“… Y
bien, ¿podemos, al menos durante una hora, y quizá durante el resto de nuestra
vida, pensar juntos? Pensar juntos en algo es posible, ¿verdad? Pensamos juntos
cuando hay una crisis, como una guerra terrible. Entonces nos olvidamos de
nuestras propias tonterías y la amenaza de algo mucho más grande como una
guerra, nos une. Es obvio. Y si alguien no está de acuerdo con esto, lo matan,
lo envían a la cárcel o le llaman cobarde, objetor de conciencia, etc.
Aparentemente, las grandes crisis unen a los hombres, a los seres humanos, en
nombre del patriotismo, de Dios, en nombre de la paz, etc. Por suerte, a corto
plazo no tenemos una crisis como la guerra, por eso cada uno hace lo que quiere
y se estimula ese interés. Así es como gradualmente perdemos nuestra libertad.
Me pregunto si se dan cuenta de todo esto.
… Esta es una cuestión muy complicada que
requiere muy cuidadoso estudio; y espero que tendréis la paciencia de ir
conmigo paso a paso y no quedaros en la mitad del camino. Sabemos cuáles son
las causas de la guerra. Ellas son bastante obvias y hasta un escolar puede
verlas; la codicia, el nacionalismo, la búsqueda del poder, las divisiones
geográficas y nacionales, los conflictos económicos, los Estados soberanos, el
patriotismo, el que una ideología de izquierda o de derecha trate de imponerse
a otra, etc. Esas causas de guerra son engendradas por vosotros y por mí. La
guerra es la expresión espectacular de nuestra existencia diaria, ¿no es así?
… Por lo tanto, el modo como actuará en tiempos
de guerra depende de usted, de la condición, del estado de su propio ser. A un
hombre que está condicionado para la violencia, es completamente inútil
decirle: "usted no debe ir a la guerra." Es una pérdida de tiempo
decirle que no pelee, porque está condicionado para pelear, le gusta pelear.
Pero aquellos de nosotros que tenemos un propósito serio, podemos investigar
nuestras propias vidas; podemos ver cómo somos violentos en nuestras
existencias cotidianas, en nuestra manera de hablar, en nuestros pensamientos y
sentimientos, en nuestras acciones; y podemos liberarnos de esa violencia, no
por medio de un ideal, no tratando de transformarla en no violencia, sino
afrontándola realmente mediante el simple hecho de estar atentos a ella;
entonces, cuando la guerra llegue, seremos capaces de actuar correctamente.
Un hombre que busca un ideal actuará
falazmente, porque su respuesta estará basada en la frustración. Mientras que,
si somos capaces de tomar conciencia plena de nuestros pensamientos, sentimientos
y actos en la vida cotidiana, sin condenarlos, sino estando plenamente atentos
a ellos, entonces nos liberaremos del patriotismo, del nacionalismo y todas
esas tonterías, que son los símbolos mismos de la violencia. Y al estar libres
de ellos, sabremos cómo actuar correctamente cuando llegue esa crisis que
llamamos guerra.
… En la escuela son educados esmeradamente
para el patriotismo, por medio de los libros de historia que dicen que el país
de ustedes ha derrotado a algún otro país, que es mejor que otros países. ¿Por
qué ha habido esta preparación de la mente para el patriotismo, el cual, a mi
entender, es una cosa antinatural? No es que no tengan que apreciar la belleza
de un país, más tal vez que la de otros países; pero esa apreciación no tiene
nada que ver con el patriotismo, es apreciación de la belleza. Por ejemplo, hay
ciertas partes del mundo donde no crece un solo árbol, donde el Sol es
deslumbrante y abrasador, pero eso tiene su propia belleza. Por cierto, un
hombre que gusta de la sombra, de las hojas que danzan, no por eso es
patriótico. El patriotismo ha sido cultivado, ejercitado como un medio de
explotación. No es una cosa instintiva en el hombre. Lo instintivo en el hombre
es la apreciación de la belleza, no el decir "mi país". Pero eso ha
sido cultivado por aquellos que desean buscar mercados extranjeros para sus
mercancías. O sea, si tengo en mis manos los medios de producción y he saturado
este país con mis productos y, entonces, quiero expandirme, tengo que ir a
otros países, tengo que conquistar mercados en otros países. Por lo tanto, debo
disponer de medios de conquista. Así que digo, "nuestro país", y
estimulo toda esta cosa a través de la prensa, de la propaganda, de la
educación, de los libros de historia, etc., estimulo este sentimiento de
patriotismo; de esta manera, en un momento de crisis, todos nos lanzamos a
combatir a otro país. Y los explotadores juegan con este sentimiento de
patriotismo hasta que todos hemos sido tan embaucados, que estamos dispuestos a
pelear por nuestro país, llamando bárbaros a los otros y todo lo demás. Esto es
algo obvio, no lo invento. Ustedes pueden estudiarlo. Es obvio si lo consideran
con una mente libre de prejuicios, una mente que no quiere identificarse ni con
el patriotismo ni con el antipatriotismo, sino que trata de descubrir. ¿Qué
ocurre cuando descubren que el patriotismo es realmente un obstáculo para una
vida completa, plena, verdadera? No tienen que luchar contra él. Ha
desaparecido completamente.
… Si ustedes fueran realmente sensatos, no les importaría cómo los llaman, no rendirían culto a un rótulo. Pero los rótulos, las palabras, se vuelven importantes cuando el corazón está vacío. A causa de que el corazón de ustedes está vacío, tienen miedo y están dispuestos a matar a otros. Es realmente un problema absurdo esta cuestión de los hindúes y los musulmanes. Cuando usted ve cómo las personas inmaduras hacen una confusión de las cosas, ¿cuál es su actitud? De nada sirve que las golpee en la cabeza. O trata de ayudarlas o se aparta y las deja en plena libertad de seguir con su confusión. A ellas les gustan sus juguetes, de modo que uno se aparta y construye una nueva cultura, una nueva sociedad. El nacionalismo es un veneno, el patriotismo es una droga, y los conflictos del mundo son una distracción que nos aleja de la relación directa con la gente. Si usted lo sabe, ¿puede seguir complaciéndose en tales cosas? Si ve eso con claridad; no habrá división entre el hindú y el musulmán. Nuestro problema es, entonces, mucho más vasto y, por lo tanto, no nos extraviaremos en cuestiones tontas al enfrentarnos con los reales problemas de la vida.
... Si somos capaces de producir un cambio fundamental, una revolución radical en nosotros, en nuestro interior, entonces podremos crear un mundo diferente, un conjunto de valores distintos.”
J. Krishnamurti
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