… Usted puede decir: ¿Qué significa eso de ser
libre? Pues significa que una mente libre no tiene conflictos, que una mente
así está completamente en silencio, en paz, y no es violenta; que una mente así
puede crear una nueva cultura; una nueva cultura, no una contracultura de lo
viejo, sino algo completamente diferente en donde no exista ningún tipo de
conflicto. Uno ha descubierto, no como teoría, no como una afirmación verbal,
sino como un hecho real dentro de uno, que la mente puede observar de una forma
total, o sea, sin los ojos del pasado y que, en consecuencia, la mente es algo
completamente diferente.
… Así pues, cuando yo me observo, me estoy observando
con los ojos del pasado y, por lo tanto, condeno, juzgo, evalúo y digo que esto
está bien, o está mal, o es bueno, o es malo, según la cultura, la tradición,
el conocimiento, la experiencia que haya acumulado el observador. Por
consiguiente, eso impide la observación de lo que está vivo, que es el «yo». Y
ese «yo» puede que no sea en absoluto yo. Solo conozco el «yo» como pasado. No
sé si comprenden esto. Cuando el musulmán dice que es musulmán, es el pasado,
condicionado por la cultura en la que ha sido educado. Como lo es el católico o
el comunista. Todo se basa en esto. Así que cuando hablamos de vivir, hablamos
de vivir en el pasado. Y por tanto hay conflicto entre el pasado y el presente,
porque estoy condicionado como musulmán, o lo que sea, y no puedo encontrar el
presente vivo que exige que destruya mi condicionamiento.
… Uno percibe algo sólo cuando su mente está en
silencio, cuando no hay parloteo de ninguna clase. Si usted puede mirar la
estrella vespertina que asoma sobre el mar, mirarla sin un solo movimiento de
la mente, entonces percibe de veras su extraordinaria belleza, y cuando percibe
la belleza, ¿no experimenta también el estado de amor? Por cierto, la belleza y
el amor son la misma cosa. Sin amor no hay belleza, y sin belleza no hay amor.
La belleza está en la forma, la belleza está en el hablar, la belleza está en
la conducta. Si no hay amor, la conducta es trivial, es meramente el producto
de la sociedad, de una determinada cultura, y lo que produce es mecánico,
carente de vida. Pero cuando la mente percibe sin la más leve agitación,
entonces es capaz de mirar a una profundidad total dentro de sí misma. Y una
percepción semejante es realmente intemporal. Usted no tiene que hacer nada
para provocarla; no hay disciplina, ni práctica, ni método por el cual pueda
uno aprender a percibir.
… Pero es necesario que haya un mundo nuevo,
necesitamos una nueva cultura, porque la vieja cultura está muerta, está
consumida, hecha pedazos, no es ni válida ni consistente. De modo que tienen
que crear una nueva cultura, una cultura que no se base en la violencia, y eso
depende de cada uno de nosotros, porque la cultura que nos ha dejado la vieja
generación está basada en la violencia, en la agresividad, y esa es la causa de
toda esta confusión y desdicha. Las viejas generaciones han creado este mundo y
nosotros somos los que tenemos que cambiarlo, no podemos permanecer simplemente
sentados diciendo: «Seguiré al resto de la gente y buscaré éxito y posición».
Si hacen eso, sus hijos sufrirán; puede que alguno se lo pase bien, pero sus
hijos pagarán por ello. De modo que deben tener presente la crueldad externa
que el individuo ejerce contra el individuo, ya sea en nombre de Dios, de la
religión, del engreimiento propio, en nombre de la seguridad de la familia;
deben tener presente tanto la crueldad y la violencia externa como la violencia
interna que todavía no conocen.
… En realidad, esto no es complejo, aunque pueda
resultar difícil. Vea, nosotros no comenzamos con lo real, con el hecho, con lo
que estamos pensando, haciendo, deseando; partimos de suposiciones o de ideales
que no son realidades, y así nos extraviamos. Para partir de hechos y no de
suposiciones necesitamos una profunda atención, y toda forma de pensar que no
se origina en lo real es una distracción. Por eso es tan importante comprender
qué está ocurriendo tanto dentro como alrededor de uno.
… Vivimos en conflicto unos con otros y nuestro
mundo está siendo destruido. Hay crisis tras crisis, una guerra tras otra; hay
hambre, miseria; están los enormemente ricos, investidos de su respetabilidad,
y están los pobres. Para resolver estos problemas lo que se necesita no es un
nuevo sistema de pensamiento, ni una nueva revolución económica, sino
comprender lo que es, el descontento, el constante indagar en lo que es, lo
cual dará origen a una revolución de más largo alcance que la revolución de las
ideas. Y esta es la revolución tan necesaria para originar una cultura
diferente, una religión diferente y una diferente relación entre los seres
humanos.
… La libertad no puede otorgarse, la libertad es
algo que aparece cuando uno no lo busca. Surge sólo cuando uno sabe que es un
prisionero, cuando conoce completamente por sí mismo su estado de
condicionamiento, cuando sabe hasta qué punto está atrapado por la sociedad,
por la cultura, por la tradición, por todo lo que le han dicho.”
J. Krisnamurt
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