido de la propia conciencia. Escuchar, no
solamente a lo que se halla en la superficie, lo cual es bastante sencillo,
sino a las capas más profundas. Eso significa escuchar a la totalidad de la
conciencia.
… La realidad, la verdad no se puede
reconocer. Para que la verdad venga, la creencia, el conocimiento, la
experiencia, la virtud, la búsqueda de virtud la cual es distinta de ser
virtuoso, todo esto debe desaparecer. La persona virtuosa que es consciente de
buscar la virtud nunca puede encontrar la realidad. Puede que sea una persona
muy decente, eso es totalmente distinto del hombre verdadero, del hombre que
comprende. Para el hombre verdadero, la verdad se ha hecho realidad. Un hombre
virtuoso es un hombre recto, y un hombre recto nunca puede comprender lo que la
verdad es porque, para él, la virtud es la envoltura, el fortalecimiento del ego,
pues está persiguiendo la virtud. Cuando dice: ''No debo tener codicia",
el estado en el que no es codicioso y que experimenta, fortalece al ego. Por
eso es tan importante ser pobre, no solo en lo que respecta a las cosas del
mundo, sino también en cuanto a creencias y conocimientos. Un hombre rico en
bienes mundanos o un hombre rico en conocimientos y creencias, no conocerá
nunca nada que no sea oscuridad, y será el foco de toda malignidad y desdicha.
Pero si usted y yo, como individuos, podemos ver todo el funcionamiento del
ego, entonces sabremos lo que es el amor. Le aseguro que esa es la única
reforma que puede cambiar el mundo. El amor no es el ego. El ego no puede
reconocer el amor. Usted dice: "Amo", y entonces, en el mismo acto de
decirlo, en el mismo acto de experimentarlo, el amor desaparece. Pero, cuando
conoce el amor, no hay ego. Cuando hay amor, el ego no existe.
… No desechéis esto, por favor, diciendo que
es cosa pueril, una tontería que en nada afecta al mundo. ¿Qué es lo que ejerce
sobre el mundo un efecto fundamental? ¿Acaso un movimiento de masas? ¿O ese
efecto fundamental lo ejercen unos pocos creadores que no son egocéntricos,
ególatras, imbuidos en sí mismos, que no proyectan ambiciones ni intereses
propios, unos pocos que están realmente libres de todo egoísmo?”
J. Krishnamurti