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LA CONFORMIDAD COMIENZA EN LA INFANCIA, MEDIANTE LA EDUCACIÓN Y EL IMPACTO DE LA SOCIEDAD

                        

                   

   “… El mundo está despedazado por creencias antagónicas, por las distinciones de castas y clases, por las nacionalidades separativas, por todas las formas de estupidez y crueldad. Curiosamente estamos siendo educados para encajar en ese mundo, se nos anima a formar parte de la estructura de esa sociedad desastrosa, eso es lo que quieren los padres y uno también quiere eso. Ahora bien, ¿es el propósito de la educación únicamente ayudar a uno para que se adapte al modelo de este orden social corrupto, o es darle libertad para desarrollarse y crear una sociedad diferente, un nuevo mundo? Necesitamos tener esta libertad, no en el futuro sino ahora, de lo contrario todos seremos destruidos.

   Debemos crear de inmediato un entorno de libertad para vivir y descubrir por nosotros mismos lo que es la verdad, y de esa manera ser inteligentes para poder afrontar el mundo, comprenderlo en lugar de amoldarnos, para que internamente en lo más profundo, psicológicamente estemos en perpetua rebelión. Sin duda, sólo aquellos que vivan en constante rebelión descubrirán lo que es la verdad, no aquellos que se amoldan y siguen la tradición. Sólo es posible encontrar la verdad, Dios, el amor, cuando uno indaga, observa y aprende constantemente; pero si hay miedo es imposible indagar, observar, aprender y darse cuenta con profundidad. Por eso, el propósito de la educación es erradicar, tanto interna como externamente, ese miedo que destruye el pensamiento humano y el amor.

   … En realidad, esto no es complejo, aunque pueda resultar difícil. Vea, nosotros no comenzamos con lo real, con el hecho, con lo que estamos pensando, haciendo, deseando; partimos de suposiciones o de ideales que no son realidades y así nos extraviamos. Para partir de hechos y no de suposiciones necesitamos una profunda atención, y toda forma de pensar que no se origina en lo real es una distracción. Por eso es tan importante comprender qué está ocurriendo tanto dentro como alrededor de uno.

   Si uno es cristiano, sus visiones siguen cierto patrón; si es hindú, budista, musulmán, siguen un patrón diferente. Uno ve a Cristo o a Krishna conforme a su condicionamiento, la educación que usted ha recibido, la cultura en que se ha desarrollado determina sus visiones. ¿Cuál es la realidad, el hecho, la visión o la mente que se ha formado en cierto molde? Las visiones son la proyección de la tradición particular que ha venido a constituir el trasfondo de la mente. Este condicionamiento, no la visión que él proyecta, es la realidad, el hecho. Comprender el hecho es sencillo, pero se hace difícil debido a nuestros agrados y desagrados, a nuestra condena del hecho, a las opiniones o los juicios que tenemos acerca del hecho. Estar libres de estas diversas formas de evaluación es comprender lo real, lo que es.

   … Todo el mundo se está deteriorando, se está derrumbando, y nosotros no investigamos las causas fundamentales. Entonces, ¿cuál es la causa? ¿Es que tanto hemos acudido en procura de ayuda a los líderes políticos, religiosos y económicos con sus ideas particulares, con sus peculiares sistemas, que siempre estamos dependiendo de otros para que nos guíen, para que nos digan lo que debemos hacer? ¿Es ése el origen, la causa fundamental de esto, o culpan ustedes al medio en que viven? El medio en que viven es el gobierno que no tiene un líder adecuado, un gurú honesto. Ése es el medio, algo exterior a nosotros. ¿Es ésa la causa de esto, lo cual significa que hemos confiado enteramente en la autoridad, la autoridad de la tradición, la autoridad de los libros, de los líderes, de los gurús, etc.? Cuando uno depende así, poco a poco se debilita, se enferma, es incapaz de pensar claramente. Este es un hecho. Los periódicos les dicen a ustedes lo que deben pensar. Todas las reuniones a las que asisten, los discursos que escuchan, los adoctrinan.

   De modo que la falta de confianza en nosotros mismos, la falta de un sentido de responsabilidad por nosotros mismos, puede que sea el origen fundamental de toda esta confusión. Nos hemos vuelto irresponsables porque dependemos. ¿Es posible ser una luz para sí mismo y no depender de ninguna persona? Uno tiene que depender del lechero, del cartero, del policía que cuida el orden en los cruces de las calles. Uno depende del médico, del cirujano. Pero en lo interno, en lo psicológico, sí podemos ser una luz para nosotros mismos, no tenemos que depender de nadie para pensar claramente, para observar nuestras propias reacciones y respuestas. ¿Comprenden lo que esto significa, ser luz para uno mismo? No es la confianza en uno mismo, la cual forma parte de la condición egocéntrica, egotista. Pero el ser luz para sí mismo, requiere gran libertad, un cerebro muy claro, no un cerebro condicionado. Y tener un cerebro activo, capaz de afrontar retos, de cuestionar, de dudar, implica tener energía. Pero cuando uno depende de otros pierde la energía.

   … Casi todas nuestras ocupaciones están impuestas por la tradición, la ambición o la codicia. En nuestra ocupación somos despiadados, competitivos, falsos, astutos y sumamente autoprotectores. Si aflojáramos alguna vez, podríamos hundirnos, de modo que debemos marchar con la alta eficiencia de la voraz máquina de los negocios. Es una lucha constante por mantener una posición, por volvernos más agudos e ingeniosos. La ambición jamás puede encontrar una satisfacción duradera; está siempre buscando campos más amplios para afirmar su arrogancia. Pero la relación involucra un proceso por completo diferente. En ella tiene que haber afecto, consideración, adaptación, abnegación, entrega; nada que conquistar, sólo vivir dichosamente. La relación debe contener una ternura humilde, debe estar exenta de dominación, de espíritu posesivo; la futilidad y el temor engendran celos y angustia en la relación. La relación es un proceso de descubrimiento propio en el que hay una comprensión más amplia y profunda. La relación es un ajuste constante en el descubrimiento propio; requiere paciencia, infinita flexibilidad y un corazón sencillo.

   … La opinión y la tradición moldean nuestros pensamientos y sentimientos desde la más tierna edad. Las influencias e impresiones inmediatas producen un efecto poderoso y duradero, que determina todo el curso de nuestra vida consciente e inconsciente. La conformidad comienza en la infancia, mediante la educación y el impacto de la sociedad.”

   J. Krishnamurti 

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