“… La tierra, la matriz
y la mente son de la misma cualidad. Cuando la tierra descansa y la matriz está
vacía y en la mente no hay movimiento alguno, entonces tiene lugar la
renovación. Cuando la mente está por completo vacía, es como la matriz, pura
para renovarse, para recibir.
… Pero la mente de la
mayoría de nosotros no está vacía. Está llena de conocimientos, y una mente así
no es pensante. Es sólo una mente repetidora, un fonógrafo cuyos discos se
cambian según las circunstancias. Una mente así es incapaz de descubrir lo
nuevo. Lo nuevo sólo está en el finalizar, pero eso os asusta. Tenéis miedo de
terminar, y toda vuestra charla, vuestra acumulación de hechos, es una mera
salvaguardia, una evasión de aquello.
… Por eso buscáis continuidad; mas la
continuidad nunca es nueva, en ella no puede haber renovación, ningún vacío en
el cual podáis recibir. De suerte que la mente puede renovarse tan sólo cuando
está vacía, no cuando está llena de vuestras inquietudes de día en día; y
cuando la mente ha llegado a su fin, adviene una creación que es atemporal.
… Por eso importa
inmensamente vuestra manera de vivir, lo que coméis, todo se vuelve
intensamente importante. Mientras uno sea esclavo de la sociedad, mientras
tenga codicia, envidia, ambición, en busca de placer, prestigio, en busca de
categoría por medio de la función, mientras uno no esté libre de todo eso, no
puede haber renovación, frescura, rejuvenecimiento, silencio, libertad y, por
tanto, no habrá espacio en el cual pueda sobrevenir la creación.
… El hecho mismo de
darse cuenta de lo que uno es, es la verdad. Es la verdad que liberta, no
vuestro esfuerzo por ser libres. De suerte que la realidad no está lejos, pero
nosotros la situamos lejos porque procuramos utilizarla como medio de
autoprolongación. Está aquí, ahora, en lo inmediato. Lo eterno, lo atemporal,
es ahora; y el “ahora” no puede ser comprendido por el hombre que se halla
atrapado en la red del tiempo. Libertar al pensamiento del tiempo, exige
acción, pero la mente es perezosa, lerda y, por lo tanto, crea siempre otros
impedimentos.
… La verdad no es para ser conocida, no es estática, no es una finalidad, una meta. Es una continua renovación, un devenir eterno. Por lo tanto, cuídese del hombre que dice “yo sé”. No del hombre, sino de usted mismo, porque respeta a ese hombre, quien le da lo que usted necesita, consuelo. En eso reside la explotación. Usted está creando al hombre que va a explotarlo.
… No sé si habéis
notado que cuando habéis dado fin a un problema, hay renovación; mas cuando el
problema continúa, lo que hay es decadencia. ¿No será posible vivir cada día,
cada minuto, llevando cada pensamiento hasta el fin para que no sea continuado?
… A la mayoría de
nosotros nos asusta llegar al fin. A casi todos, la muerte nos causa pavor. Se
han escrito innumerables libros acerca de lo que hay después de la muerte.
Estamos más interesados en la muerte que en el vivir. Porque parece que con la
muerte hay un fin, el fin de la identificación.
… No viene al caso si hay o no hay
continuidad después de la muerte del cuerpo. Que uno nazca nuevamente, o no, es
un asunto trivial. Para mí, el vivir no está separado del morir, porque en el
vivir hay muerte... No existe
separación entre la muerte y la vida.
… Si vivimos un día por
completo y terminamos con él, para volver a empezar otro día como si fuera algo
nuevo, fresco, entonces no existe el miedo a la muerte.”
J.
Krishnamurti