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EL CONCEPTO MISMO DE SENTIR QUE NECESITAMOS ESA SEGURIDAD Y PERMANENCIA SE TRADUCE EN APEGO

 

   “… Tomemos el apego. ¿Puede observar, ser consciente de su apego? Puede observarlo sin ninguna justificación, sencillamente diciendo: «sí, estoy apegado, estoy apegado a esa persona, o a esa cosa, o a esa creencia, o a ese ideal, o a esa conclusión, ¿o a lo que sea que le tenga apego»? ¿Entiende? Entonces, ¿puede mirarlo, ya sea a la persona, a la cosa o a la idea, y ver por qué está apegado?

   … Sólo estoy haciendo una pregunta. Por favor, vamos a ser simples. Estoy apegado, uno está apegado por diferentes motivos, placer, seguridad, recuerdos de experiencias a las que me aferro neuróticamente si son tristes y de forma no neurótica cuando son placenteras, etc. ¿Nos damos cuenta de todo el problema del apego? Eso es todo. Atengámonos solamente a eso. Tal vez sea mucho más profundo y yo no sea consciente de ello. ¿Entienden? Ahora bien, ¿cómo se exploran los niveles más profundos del apego? Puede que me dé cuenta de mis apegos superficiales, pero en el fondo puede que siga apegado a cosas de las que no soy consciente, de las que no me he dado cuenta. Bien, ¿cómo las voy a extraer? ¿Entienden mi pregunta? Como estudiante, ahora les pregunto: «¿cómo lo hacen? Entiendo lo que me ha dicho de no tener apegos superficiales, pero quizás esté profundamente apegado a algo de lo que no soy consciente. Por favor, señor, dígame qué debo hacer». Usted está en esa posición. Vamos, ayúdeme, yo soy el estudiante, ¿qué debo hacer?

   … Seguridad significa permanencia, pero, ¿existe algo en la vida que sea permanente? En nuestras relaciones buscamos seguridad y permanencia; y lo que ocurre, presten atención a esto, es que el concepto mismo de sentir que necesitamos esa seguridad y permanencia se traduce en apego. ¿Se dan cuenta? Y así, durante un mes, una semana o cincuenta años, hacemos a la otra persona objeto de ese intenso apego, del que nacen toda clase de conflictos, celos, sospechas, miedo, el sentimiento de adquisición y pérdida ..., ya saben ustedes a lo que me refiero, ¿no es cierto? Vamos a suponer que quien les habla, o cualquiera de ustedes, no tiene ese deseo de seguridad y permanencia, no digo que sea así, es simplemente una suposición. ¿Qué es la relación entonces? ¿Entienden la pregunta? El deseo de estabilidad y el apego, con su correspondiente dolor y placer, ansiedad y miedo, no son amor. Cuando ese deseo y ese apego están total y absolutamente ausentes, el otro es como una flor que se abre.

   … Hay seguridades externas basadas en ideas, y las hay internas. Yo creo en algo. Creo en Dios, creo en los ritos, creo que debiera casarme, creo que hay reencarnación, vida después de la muerte. Todas estas creencias han sido creadas por mis deseos, por mis prejuicios; y a estas creencias yo me apego. Tengo pues, fuera de mí mismo, fuera de la piel, por así decirlo, ideas de seguridad; también tengo seguridades íntimas. Si se me quitan esas ideas que están fuera y dentro de mí, o si se las pone en tela de juicio, tengo miedo. Batallaré pues, con vosotros; os rechazaré para que no toquéis mis ideas.

   … Cuando un hombre que ha quedado profundamente herido a causa del apego, empieza a cultivar el desapego ensalzándolo como una cualidad noble, lo que en realidad hace es protegerse de heridas ulteriores, y a ese proceso lo llama desapego. De igual modo, el miedo al sufrimiento le ha hecho ver que el consuelo, la dependencia, contienen en sí sufrimientos futuros y entonces se dice: "ya no debo buscar más consuelo, debo confiar en mí mismo". Sin embargo, el deseo, con sus muchas formas sutiles de temor, continúa.

   … La autocompasión es uno de los ingredientes del sufrimiento, y otro ingrediente es apegarse a alguien y fomentar o estimular ese apego hacia uno mismo. Pero el sufrimiento no surge solo porque el apego finalmente nos falle, sino porque su semilla ya está en el mismo inicio del apego. Todos estos problemas son consecuencia de la falta de conocimiento propio.

   … La muerte implica el fin de lo conocido. Significa la terminación del organismo físico, la terminación de toda memoria que soy «yo», puesto que «yo» no soy sino memoria. Y me asusta desprenderme de todo eso, lo cual implica muerte. La muerte significa el fin de los apegos; o sea, morir mientras vivimos, no separados de la muerte por cincuenta años o cosa así, esperando que alguna enfermedad termine con nosotros. Es vivir con toda nuestra vitalidad, nuestra energía, nuestra capacidad intelectual y un gran sentimiento por todas las cosas y, al mismo tiempo, terminar con ciertas conclusiones, ciertas idiosincrasias, experiencias, apegos, heridas psicológicas; morir para todo ello. Vale decir que, mientras uno está viviendo, vivir también con la muerte. Entonces la muerte no es algo que se encuentra lejos, no es algo que está al final de nuestra vida y que llega como consecuencia de algún accidente, de una enfermedad o de la vejez, sino que es más bien un final para todas las cosas de la memoria. Eso es la muerte, una muerte que no está separada del vivir.

   … Ahora bien, si realmente han comprendido todo esto no solo verbal o intelectualmente; si realmente sienten conmigo que esto es algo verdaderamente serio, entonces verán que es posible ir a la oficina, tomar un autobús y funcionar en la vida diaria con una cualidad distinta, con una nueva cualidad en la mente. Después de todo, uno no puede dejar de hacer los trabajos cotidianos, la actividad diaria, esa rutina a la cual está apegado, y si uno está apegado a la fuente de la que brota el agua no puede fluir con las aguas llenas de vida. Para captar la verdad de esto se necesita no solo una percepción directa, pensar con claridad, una mente cuidadosa, sino también un sentido de belleza. Si lo han comprendido se darán cuenta de que el apego ha dejado de tener importancia, no es necesario que luchen para liberarse de él, cae por sí mismo como una hoja que se lleva el viento. Entonces la mente se vuelve tremendamente vital, despierta, precisa, y deja de estar confundida.”

    J. Krishnamurti

                
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