“… No sólo somos esclavos de la cultura en que nos han educado;
también somos esclavos de la vasta nube de desdicha y dolor de toda la
humanidad, esclavos de la enormidad de su confusión, su violencia y brutalidad.
Jamás parecemos prestar atención al dolor acumulado del hombre ni nos damos
cuenta de la terrible violencia que se ha estado concentrando generación tras
generación. Nos interesamos con toda razón en el cambio externo, en la reforma
de la estructura social con su injusticia, su pobreza y sus guerras, pero
tratamos de cambiar eso ya sea por la violencia o por la lenta vía de la
legislación. Entretanto hay pobreza, hambre, guerra y el daño que el hombre
ocasiona al hombre. Parecemos descuidar totalmente y no prestamos atención a
estas vastas nubes que el hombre ha estado acumulando por siglos y siglos,
dolor, violencia, odio y las diferencias artificiales de religión y raza. Están
ahí, como la estructura externa de la sociedad está ahí, tan reales, tan
vitales y efectivos. Descuidamos estas acumulaciones ocultas y nos concentramos
en las reformas exteriores. Esta división es tal vez la causa principal de
nuestra decadencia.
… Usted dice que está
furioso cuando se entera de las injusticias. ¿Es porque ama a la humanidad,
porque es compasivo? ¿Moran juntas la compasión y la furia? ¿Puede haber
justicia cuando hay furia, odio? Usted quizás esté furioso ante el pensamiento
de la injusticia y crueldad general, pero su furia no cambia en nada la
injusticia o la crueldad; sólo puede causar daño. A fin de generar orden, usted
mismo tiene que ser atento, compasivo. La acción que nace del odio sólo puede
generar más odio. No puede haber virtud donde hay furia. La virtud y la furia
no pueden vivir juntas. Bajo todas las circunstancias, la furia es falta de
comprensión y amor. Siempre es cruel y desagradable. ¿Qué puede usted hacer si
alguien actúa injustamente, con odio y prejuicio? Ese acto no será eliminado
por su furia, por su odio.
… Compartir significa que no hay maestro ni discípulo.
El gurú jamás podrá compartir nada; puede únicamente instruir. Quien les habla
ahora no es su gurú, no es su autoridad, no tiene intención de decirles lo que
deben hacer; lo único que a esta persona le interesa es examinar y comprender
ese problema tan descomunal y complejo que es cómo provocar un cambio social.
Porque vivimos en una sociedad corrupta, en la que reinan la injusticia, la
guerra y toda clase de brutalidad y violencia; y, puesto que los seres humanos
que viven en cada sociedad concreta, en cada cultura, forman parte de ella,
tiene que haber una revolución en la psique, una revolución dentro de cada ser
humano, para que se produzca realmente un cambio radical.
… Tenemos que transformar la estructura de
nuestra sociedad, su injusticia, su espantosa moralidad, las divisiones que ha
creado entre los hombres, las guerras, la absoluta falta de afecto y amor que
está destruyendo el mundo. Si su meditación es solo un asunto privado, algo que
usted disfruta personalmente, entonces no es meditación. La meditación implica
un cambio completo y radical de la mente y del corazón. Esto solo es posible
cuando existe esta extraordinaria sensación de silencio interior, y solo eso da
origen a la mente religiosa. Esa mente sabe lo que es sagrado.
… Como dijimos, nuestra conciencia con su contenido es la conciencia del mundo, porque dondequiera que uno vaya, la gente está sufriendo. Hay pobreza, desdicha, brutalidad; esto forma parte de nuestra vida cotidiana. Hay injusticia social, están los tremendamente ricos y los tremendamente pobres. A cualquier parte que uno vaya, esto es un hecho absoluto. Cada uno de nosotros está sufriendo, se halla atrapado en toda clase de problemas, sexuales, personales, colectivos, etc. Este conflicto ocurre en todo el mundo y en todos los seres humanos. Nuestra conciencia es la conciencia de ellos. En eso reside la compasión, no la compasión intelectual, sino la verdadera pasión por la totalidad de este ser humano, el cual se halla atrapado en este tormento extraordinario. Es un mundo demente, con todo el engaño de las religiones. ¿Puede usted vivir en un mundo demente y estar totalmente cuerdo?
… Los innumerables
problemas de la vida, el problema económico, la injusticia social, el conflicto
del hombre con el hombre, entre la mujer y el hombre, el conflicto entre grupos
y las divisiones sociales, la división de las religiones... todas esas cosas tienen poco sentido. Para
responder a todos esos problemas es necesaria una revolución, la revolución
interna de la mente. Y la meditación, en el sentido en que la hemos descrito,
es esencial para comprender esta vida extraordinariamente compleja.
… El pensamiento es la respuesta de la memoria como experiencia y conocimiento, de modo que siempre estamos operando en el campo del conocimiento. Y el conocimiento no ha cambiado al hombre. Hemos tenido miles de guerras, millones de seres humanos han sufrido, han llorado, y seguimos igual que antes. El conocimiento de la guerra no nos ha enseñado nada, excepto cómo matar mejor, a una escala más vasta. El conocimiento no ha cambiado al hombre; aceptamos la división, las nacionalidades. Aceptamos esa división, aunque inevitablemente engendrará conflicto entre unos y otros. Hemos aceptado la injusticia, la crueldad que el pensamiento ha acarreado por medio del conocimiento.
… Todo cuanto el ser humano toca ocasiona
destrucción. De modo que el pensamiento, que es la respuesta de la memoria, de
la experiencia, del conocimiento, no ha cambiado al hombre, aunque haya creado
un mundo tecnológico extraordinario.”
J. Krishnamurti