“… Como
sabéis, la opinión, el juicio y la valoración son absolutamente fútiles frente
a un hecho. Lo que penséis, la opinión que tengáis, la religión o secta a que
pertenezcáis, las experiencias que hayáis tenido, estas cosas carecen de todo
sentido ante un hecho. El hecho es mucho más importante que vuestro pensamiento
sobre el hecho; tiene un significado mucho mayor que vuestra opinión, que se
basa en vuestra educación, religión, cultura y condicionamiento particulares.
No vamos pues, a tratar de opiniones, ideas, juicios; vamos, si podemos, a ver
los hechos como son. Eso requiere una mente libre, una mente que sea capaz de
mirar.
Me pregunto si habéis pensado alguna vez
sobre la cuestión de lo que significa mirar, ver. ¿Es meramente cuestión de
percepción visual, o es que el ver, el mirar, es algo mucho más profundo que la
mera acción de ver? Para la mayoría de nosotros el ver implica lo inmediato, lo
que pasa hoy y lo que va a pasar mañana, y lo que va a pasar mañana está
coloreado por el ayer. Nuestro mirar es pues, muy estrecho, muy miope,
confinado, y nuestra capacidad de mirar es muy limitada. Creo que si quiere
uno mirar, ver más allá de las colinas, de las montañas, de los ríos y de los
verdes campos, más allá del horizonte, debe haber cierta clase de libertad.
Requiere una mente muy firme, y una mente no es firme cuando no es libre. Y me
parece muy importante que tengamos esta capacidad de ver, no meramente lo que
queremos ver, no lo que es agradable según nuestras estrechas y limitadas
experiencias, sino el ver las cosas como son; ver las cosas como son libera a
la mente. Es por cierto una cosa extraordinaria el percibir de manera directa,
sencilla, total.
… La mente que está tan condicionada,
moldeada por el entorno, por la cultura en la que nacemos, ¿cómo puede
descubrir aquello que no está condicionado? ¿Cómo puede una mente que en sí
misma siempre está en conflicto descubrir lo que nunca ha estado en conflicto?
De modo que, al indagar, esa búsqueda no tiene sentido. Lo que tiene sentido y
significado es si la mente puede ser libre, si puede liberarse del temor, de
todas sus mezquinas luchas egoístas, de la violencia y demás. ¿Puede la mente,
la suya, liberarse de eso? Esa es la verdadera indagación. Y cuando la mente
sea realmente libre, sólo entonces será capaz de preguntarse, sin ilusión
alguna, si hay o no hay algo que sea absolutamente verdadero, intemporal,
inconmensurable. ¿Sabe? Es realmente muy importante que averigüe esto por sí
mismo, porque usted tiene que ser una luz para sí, no puede en modo alguno
tomar la luz de otro o ser iluminado por él. Usted tiene que descubrir por sí
mismo todo este movimiento de la vida, con toda su fealdad y belleza, sus
placeres, aflicción y confusión, y salirse de esa corriente.
… Algún gurú, algún individuo listo le puede
decir a uno cuál es el más alto nivel, y uno puede repetir lo que ha oído, pero
ese proceso no es descubrimiento. Es simplemente la aceptación de la autoridad,
y la mayoría de nosotros aceptamos la autoridad, porque somos perezosos. Todo
ello ha sido pensado, y nosotros nos limitamos a repetir como un disco de
fonógrafo.
Ahora bien, veo la necesidad del
descubrimiento, porque es obvio que tenemos que crear una clase de cultura
totalmente distinta, una cultura no basada en la autoridad, sino en el
descubrimiento por cada individuo de lo que es verdadero, y ese descubrimiento
exige libertad completa. Si una mente está sujeta, por larga que sea la cuerda,
sólo puede funcionar dentro de un radio fijo, y por lo tanto no es libre. Así
pues, lo importante es descubrir el más alto nivel en que pueda realizarse la
revolución, y eso exige gran claridad de pensamiento, exige una buena mente, no
una mente espuria, repetidora, sino una mente capaz de pensar con intensidad,
razonar hasta el fin, clara, lógica y cuerdamente. Tiene uno que poseer una
mente así, y sólo entonces es posible ir más allá.
… Solo hay pues, la mente humana, solo hay
el pensar, aquí o en Occidente; y es la tarea primordial de toda persona seria
el inquirir sobre todo el proceso del pensar, porque toda acción surge del
pensamiento. Sin pensar, no hay acción; y el pensar está ahora dividido en
indio, europeo, esto o aquello, lo que significa que está condicionado,
influido, moldeado por una particular cultura. Habiendo producido su propia
cultura, la mente entonces queda atrapada en esa cultura, en esa sociedad; y
comprender este proceso, penetrar en él y trascenderlo, es la función de todo
ser humano responsable. Es solo cuando liberamos a la mente de su
condicionamiento que podemos saber qué es el amor, qué es la compasión; y
mientras sigamos siendo hindúes, maharashtrian, o lo que queráis, será total
disparate el hablar sobre Dios, la verdad, el amor, la compasión.
No es posible que llegue a existir un nuevo
mundo a menos que cada uno de nosotros sienta que esta tierra es nuestra,
vuestra y mía, para que vivamos en ella; y no podemos vivir en ella
pacíficamente si yo me considero brahmín, o un gran santo, y os miro como un
pobre hombre, un sirviente del cual se puede abusar. Somos un conjunto de seres
humanos, y el cambio de corazón es mucho más importante que el cambio de
legislación. Las leyes no pueden cambiar el corazón; y el corazón o la mente
ambiciosa puede utilizar o soslayar cualquier clase de legislación para
enriquecerse. Por eso es muy importante comprender todo esto, y no dividir el
mundo en oriental y occidental.
… Si la sociedad ayuda al hombre a encontrar
lo real, entonces es esencial cualquier clase de reforma dentro de la sociedad;
pero si la sociedad es un obstáculo para ese descubrimiento, ¿no debería el
individuo romper con ella y buscar la verdad? Solo una persona así es
verdaderamente religiosa, no el hombre que practica diversos rituales o el que
aborda la vida por medio de patrones ideológicos. Cuando el individuo se libera
de la sociedad y busca lo real, ¿acaso en su búsqueda misma no da origen a una
cultura diferente?
… La cultura es universal. La verdadera cultura es infinita, no pertenece a ninguna sociedad, a ninguna nación ni a ninguna religión.”
J. Krishnamurti