“… Si lo observan, como
quien les habla ha hecho durante los últimos 60 años, hablando por todo el
mundo, los seres humanos se están volviendo más incontrolablemente
destructivos, más violentos, cada uno reafirmando su propia independencia,
haciendo lo que quiere, impulsado por su propio placer, «yendo a su aire», como
se dice en este país. Así es como cada uno se aísla y se olvida del resto de la
humanidad. De nuevo, si lo observan con detenimiento, es lo que sucede, tanto
en ustedes como en el mundo, cada uno persigue sus propios deseos, sus propias
necesidades, sus propias idiosincrasias particulares, el «si desea algo,
hágalo». ¿Entienden?
… Nuestra conciencia se
halla programada por miles y miles de años para que pensemos en nosotros mismos
como individuos, como entidades separadas que luchan, en permanente conflicto,
desde que nacen hasta que mueren. Estamos programados para eso, lo hemos
aceptado. Jamás lo hemos puesto en tela de juicio; no nos hemos preguntado
nunca si es posible vivir una vida absolutamente desprovista de conflictos. Si
nunca nos lo preguntamos, nunca aprenderemos al respecto. No hacemos sino
repetir. Forma parte innata de nuestra existencia el hallarnos en conflicto.
“La naturaleza está en conflicto”, ése es nuestro argumento, y consideramos que
únicamente a través del conflicto hay progreso. Las organizaciones religiosas
han sostenido, a lo largo de la historia, la idea de la salvación individual.
Nosotros estamos cuestionando muy seriamente si existe una conciencia
individual, si cada uno de nosotros, como ser humano, tiene una conciencia
separada del resto de la humanidad. Y ustedes tienen que responder a esto, no
meramente jugar con ello.
… El pensamiento es el factor común a toda
la humanidad. No hay pensamiento oriental o pensamiento occidental; sólo existe
la común capacidad de pensar, tanto si uno es enteramente pobre, como si es
altamente refinado y vive en medio de una sociedad opulenta. Sea uno un
cirujano, un carpintero, un labriego o un gran poeta, el pensamiento es el
factor común a todos nosotros. Parece que no nos damos cuenta de que el
pensamiento es el factor común que nos liga a todos. Cada uno de ustedes piensa
de acuerdo con su capacidad, con su energía, su experiencia y sus
conocimientos; otros piensan de manera diferente, conforme a su propia
experiencia y condicionamiento. Todos estamos presos en esta red del
pensamiento. Este es un hecho, irrefutable y verdadero.
… Nuestra conciencia
incluye, en sus capas más profundas, nuestros miedos. El hombre ha vivido con
miedo generación tras generación. Ha vivido con el placer, con la envidia, con
todos los tormentos de la soledad, la depresión y el desorden. Ha vivido con
gran dolor, con lo que él llama amor y con el perpetuo miedo a la muerte. Todo
esto es nuestra conciencia, que es común a toda la humanidad. Dense cuenta de
lo que eso significa, significa que ya no somos individuos separados. Esto es
muy difícil de aceptar, porque se nos ha programado, como a una computadora, para
pensar que somos individuos. Se nos ha programado religiosamente para creer que
uno tiene un alma separada de todos los demás. Al estar programado, nuestro
cerebro trabaja dentro del mismo patrón siglo tras siglo.
… Quien les habla dice, una y otra y otra vez, que él actúa como un espejo en el que cada uno de ustedes puede ver la actividad de su propio yo. Y para mirar muy detenidamente, tienen que prestar atención. Si están interesados, tienen que escuchar y descubrir así el arte de escuchar, el arte de ver, el arte de aprender. Está todo ahí como un libro que es usted mismo. Usted es el libro de la humanidad. Por favor, señor, vea la verdad de todo esto. Usted siente renuencia a leer ese libro. Quiere que alguien le hable del libro o lo ayude a analizarlo, a entenderlo. Por eso inventa a un sacerdote, un gurú, un yogui, el sannyasi que le dirá todo sobre el libro, y así escapa de sí mismo. ¿Puede leer el libro que es tan antiguo, que contiene toda la historia de la humanidad que es usted? ¿Puede leer ese libro cuidadosamente, palabra por palabra, sin distorsionar lo que lee, sin prestar atención a un capítulo descuidando los otros, no tomando una sola frase, y meditando sobre ella, sino leyendo la totalidad del libro?
… Hemos perdido el sentimiento de la humanidad,
sólo nos sentimos responsables de la clase o el grupo al que pertenecemos, de
un nombre o de una etiqueta; hemos perdido la compasión, el amor por el todo, y
sin esta llama ardiente de la vida esperamos que los políticos, los sacerdotes
y los planes económicos nos traigan paz y felicidad. Sin lugar a dudas, esa
esperanza no tiene ninguna posibilidad, únicamente en cada uno de nosotros está
esa comprensión creativa, esa compasión que es imprescindible para el bienestar
del hombre. Los medios correctos crean fines correctos, los medios erróneos
sólo generan vacío y muerte, nunca la paz y la dicha.
… El hombre ha
construido interiormente imágenes como una valla de seguridad ... religiosa,
política, personal. Estas se manifiestan como símbolos, ideas, creencias. La
carga de estas imágenes domina el pensamiento del hombre, sus relaciones y su
vida diaria. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas, porque ellas
separan al hombre del hombre. Su percepción de la vida está moldeada por los
conceptos ya establecidos en su mente. El contenido de su conciencia constituye
toda su existencia. Este contenido es común a toda la humanidad. La
individualidad es el nombre, la forma y la cultura superficial que adquiere de
la tradición y del entorno. La singularidad del hombre no radica en lo
superficial sino en la total liberación del contenido de su conciencia, que es
común a toda la humanidad; por eso él no es un individuo.
… Miren lo que está
sucediendo en el mundo, estamos condicionados por la sociedad, por la cultura
en la cual vivimos, y la cultura es un producto de la humanidad, no hay nada
sagrado, divino, eterno en la cultura. La cultura, la sociedad, los libros, la
radio, todo eso que vemos y escuchamos, las múltiples influencias que
recibimos, tanto conscientes como inconscientes, nos estimulan a vivir en un
pequeño fragmento de este enorme campo de la mente.”
J. Krishnamurti