“… Gracias a las medidas sanitarias, a la nutrición apropiada y al cuidado médico, ha habido también una gran mejora en materia de salud física. Todo esto es progreso científico, sin embargo, no nos hemos desarrollado o progresado igualmente respecto de la hermandad.
Ahora bien, ¿es la hermandad una cuestión de
progreso? Sabemos lo que queremos decir con "progreso", es evolución,
es alcanzar algo a través del tiempo. Los científicos dicen que hemos
evolucionado a partir del mono; dicen que, a través de millones de años, hemos
progresado desde las formas de vida más inferiores hasta la más alta, que es el
hombre. ¿Pero es la hermandad una cuestión de progreso? ¿Es algo que puede
evolucionar a través del tiempo? Está la unidad de la familia y la unidad de una
sociedad o nación en particular; desde la nación, el paso siguiente es el
internacionalismo, y de ahí surge la idea de un mundo único y unido. El
concepto del mundo unido es lo que llamamos hermandad. ¿Pero es el sentimiento
de hermandad un asunto de evolución? ¿Puede ser cultivado lentamente a través
de las etapas de la familia, la comunidad, el nacionalismo, el
internacionalismo y la unidad mundial? La hermandad es amor, ¿no es así? ¿Puede
el amor ser cultivado paso a paso? ¿Es una cuestión de tiempo el amor?
¿Comprenden de qué estoy hablando? Si digo
que habrá hermandad dentro de diez, o treinta, o cien años, ¿qué es lo que eso
indica? Indica ciertamente que no amo, que no me siento fraternal. Cuando digo:
"Seré fraternal, amaré", el hecho real es que no amo, que no soy
fraternal. En tanto piense en términos de "seré", no soy. Mientras
que si elimino de mi mente el concepto de ser fraternal en el futuro puedo ver
lo que realmente soy, puedo ver que no soy fraternal y puedo empezar a
descubrir por qué. ¿Qué es lo importante, ver lo que soy o especular acerca de
lo que seré? Ciertamente, lo importante es ver lo que soy, porque entonces
puedo habérmelas con ello. Lo que seré está en el futuro, y el futuro es
imposible de predecir. El hecho real es que carezco del sentido fraternal, que
no amo verdaderamente, y es con ese hecho con el que puedo comenzar, comenzar a
hacer algo al respecto. Pero decir que seré algo en el futuro es mero
idealismo, y el idealista es una persona que está escapando de lo que es, escapa
del hecho, el cual sólo puede ser cambiado en el presente.
… Dentro de cincuenta años tendremos otras
cosas que ahora no tenemos. Esto es lo que llamamos progreso, que es siempre
comparativo, relativo, y nuestra mente se halla atrapada en esa manera de
pensar. Pensamos de manera comparativa, no sólo, digamos, por fuera de la piel,
en la superficie, sino también en lo profundo, en la estructura psicológica de
nuestro ser. Decimos: "Soy esto, he sido aquello, y seré alguna cosa más
en el futuro." A este pensar comparativo lo llamamos progreso, evolución;
y toda nuestra conducta, en lo moral, en lo ético, en lo religioso, en nuestros
negocios y en nuestras relaciones sociales se basa en eso. Nos observamos
comparativamente en relación con una sociedad que es, en sí misma, el resultado
de esta lucha comparativa. La comparación engendra miedo. Observen este hecho
en sí mismos.
Quiero ser un escritor mejor o una persona más
atractiva e inteligente. Quiero poseer más conocimientos que otros, quiero
tener éxito, llegar a ser alguien, lograr más fama en el mundo. El éxito y la
fama son, psicológicamente, la esencia misma de la comparación, a causa de la
cual engendramos constantemente miedo. Y la comparación también da origen al
conflicto, a la lucha, cosas que se consideran altamente respetables. Ustedes
afirman que deben ser competitivos a fin de sobrevivir en el mundo, de modo que
comparan y compiten en los negocios, en la familia y en las así llamadas
cuestiones religiosas. Deben alcanzar el cielo y sentarse junto a Jesús, o
quienquiera que sea el salvador particular de cada uno. El espíritu comparativo
se refleja en el sacerdote que quiere llegar a ser arzobispo, cardenal y
finalmente Papa. Cultivamos muy asiduamente este mismo espíritu a lo largo de
toda nuestra vida, luchando por ser "mejores" o para alcanzar una
posición social más alta que alguna otra persona. Nuestra estructura social y
moral se basa en eso.
… La palabra ‘envidia’ implica pues,
ambición, codicia, el deseo de ser algo no sólo socialmente, sino en lo
psicológico. Y ¿puede la mente estar enteramente libre de esta exigencia del
‘más’? ¿Por qué reclamamos el ‘más’? Y ¿conduce esa demanda al progreso? Cuando
deseamos una heladera, un coche mejor, etc., ello trae progreso en un nivel
evidentemente. Pero cuando pedimos más poder, más realización, mayor virtud,
cuando psicológicamente queremos lograr un resultado, esa exigencia interna
destruye los beneficios del progreso técnico y trae desdicha al hombre.
Mientras psicológicamente reclamemos el ‘más’, nuestra sociedad será
adquisitiva y habrá forzosamente conflicto y violencia. Esto no significa que
debamos eliminar las comodidades materiales, la ayuda mecánica producida por la
técnica; pero lo que nos está destruyendo es el impulso psicológico a utilizar
estas cosas para la propia expansión, que es la exigencia del ‘más’.
… Nadie puede daros el conocimiento de
vuestro avance, de vuestro progreso, de vuestro éxito. Si alguno fuese capaz de
hacerlo, eso sería una traición a la Verdad. El que no haya arado y preparado
su tierra, cuando vengan las lluvias no tendrá cosecha; pero si la ha cultivado,
si la ha cuidado y preparado amorosamente, la lluvia le dará el fruto de las
semillas que ha sembrado.”
J. Krishnamurti
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