“… La existencia, que
era algo sencillo y primitivo, se ha vuelto muy compleja, altamente organizada
y civilizada. Hemos «progresado»; tenemos radios, películas, medios de
transporte rápidos, etc. Ahora podemos matar en un momento, en lugar de a unas
pocas personas, a miles y miles de ellas; podemos exterminar ciudades enteras y
a sus habitantes en unos cuantos segundos. Sabemos todo esto, y a esto algunos
lo llaman progreso; casas mejores y más amplias, más lujosas, más diversiones y
más distracciones. ¿Puede todo esto considerarse progreso? ¿O está el progreso
en la compasión?
Llamamos progreso a la
constante expansión del deseo, de la personalidad. ¿Puede ese proceso de
expansión y transformación terminar con el conflicto y el dolor? Si las luchas
y el dolor continúan, ¿qué valor tiene el progreso, la evolución del deseo, la
expansión de la personalidad? Si con la expansión del deseo el dolor
desapareciera, esa transformación podría tener algún significado; pero, ¿acaso
no está en la propia naturaleza del deseo el crear y prolongar el conflicto y
el dolor?
… Pero si quiere
descubrir cómo vivir pacíficamente, debe comprender el hecho básico de que el
explorador se explora a sí mismo, no explora algo separado de sí mismo. El
explorador explora su propia estructura, sus propias actividades, los
movimientos de su pensamiento, sus propios recuerdos; el explorador es todo
esto. Uno se pregunta si alguna vez han observado que son el movimiento de la
memoria. La memoria es la facultad de recordar, la facultad del tiempo, es la
continuidad de un incidente que sucedió hace cincuenta años o ayer; ese
incidente ya pasó, pero la memoria es la capacidad de recordar ese incidente.
Nosotros vivimos en la memoria, en ese movimiento cambiante de reacciones que
se moldea constantemente a sí mismo; somos eso. Pensamos que el progreso es
expandirse, tener continuidad, acumular más información como una computadora.
La memoria es la facultad de recordar cosas del pasado, que pueden ser
necesarias en el mundo de la tecnología, en el mundo físico.
Si descubrimos que
somos un movimiento en el tiempo, que es el movimiento de la memoria, ¿está la
paz en la memoria? Uno puede recordar los días, las noches o las mañanas en las
que vio la extraordinaria profundidad y belleza de la paz. Ese momento de
percepción, de darse cuenta ya pasó, pero uno lo recuerda. El recuerdo no es el
hecho, por tanto, vivimos de recuerdos de aquello que murió, que sucedió, que
terminó. Por favor, no es algo deprimente o absurdo que de nuevo le demos la
espalda; observen qué hace la memoria en nosotros. La memoria es nuestra
programación como hindú, con todo el sinsentido que tiene; pensar que nuestra
cultura es mejor que cualquier otra cultura porque tiene tres mil años o más de
antigüedad, eso nos hace sentir muy orgullosos, porque la historia de otro es
más reciente. Ustedes están condicionados igual que quien les habla, si es que
él está condicionado.
… Decís que destruir todo, a fin de
liberaros del miedo, es demasiado difícil para gente ordinaria como nosotros y,
¿no hay una manera más suave, más lenta de hacer las cosas? Me temo que no. Ya
veis, habéis usado la palabra ‘progreso’ y la palabra ‘miedo’. El progreso
exterior crea temor, ¿no es cierto? Cuanto más tenéis, más coches, lujos, salas
de baño, etc. más miedo tenéis de perderlo. Pero si os interesa comprender el
miedo, entonces el progreso no embota ni satisface a la mente. ¿Y existe
progreso interiormente? Para mí, no. Sólo existe el ver inmediatamente, y para
ver de inmediato la mente no debe ser perezosa. No, por favor, no estéis de
acuerdo conmigo, porque es muy difícil. Sólo seguidlo. Para ver claramente, lo
cual ocurre siempre de inmediato, la mente ya no ha de tener la capacidad de
elegir. Para ver las cosas como son, inmediatamente, la mente debe dejar de
condenar, de evaluar, de juzgar. Eso no requiere progreso, no exige tiempo.
Señor, cuando hay algo peligroso veis las cosas inmediatamente, vuestra
respuesta es inmediata. En eso no hay progreso. Cuando amáis algo con todo
vuestro ser, la percepción es inmediata.
… Ahora bien, vosotros diréis probablemente:
“Me llevará mucho tiempo librarme de mis creencias, de los dogmas que he
proyectado y que son el resultado de mi propio pensar; por consiguiente, no
puedo actuar, nada puedo hacer, tendré que esperar”. Esa es vuestra reacción,
¿verdad? Decís: “Como no soy libre, ¿qué he de hacer? No puedo actuar”. ¿No era
ésa la pregunta? Y mientras esperáis, el mundo continúa creando más confusión,
más miseria, más horrores y destrucción. O bien, estando ansiosos por ayudar,
os precipitáis a la acción con vuestras propias creencias, con vuestros propios
dogmas, y así origináis más confusión. Lo importante, por cierto, es percibir
que no puede haber recta acción mientras la mente se aferre a determinada
conclusión o creencia, ya sea de izquierda o de derecha; porque si realmente
percibís la verdad al respecto, es obvio que estaréis en condiciones de obrar.
Y eso no lleva tiempo, no es cuestión de progreso, de evolución gradual.
Comprobar un hecho no es un proceso de evolución, ¿verdad? Pero eso no os
interesa, no queréis ver esa verdad. Os contentáis con decir: “Bueno, es
cuestión de tiempo el que yo sea libre”, y abandonáis la partida.
… Por favor, mire el
mundo, mire todas las cosas que están sucediendo, el extraordinario progreso técnico,
las guerras, la sociedad opulenta y la pobreza, una nación luchando contra otra
por su seguridad, por su gloria, etc. Todo eso es lo que está pasando, está
ahí, ante usted. Si lo mira de modo objetivo, como miraría un mapa, tendría la
respuesta, que es mirar.”
J. Krishnamurti