“… Durante muchos años, vidas, siglos, nos hemos estado esforzando en hallar una salida a nuestra desgracia, por la disciplina, por el sacrificio, el control, el olvido de uno mismo y la identificación con algo que hemos llamado más grande. Hemos probado innumerables sistemas, seguido innumerables sendas y, sin embargo, al final de todo ello, seguimos como estábamos, amedrentados, con ansiedad, atormentados, llenos de pena. Tiene que haber pues, una manera por completo distinta de abordar este problema. Voy a caminar esta mañana, si puedo, hacia esta distinta actitud, no sólo de modo verbal o intelectual, porque en lo verbal o intelectual no puede uno entrar en este reino de claridad, ni puede uno hacerlo con ninguna clase de sentimiento o emocionalismo.
… Tiene uno que penetrar en él sin saberlo,
sin esfuerzo, sin ninguna intención deliberada; y si queréis escuchar
calladamente, tal vez podamos avanzar juntos. Mas, si vuestra indagación es
sólo intelectual, analítica, entonces me temo que vosotros y yo perderemos
nuestra comunicación, nuestra comunión de uno con el otro. En el viaje de la
vida y de la muerte debemos caminar solos; puede ser que no exista ningún
consuelo en el conocimiento, en la experiencia ni en los recuerdos. La mente
debe estar limpia de todo aquello que ha acumulado a causa de su instinto de
seguridad; sus dioses y sus virtudes deben volver a la sociedad que los ha
creado, debe ser una soledad completa, pura,
… El extraordinario estado que la verdad
revela, y la inmensidad de la realidad, nadie puede proporcionárselos. No
existe autoridad, no hay guía. Tienen que descubrirlo ustedes mismos y, con
ello, dar algo de sentido a todo este caos al que llamamos vida. Es un viaje
que hay que emprender completamente solo, sin compañero, sin marido ni esposa
ni libros. Solo pueden iniciar este viaje cuando realmente ven la verdad de que
deben caminar completamente solos. Entonces están solos no por amargura, no por
cinismo ni por desesperación, sino porque ven el hecho de que la soledad es absolutamente
necesaria. Este hecho y su percepción son lo que le liberan a uno para caminar
solo. Uno es el libro, el salvador y el maestro. Tienen pues que investigar,
tienen que aprender de ustedes mismos, lo cual no significa acumular
conocimientos de uno mismo y mirar con estos la actividad de su propio
pensamiento. ¿Lo comprenden?
… Cuando perciban todo esto en un abrir y
cerrar de ojos, y eso es lo único que tienen que hacer, nada más, sí que
estarán caminando en libertad, y partiendo de esa libertad hay acción, la cual
no deja la mente paralizada. Un cerebro debe tener espacio. El espacio no es
solo una distancia entre aquí y allí, el espacio implica carecer de centro. Si
usted tiene un centro y se desplaza de él hacia la periferia, por muy distante
que esté, eso sigue siendo limitado. De manera que espacio significa total
ausencia de centro y de periferia, de límites. ¿Poseemos un cerebro que no
pertenece, que no está apegado a nada, a la experiencia, a conclusiones,
esperanzas e ideales, de manera que está real y completamente libre? Si usted
está cargado no puede caminar muy lejos. Si el cerebro es basto, vulgar,
egocéntrico, no puede tener inmenso espacio. Y el espacio significa vacuidad,
palabra que uno emplea con muchísimo cuidado. Estamos tratando de averiguar si
es posible vivir en este mundo sin ningún temor, sin conflicto alguno, con un
tremendo sentido de compasión, lo cual requiere mucha inteligencia. No puede
haber compasión sin inteligencia. Y esa inteligencia no es la actividad del pensamiento.
… Cuando se controla el pensamiento, la
meditación sólo genera conflicto en la mente. Pero cuando usted comprenda la
estructura y el origen del pensamiento, entonces este no intervendrá, como les
acabo de explicar. Por lo tanto, verá que el pensamiento tiene su lugar cuando
usted debe ir a la oficina, tiene que encaminarse a su casa, hablar un idioma,
ahí tiene que funcionar el pensamiento. Pero una vez usted ha comprendido toda
la estructura del pensar, ese mismo entendimiento es su propia disciplina, que
no es imitación ni tiene nada que ver con la supresión. Las células cerebrales
han sido condicionadas para sobrevivir dentro de un patrón determinado, como
hindú, musulmán, parsi, cristiano, católico o comunista. Como el cerebro ha
sido condicionado para sobrevivir siglo tras siglo, tiene el hábito de la
repetición, por lo que el propio cerebro se convierte en el factor principal de
una búsqueda inquieta. Lo verá por sí mismo cuando lo investigue.
… Así pues, lo que estamos haciendo es aprender,
y en el aprender no existe un maestro que enseñe. Todo lo que se requiere es
atención, ese sentido de simple y sereno silencio; y entonces uno aprende. En
eso no hay libro ni maestro, ni nadie que les indique lo que deben hacer; toda
la cosa está sucediendo. De modo que estamos interesados en un estilo de vida
donde todo conflicto ha llegado a su fin. Vamos a aprender, no a preguntar:
¿qué debo hacer para vivir sin conflicto? Esa es una pregunta sumamente
inmadura e infantil y, tan pronto la formulan, dan origen al hombre que les
enseñará lo que deben hacer, en consecuencia, están atrapados. Tienen que ver
que el aprender está en la acción misma, no viene al caso si se equivocan o no
se equivocan al actuar. Excepto tecnológicamente, el aprender está en el
actuar, no en lo que nos enseñan.
… Como hemos dicho antes, el sufrimiento cesa sólo mediante el total conocimiento de sí mismo. ¿Se conoce usted de un vistazo o espera hacerlo después de un análisis prolongado? No puede conocerse mediante el análisis. Sólo puede hacerlo en la relación, de instante en instante, cuando no hay acumulación. Eso significa que uno tiene que estar consciente, sin opción alguna de lo que realmente está ocurriendo. Significa verse tal y como uno es, sin el opuesto, sin el ideal, sin el conocimiento de lo que uno ha sido. Si se mira con ojos de resentimiento o rencor, entonces lo que ve está teñido por el pasado. Deshacerse del pasado todo el tiempo, cuando uno se ve, es liberarse del pasado. El sufrimiento cesa sólo cuando existe la luz de la comprensión, y esa luz no se enciende por una experiencia o por un destello de entendimiento; esta comprensión se enciende a sí misma todo el tiempo. Nadie puede dársela, ninguna estratagema, ningún libro, maestro o salvador. La comprensión de sí mismo es el cese del sufrimiento”.
J. Krishnamurti