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ESFUERZO - ESENCIA DEL YO


   “… Debemos considerar juntos por qué hacemos todo este esfuerzo en la vida. ¿Por qué hacemos un esfuerzo inmenso para realizar cualquier cosa? Nos esforzamos tremendamente para meditar, para vivir, para disputar, para pelear unos con otros, opinión contra opinión, juicio contra juicio, yo estoy de acuerdo con usted, yo disiento con él. ¿Por qué todo este esfuerzo? ¿Para qué? ¿Por dinero, por la familia de uno, por afecto, por sentir que uno tiene que ser amado por alguien?

    … Casi todos nosotros basamos nuestra vida entera en el esfuerzo, en algún tipo de voluntad; no podemos concebir una acción sin voluntad, sin esfuerzo. Nuestra vida es eso, la vida social y económica y la llamada vida espiritual son una serie de esfuerzos que siempre terminan en algún resultado. Creemos que el esfuerzo es fundamental y necesario. De modo que ahora vamos a investigar si es posible vivir de manera diferente y sin esta lucha constante.

     … El problema del esfuerzo, de la lucha, del afán por lograr algo, debería ser cabalmente entendido; porque, a mi parecer, cuanto más nos esforzamos, cuanto más luchamos por llegar a ser algo, tanto mayor es la complejidad que alcanza el problema. Nunca hemos ahondado realmente esta cuestión del esfuerzo en pos de algo. Realizamos grandes esfuerzos, espirituales y físicos, en todos los órdenes de la vida. Nuestra existencia, positiva o negativamente, es un proceso de constante esfuerzo, ya sea por llegar a ser algo o por evitar algo. Toda nuestra estructura social, así como nuestra existencia religiosa y filosófica, se basa, ¿no es así? En el afán de lograr o de evitar un resultado.

   … ¿Por qué realizamos esfuerzo? Mirad, se trata de una cuestión seria; pensemos juntos sobre ella. El esfuerzo es evidentemente necesario en cierto nivel de nuestra existencia, para adquirir conocimiento en la escuela, para aprender una técnica, etc. Pero, ¿por qué hace la mente un esfuerzo para ser algo, para ser no violenta, o para ser pacífica? ¿No es porque, dándose cuenta de que es violenta, codiciosa, o estúpida, la mente quiere transformar ese estado en algún otro? El deseo de cambiar de lo que es a lo que debería ser, acarrea el proceso del esfuerzo, ¿no es así? Soy ignorante, y debo adquirir conocimientos; soy envidioso, y tengo que ser no envidioso. De modo que el deseo de ser no envidioso engendra esfuerzo, la lucha por ser algo. Para mí, este esfuerzo, en el que está atrapada la mayor parte de la gente, es el factor deteriorante.

    … ¿Cómo ha de tener uno esta inteligencia que destruye la lucha y el conflicto y el esfuerzo incesante que desgasta a la mente? Vean, cuando hacen un esfuerzo, son como una pieza de madera a la que se le sacan trozos con un cuchillo hasta que no queda madera en absoluto. Así, si existe este esfuerzo continuo, este constante desgaste, la mente cesa de ser ella misma; y el esfuerzo existe sólo mientras hay amoldamiento y ajuste al medio. Pero si hay percepción instantánea, comprensión inmediata y espontánea del medio, no existe esfuerzo alguno para ajustarse. Hay acción inmediata.

    … Sólo una mente en silencio puede ver la verdad, no una mente que se esfuerza por verla. Señor, si se esfuerza en escuchar lo que estoy diciendo, ¿está escuchando? Tan sólo cuando está inactivo, cuando está realmente en silencio, puede comprender. Si observa con atención, si escucha desde la quietud, entonces escuchará, pero si lucha para captar todo lo que se dice, entonces su energía se disipará en el esfuerzo, en la lucha. De modo que no es posible descubrir la verdad a través del esfuerzo, no importa quien lo diga, ya sean los libros antiguos, los antiguos santos o los modernos. El esfuerzo niega la comprensión, y sólo una mente en silencio, una mente sencilla, una mente pasiva que no está empujada por sus propios esfuerzos, sólo esa mente puede comprender y descubrir la verdad.

    … El conflicto contribuye a la inestabilidad. La mente puede dominar el cuerpo y reprimir los sentidos, pero debido a eso torna el cuerpo insensible; y un cuerpo insensible se convierte en un obstáculo para el vuelo pleno de la mente. La mortificación del cuerpo no conduce en absoluto a la búsqueda de niveles más profundos de conciencia; y esto sólo es posible cuando la mente, las emociones y el cuerpo no se contradicen entre sí, sino que están integrados, operan al unísono sin esfuerzo alguno, sin ser dirigidos por ninguna creencia, ningún concepto o ideal.

    … Uno no censura al pájaro que vuela; lo observa, percibe su belleza. Pero, cuando uno considera su propia lucha interna, la censura o la justifica, es incapaz de observar este conflicto interno, sin introducir opción ni justificación alguna. Estar alerta a los propios sentimientos y pensamientos, sin identificarse con ellos, sin rechazar nada, no es una tarea tediosa y difícil, pero cuando buscamos un resultado, cuando queremos obtener algo, el conflicto se incrementa y comienza el tedio del esfuerzo, de la lucha.

   … Pero cuando oímos hablar de la ausencia de esfuerzo, queremos ser así, queremos conseguir un estado en el que no tengamos lucha alguna, ningún conflicto; de modo que convertimos eso en nuestra meta, nuestro ideal, y nos esforzamos por alcanzarlo; y en el momento en que hacemos esto ya hemos perdido la dicha de vivir. Estamos otra vez atrapados en el esfuerzo, en la lucha. El objetivo de la lucha varía, pero toda lucha es esencialmente lo mismo. Uno puede luchar para llevar a cabo reformas sociales o para encontrar a Dios, o para crear una relación mejor con su esposa o marido, o con su vecino; uno puede sentarse a orillas del Ganges, rendir culto a los pies de algún gurú, y demás. Todo esto es esfuerzo, lucha. Por consiguiente, lo importante no es el objetivo de la lucha, sino comprender la lucha misma. 

   … La verdad es lo que libera, no su esfuerzo por liberarse.”

    J. Krishnamurti