“… Está lloviendo y pueden oír el ruido compasado de las gotas, lo pueden oír con los oídos y pueden oírlo desde el fondo del profundo silencio. Si lo oyen con la mente en completo silencio, entonces su belleza es tal que no puede expresarse en palabras ni en el lienzo, porque esta belleza está más allá de la autoexpresión. El amor evidentemente es bienaventuranza, la cual no es placer. ¿Quieren hablar sobre esto, explorarlo juntos?
… Para la mayoría de
nosotros es muy importante el placer y su forma de expresión. La mayor parte de
nuestros valores morales se basan en eso, en el placer último e inmediato.
Nuestras tendencias hereditarias o psicológicas, y nuestras reacciones físicas
y neurológicas, se expresan en el placer. Si usted examina no sólo los valores
y juicios externos de la sociedad, sino también mira en su propio interior,
verá que el placer y la valoración del mismo es lo que perseguimos
principalmente en nuestras vidas. Podemos resistir, sacrificar, lograr o negar
algo, pero al final siempre está esa sensación de querer lograr el placer, la
satisfacción, el contento de quedar complacido o satisfecho. La autoexpresión y
la autorrealización son formas de placer, y cuando ese placer se frustra, se
obstaculiza, hay temor, y de ese temor surge la agresión.
… La mayoría de nosotros buscamos placer por
la autoexpresión. Queremos expresarnos en pequeñas o grandes cosas. El artista
quiere expresarse en el lienzo; el autor, en los libros; el músico, utilizando
un instrumento, etc. ¿Es acaso belleza esta autoexpresión de la cual se deriva
una enorme dosis de placer? Cuando un artista se expresa siente placer e
intensa satisfacción, ¿es eso belleza? Pero si no puede transmitir por completo
al lienzo o en palabras lo que siente, hay descontento, lo cual es otra forma
de placer.
… ¿Es, pues, placer la belleza? Y cuando hay
autoexpresión de cualquier forma, ¿comunica ésta la belleza? ¿Es placer el
amor? El amor ha llegado a ser ahora casi sinónimo de sexo y de su expresión,
con todo lo que ello encierra, olvido de sí mismo, etc. ¿Es esto amor, cuando
el pensamiento extrae de ello intenso placer? Porque cuando es contrariado se
convierte en celos, ira, odio. El placer perpetúa el dominio, la posesión, la
dependencia y, por lo tanto, el miedo. Por eso uno se pregunta si es placer el
amor. ¿Es el amor deseo, en todas sus formas sutiles, sexo, compañerismo,
ternura y ese olvido de uno mismo? ¿Es amor todo eso? Y si no lo es, entonces,
¿qué es el amor? ¿Qué relación tiene el placer de la autoexpresión con la
belleza y el amor? El hombre de ciencia tiene que conocer la verdad de las
cosas. ¿Es la verdad algo estático para el ser humano, no para el filósofo
especializado, el científico, el técnico, sino para el ser humano interesado en
la vida diaria, en ganarse la vida, en la familia, etc.? ¿O es algo que
descubre usted mientras avanza, algo nunca estacionario, nunca permanente, sino
que siempre está en movimiento? La verdad no es un fenómeno intelectual, no es
un asunto emotivo o sentimental, y nosotros tenemos que encontrar la verdad del
placer, la verdad de la belleza, y la realidad de lo que es el amor.
… Hay una vacuidad, una sensación de vacío
interno, que siempre está buscando la autoexpresión y lo que produce placer,
creando así temor de no lograrlo por completo. Hay resistencia, agresividad y
todo lo demás. Procedemos a llenar ese vacío interior y esa sensación de
completo aislamiento y soledad, que estoy seguro todos ustedes han sentido, con
libros, con conocimientos, con relaciones, con toda clase de tretas; pero al
final, aún está ese vacío que no se puede llenar. Entonces acudimos a Dios, el
último recurso.
… Si uno no puede llenar ese vacío, ¿qué va a
hacer entonces? ¿Comprende la importancia de esta pregunta? Uno ha tratado de
llenarlo con lo que se llama placer, con la autoexpresión, con la búsqueda de
la verdad, de Dios; comprende que nunca podrá llenarse con nada, ni con la
imagen que ha creado de sí mismo, ni con la imagen o idea que ha creado del
mundo, con nada. Y así, uno ha utilizado la belleza, el amor y el placer para
disimular este vacío. Y si no escapa más, sino que permanece con él, ¿qué va a
hacer entonces? ¿Está clara la pregunta? ¿Me han seguido ustedes por lo menos
un poco?
… La pena del padecimiento físico, el dolor
de no amar y las frustraciones de la autoexpresión, el dolor del mañana que
nunca llega, el dolor de vivir en el mundo de lo conocido y de estar siempre atemorizado
por lo desconocido, esa es la forma en que vivimos. Hemos aceptado tal manera
de vivir, y esta aceptación misma crea una barrera para trascenderla. Sólo
cuando la mente no acepta, sino cuando está siempre interrogando, dudando,
inquiriendo, descubriendo, puede enfrentarse a lo que en realidad «es», tanto
externa como internamente. Quizás entonces pueda ir más allá de este perpetuo
sufrimiento del hombre.
… La mayoría de nosotros hemos sentido dolor
de varias maneras. La urgencia de autoexpresión y la incapacidad para lograrla,
engendra dolor. Querer ser famoso y no tener la capacidad de lograr fama, eso
también trae dolor. El dolor de la soledad, la de no haber amado y de querer
siempre que se nos ame; el dolor de abrigar una esperanza del futuro y de nunca
tener la certeza de esa esperanza... Por favor, mírelo usted mismo. No espere
que el que habla le haga la descripción del dolor.”
J. Krishnamurti