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SÓLO CUANDO HAYAMOS COMPRENDIDO TODO EL SIGNIFICADO DEL "MÁS", DEJAREMOS DE PENSAR EN TÉRMINOS DE ÉXITO Y FRACASO

     

    “… ¿Hay sentimiento de orgullo con el éxito? ¿Qué es el orgullo y qué es el éxito? ¿Comprendes esas dos palabras, éxito y orgullo? ¿Qué es el éxito? ¿Has considerado alguna vez qué es el tener éxito como escritor, como poeta, como pintor, como hombre de negocios, como político? Sentir en tu fuero íntimo que has logrado cierto dominio de ti mismo, sentirte interiormente afortunado porque has conseguido determinado objeto, sentir que has tenido éxito material, ¿qué es lo que todo ello indica? Sentir que has logrado algo, que eres mejor que otra persona, que has obtenido lo que deseas, que has llegado a ser un triunfador, que se te respeta, que otros te consideran como un ejemplo, ¿qué es lo que todo eso indica? Es natural que con ese sentimiento venga el orgullo: “yo he hecho tal cosa, yo soy muy importante”. El sentimiento del “yo” es por su propia naturaleza un sentimiento de orgullo. Así pues, con el éxito desarróllase siempre el orgullo, y el orgullo es de ser uno comparativamente muy importante. Esta comparación con otro, con tu ejemplo, con tu ideal, con tu esperanza, te da la fuerza, el propósito, el impulso que no hace más que dar importancia al “yo”, al sentimiento de que tú eres mucho más importante que cualquiera otra persona, y esa sensación o sentimiento de placer es el comienzo del orgullo. El orgullo es algo que trae inflación, buena dosis de egoísta vanidad. Observa a tus mayores y obsérvate a ti mismo. Pasas un examen. Cuando ves que eres un poco más listo que otro experimentas una sensación de placer. Es lo mismo que cuando vences a alguien en una controversia o físicamente resultas mucho más fuerte o más hermoso. Surge de inmediato el sentido de tu importancia. Cuando existe pues, ese sentido de la importancia del “yo”, prodúcese el conflicto, la lucha, el dolor de mantener ese estado constantemente. 

   … El trepador, tanto en el mundo externo como en el mundo psicológico, es una máquina, nunca sabrá lo que es la verdadera dicha. Uno sólo conocerá la dicha cuando vea lo que uno es y deje que esa complejidad, esa belleza, esa fealdad, esa corrupción actúe sin tratar de convertirse en otra cosa. Hacer esto es muy difícil porque la mente siempre está queriendo ser algo. Ustedes quieren convertirse en filósofos o en grandes escritores. Adoran al dios del éxito, no a aquello "que es". Por muy pobre que seas, por muy vacío o torpe, si puedes ver la cosa tal como es, entonces eso empezará a transformarse. Pero la mente empeñada en convertirse en algo nunca comprende el ser. La comprensión del ser, de lo que uno es, produce una extraordinaria exaltación, una liberación de pensamiento creativo, de vida creativa.

   Todos los libros religiosos, toda nuestra educación, todos nuestros planteamientos sociales y culturales consisten en conseguir, en convertirse en algo. Pero eso no ha creado un mundo feliz, ha producido enorme aflicción. Vivimos con la ambición. Ese es nuestro pan de cada día. Pero ese pan nos envenena, produce toda clase de aflicción mental y física, de manera que en el momento en que se nos frustra o impide llevar a cabo nuestra ambición, caemos enfermos. Pero un hombre que posee el sentimiento interior de hacer aquello que ama, sin pensar en un fin, sin pensar en un resultado, ese hombre no tiene frustraciones, no tiene impedimentos, es el verdadero creador.

   … Si uno tiene un determinado talento cuida de él, pues le dará la oportunidad de desarrollar el deseo de alcanzar poder, posición y prestigio. Ya lo han observado, ¿verdad? Una persona con talento, ya sea para el piano o la política, que tiene el don de la palabra o de lo que sea, lo utiliza para llegar a ser alguien. ¿No se han dado cuenta de estas cosas? Si a un violinista de renombre mundial se le despoja de su violín, no es nadie. Por tanto, si uno quiere averiguar qué es la verdad debe estar muy atento a su talento y no emplearlo de forma indebida, debe utilizar su talento con gran humildad. Y humildad significa no ascender nunca por la escalera del éxito, nunca llegar a ser ''alguien" en este mundo. Cuando se cuenta con esa humildad el talento no es un peligro. 

   … Y nosotros queremos la misma cosa, también queremos trepar por la escalera y llegar a la parte de arriba. Y cuando todos queremos llegar arriba, ¿qué sucede? Pisamos a alguien, y el hombre al que pisan, al que destruyen, pregunta: "¿por qué la vida es tan injusta? Ustedes lo tienen todo y yo no tengo capacidad, no tengo nada". En tanto sigamos trepando por la escalera del éxito, siempre existirán el enfermo y el mal alimentado. Es el deseo de éxito el que tiene que ser comprendido, y no por qué hay ricos y pobres, o por qué algunos tienen talento y otros no tienen ninguno. Lo que tiene que cambiar es nuestro deseo de trepar, nuestro deseo de ser grandes, de alcanzar el éxito. Todos aspiramos al éxito, ¿no es así? Allí radica la culpa y no en el karma, o en alguna otra explicación. El hecho real es que todos nosotros deseamos estar en la cima, quizá no en la cima misma, pero al menos tan alto en la escalera como seamos capaces de treparla. En tanto exista este impulso de ser grande, de ser "alguien" en el mundo, vamos a tener al rico y al pobre, al explotador y a los explotados.

   … El descontento es esforzarse por conseguir "más", y el contento es el cese de esa lucha; pero no puedes llegar al contento sin comprender todo el proceso del "más", y el por qué la mente lo demanda. Estamos luchando por conseguir algo, y nunca nos hemos detenido a investigar si vale la pena luchar por lo que perseguimos. Nunca nos hemos preguntado si merece el esfuerzo, así que todavía no hemos descubierto que no lo merece ni hemos rechazado la opinión de nuestros padres, de la sociedad, de todos los Maestros y gurúes. Sólo cuando hayamos comprendido todo el significado del "más", dejaremos de pensar en términos de éxito y fracaso.

   … La mente está impulsada por la ambición, el éxito, y quiere alcanzar a Dios, lo cual es también ambición. Pero si uno deja de ambicionar cosas mundanas o internas, lo cual significa que deja de querer conseguir, deja de buscar más y más experiencias, más y más sensaciones, más y más emociones, más y más visiones, entonces el pensamiento no interviene y, en consecuencia, verá que su cerebro entra en un extraordinario silencio.” 

   J. Krishnamurti

                
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