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AUTOENGAÑO

  

   “… Desearía discutir o considerar la cuestión del autoengaño, las ilusiones a que la mente se entrega y se impone a sí misma y a los demás. Este es un asunto muy serio, sobre todo en una crisis del género de la que el mundo hoy enfrenta. Mas para comprender todo este problema del autoengaño, debemos seguirlo no sólo en el nivel verbal, sino intrínsecamente, fundamental y hondamente. Se nos satisface demasiado fácilmente con palabras y contrapalabras; somos sabihondos, y siéndolo, todo lo que podemos hacer es esperar que algo ocurra. Vemos que la explicación de la guerra no detiene la guerra; hay innumerables historiadores, teólogos y gente religiosa que explican la guerra y cómo ella se origina; pero las guerras han de continuar, tal vez más destructivas que nunca.

   … ¿Cuál es la razón, la base del autoengaño? ¿Cuántos de nosotros se dan realmente cuenta de que nos engañamos a nosotros mismos? Antes de contestar la pregunta “¿qué es el autoengaño y cómo surge?”, debemos darnos cuenta de que nos engañamos a nosotros mismos. ¿No es así? ¿Sabemos que nos engañamos a nosotros mismos? ¿Qué entendemos por este engaño? Creo que ello es muy importante; porque, cuanto más nos engañamos a nosotros mismos, mayor es la fuerza del engaño que nos brinda cierta vitalidad, cierta energía, cierta capacidad, lo cual hace que impongamos nuestro engaño a los demás. Gradualmente, pues, no sólo imponemos el engaño a nosotros mismos sino a otras personas. Es un proceso recíproco de autoengaño. ¿Nos damos cuenta de este proceso porque nos creemos muy capaces de pensar claramente, con un propósito directamente? ¿Nos damos cuenta de que en este proceso de pensar hay autoengaño?

   … El autoengaño es una forma de escapar de la oquedad del «yo». Las cosas a las que estamos apegados, la propiedad, la gente, las ideas, se vuelven sumamente importantes, porque sin las muchas cosas con que llena su vacuidad, el «yo» no existe. El miedo a no ser contribuye a la posesión; y el miedo engendra ilusión, esclavitud a las conclusiones. Las conclusiones, materiales o ideales, impiden que fructifique la inteligencia, la libertad; y sólo en libertad puede tener existencia lo real. Sin esta libertad, la astucia es tomada por inteligencia. Las formas que adopta la astucia son siempre complejas y destructivas.

   … ¿No es el pensamiento en sí un proceso de busca, una búsqueda de justificación, de seguridad, de autoprotección, un deseo de que se piense bien de uno, un deseo de tener posición, prestigio y poder? ¿No es este deseo de ser, en lo político o en lo religioso y social, la causa misma del autoengaño? En el momento en que deseo otra cosa que las necesidades puramente materiales, ¿no produzco, no provoco un estado en el que fácilmente se acepta? Tomemos como ejemplo esto, quiero saber qué ocurre después de la muerte, cosa en la que muchos de nosotros estamos interesados, y cuanto más viejos somos, más interesados estamos. Queremos saber la verdad al respecto. ¿Cómo la encontraremos? Por cierto, que no mediante la lectura ni las diferentes explicaciones.

   … ¿Cómo, entonces, descubriréis? Primero debéis purgar vuestra mente, en forma completa, de todo factor que se interponga, de toda esperanza, de todo deseo de continuar, de todo deseo de descubrir qué hay del otro lado. Como la mente busca en todo instante seguridad, tiene el deseo de continuar y espera que haya un medio de realización, una existencia futura. Una mente así, aunque busque la verdad sobre la vida después de la muerte, sobre la reencarnación o lo que sea, es incapaz de descubrir esa verdad. ¿No es cierto? Lo importante no es que la reencarnación sea o no verdad, sino cómo la mente busca justificación mediante el autoengaño, de un hecho que puede o no ser. Lo importante, pues, es el enfoque del problema, saber con qué móviles, con qué impulso, con qué deseo lo abordáis.

   … El buscador se impone siempre a sí mismo este engaño. Nadie se lo puede imponer; él mismo lo hace. Creamos el engaño y luego nos convertimos en sus esclavos. De suerte que el factor fundamental del autoengaño es este constante deseo de ser algo en este mundo y en el otro. Conocemos el resultado de querer ser algo en este mundo, total confusión, en la que cada cual compite con el otro, en el que cada cual destruye al otro en nombre de la paz. Ya conocéis todo el juego de unos con otros, que es una forma extraordinaria de autoengaño. Similarmente, deseamos en el otro mundo seguridad, una posición. El temor engendra toda forma de ilusión y autoengaño, y me parece que, si nuestra mente no está por completo libre de toda clase de temor, cada pensamiento, cada acción, son coloreados por aquél.”

   J. Krishnamurti