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¿QUÉ ES EL ORDEN?

 

   “… Las generaciones pasadas, con sus ambiciones, tradiciones e ideales, han traído al mundo miseria y destrucción. Tal vez las generaciones venideras, con la verdadera clase de educación, puedan poner fin a este caos y establecer un orden social más feliz. Si los jóvenes tienen el espíritu de investigación y buscan constantemente la verdad de todas las cosas, ya sean políticas o religiosas, personales o ambientales, entonces la juventud tendrá una gran significación y hay esperanza de un mundo mejor.

   … ¿Es posible realmente vivir en paz? En el mundo no hay paz, lo que hay es caos, desorden, enorme peligro, terrorismo y amenazas de guerra, todo lo cual es un hecho. Cada día de nuestra vida la vivimos con toda esta confusión, con todo el esfuerzo que la gente tiene que hacer, con todos los problemas que debemos afrontar. Los políticos hablan de paz, la jerarquía de la iglesia católica habla de paz, igual que lo hacen los hindúes, los budistas y los musulmanes, pero el hecho es que no hay paz. Necesitamos paz para poder crecer, florecer, comprender, tener tiempo para mirar alrededor, para explorar en nosotros mismos y ver lo que podemos encontrar ahí dentro. La paz no es la “libertad de algo”, ni la libertad entre dos guerras, entre dos peleas, entre dos problemas, ni tampoco es paz esa sensación física de relajación. La paz es algo mucho más fundamental, mucho más profundo que la libertad física que uno puede tener o puede pensar que tiene.

   … Queremos orden interiormente, queremos estar sin contradicción, sin lucha, sin confusión, de modo que no haya sensación de desarmonía y lucha; y por eso acudimos a líderes espirituales, para que nos den el orden, o nos unimos a grupos, o seguimos cierta serie de ideas, ciertas disciplinas. Así erigimos autoridades; queremos que se nos diga lo que tenemos que hacer. Tratamos de producir orden mediante la conformidad, la imitación. De la misma manera queremos también tener orden externo, en la política, en el mundo de los negocios. Por eso hay dictadores, tiranos, gobiernos totalitarios que prometen orden total, en el que no se os permite pensar para nada. Se os dice lo que hay que pensar, del mismo modo que se os dice lo que tenéis que pensar cuando pertenecéis a una iglesia o a un grupo que cree en cierta serie de ideas. La tiranía de la iglesia es tan brutal como la de los gobiernos. Pero nos gusta porque queremos orden a cualquier precio. 

   … Debemos buscar la simplicidad de la vida, pero en esa búsqueda misma hemos de precavernos de las numerosas ilusiones y los engaños. Estando conscientes de todo esto, ¿qué debemos hacer como individuos? Debemos comprender profundamente, no de manera casual o superficial, que ninguna persona o sistema en particular va a resolver totalmente para nosotros nuestros angustiosos problemas ni va a esclarecer nuestras complejas y sutiles reacciones. Si podemos comprender que no hay nadie, excepto nosotros mismos, que vaya a poner orden en el caos y la confusión que existen tanto dentro como fuera de nosotros, no anhelaremos identificarnos con esto a aquello. Empezaremos, entonces, a liberar nuestro poder creativo interno. Esto significa que comenzamos a estar conscientes de nuestra singularidad individual. Cada individuo es único, diferente, no similar a otro; pero con esto no me refiero a la expresión de los deseos egoístas.

 … El orden nunca es permanente; tiene que ser mantenido de día en día, como una habitación que uno debe limpiar cotidianamente. El orden ha de mantenerse de instante en instante, todos los días. Este orden no es personal, no es el ajuste individual al patrón de las respuestas condicionadas de agrado y desagrado, placer y dolor. Este orden no es un medio para escapar del dolor; la comprensión y el cese del dolor significan virtud, y ésta produce orden. El orden no es un fin en sí mismo; el orden como un fin en sí mismo desemboca en el callejón sin salida de la respetabilidad que implica deterioro y decadencia.

    … La sociedad y el ser humano no son dos entidades diferentes; cuando haya orden en el ser humano, habrá orden externo. Debido a que dentro de todos nosotros hay desorden, también lo hay en el exterior. Y el simple arreglo del orden externo, del orden social (y debe existir un orden social), no resolverá ese desorden interno.

   … En tanto estemos en desorden, en tanto no mantengamos nuestra casa interna en una condición apropiada, en un estado correcto, crearemos el profeta externo, y éste siempre nos llevará por un camino engañoso. Nuestra casa está en desorden, y nadie en esta tierra o en el cielo puede producir orden en nuestra casa. A menos que uno comprenda por sí mismo la naturaleza del desorden, la naturaleza del conflicto, la naturaleza de la división, la casa de uno, que es uno mismo, siempre permanecerá en desorden, estará en guerra.

   … Nosotros creamos el mundo en que vivimos. Para que tenga lugar un cambio radical y pacífico, debe haber voluntaria e inteligente transformación interna; este cambio psicológico seguramente no ha de producirse a través de la coacción y si lo fuera, habría entonces tal conflicto interno y confusión, que de nuevo precipitaría a la sociedad al desastre. La regeneración interna debe ser voluntaria, inteligente, no obligada. Debemos buscar primero la Realidad y entonces solamente podrá haber paz y orden en torno nuestro.”

   J. Krishnamurti