“… En general, el hombre ve la vida sólo a través de la tradición del tiempo, a la cual lleva en su mente y en su corazón; mientras que para mí la vida es permanentemente fresca, se renueva, se mueve, jamás es estática. La mente y el corazón humanos están agobiados por el no cuestionado deseo de bienestar, el cual debe necesariamente engendrar a la autoridad. El hombre aborda la vida mediante la autoridad y por esto es incapaz de comprender el pleno significado de la experiencia; sólo esa comprensión puede liberarlo del sufrimiento. Se consuela con los falsos valores de la vida y se convierte meramente en una máquina, una pieza en la estructura social o en el sistema religioso. Uno no puede descubrir cuál es el valor auténtico, en tanto su mente esté buscando consolación; y puesto que nuestras mentes, en su mayoría, buscan consolación, bienestar, seguridad, no pueden descubrir qué es la verdad. Así, muy pocas personas son individuos, son meramente piezas en un sistema.
… El sistema adquisitivo está basado en la
idea de que uno puede poseer y que es legal poseer. La posesión nos glorifica.
Cuanto más tenemos más nobles y mejores se nos considera. Hemos creado ese
sistema y nos hemos vuelto esclavos de ese sistema. Podemos crear otra sociedad
no basada en el espíritu adquisitivo, y esa sociedad puede obligarnos a que nos
amoldemos, como individuos, a sus convenciones, tal como esta sociedad nos
obliga a amoldarnos a su carácter adquisitivo. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna
en absoluto. Ustedes, como individuos, son meramente forzados por las
circunstancias a actuar en una dirección particular; por lo tanto, no hay
pensar creativo en absoluto. Mientras que, si empieza a funcionar la
inteligencia, uno ya no es un esclavo de la sociedad, adquisitiva o no
adquisitiva. Pero para que la mente se libere tiene que haber una gran
intensidad, tiene que existir esta continua agudeza de observación, la cual por
sí misma genera conflicto. Esta agudeza misma produce una perturbación, y donde
existe esa crisis, esa intensidad del conflicto, la mente, si no escapa,
comienza a pensar de una manera nueva, piensa creativamente, ese pensar es en
sí eternidad.
… Hay también otras causas que indican una
crisis sin precedentes. Una de ellas es la extraordinaria importancia que el
hombre da a los valores sensorios, a la propiedad, al nombre, a la casta, a la
patria y al rótulo particular que ostenta. Sois musulmanes o hindúes,
cristianos o comunistas. El nombre y la propiedad, la casta y el país han
adquirido predominante importancia, lo cual significa que el hombre está
atrapado en el valor sensual, en el valor de las cosas, sean ellas producto de
la mente o de la mano. Las cosas hechas por la mano o por la mente han llegado
a ser tan importantes que nos matamos, nos destruimos, nos descuartizamos, nos
liquidamos unos a otros por causa de ellas.
Estamos acercándonos al borde de un
precipicio, toda acción nos conduce hacia él, toda acción política, toda acción
económica nos lleva inevitablemente al precipicio, arrastrándonos a ese abismo
de caos y confusión. La crisis pues, es sin precedentes y ella exige una acción
sin precedentes. Para apartarse, para salirse de esa crisis se necesita una
acción creadora, atemporal, una acción que no se base en ideas, en sistemas,
porque toda acción basada en un sistema, en una idea, inevitablemente conducirá
a la frustración.
… Debemos ser serios al enfrentarnos al caos
que hay en el mundo, a la incertidumbre, la destrucción, las guerras, a este
mundo en que todos los valores han sido descartados por una sociedad totalmente
permisiva, tanto en lo sexual como en lo económico. No hay moralidad ni
religión, todo eso está siendo desechado. Uno ha de ser pues, total y
profundamente serio. Si ustedes tienen esa seriedad en el corazón, escucharán.
Depende de ustedes, no del que habla, el ser suficientemente serio como para
escuchar de un modo tan completo que puedan descubrir por sí mismos una luz que
nunca se apague, una manera de vivir que no dependa de ninguna idea, de ninguna
circunstancia; una manera de vivir que sea siempre libre, nueva, joven y llena
de vitalidad. Si poseen esa cualidad de la mente, que desea descubrir a
cualquier precio, entonces ustedes y el que habla podremos trabajar juntos, y
llegar a esta cosa singular que resolverá todos nuestros problemas, ya sean
problemas de la rutina diaria o problemas de índole muy seria.
… Para afrontar la vida enteramente uno debe
estar libre de todos los valores defensivos. Pero nuestras mentes y corazones
están sofocados con tales valores, los cuales tornan incompleta nuestra acción
y, en consecuencia, hay miedo a la muerte. Para encontrar los valores genuinos,
para estar libres de este miedo continuo a la muerte y del problema del más
allá, tenemos que conocer la verdadera función del individuo, tanto en el
aspecto creativo como en el colectivo.
… Si estáis sentados a orillas de un río
tras de una tempestad, veis que la corriente arrastra mucha broza o residuos.
De la misma manera, tenéis que observar vuestro propio movimiento, seguir todo
pensamiento, todo sentimiento, toda intención y motivo, simplemente observarlo.
Esa observación es también escucha. Es percibir con vuestros ojos, oídos, con
vuestra penetración, todos los valores que han creado los seres humanos y por
los cuales estáis condicionados; y sólo este estado de percepción total es el que
acaba con toda busca.
… El problema no es si Dios existe o no,
sino cómo puede el hombre descubrir a Dios. Si en su búsqueda se desembaraza de
todo, inevitablemente dará con esa realidad. Pero debe empezar con lo cercano y
no con lo lejano. Obviamente, para llegar lejos tenemos que empezar cerca. Pero
casi todos nosotros queremos especular, lo cual constituye un escape muy
conveniente. Por eso las religiones ofrecen una droga tan maravillosa para la
mayoría de las personas. Así pues, la tarea de desembarazar la mente de todos
los valores que ella ha creado es en extremo ardua, y debido a que nuestras
mentes están cansadas o porque somos perezosos, preferimos leer libros
religiosos y especular acerca de Dios, pero eso no es, por cierto, el
descubrimiento de la realidad. Realizar es experimentar, no imitar.”
J. Krishnamurti
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