DIÁLOGO: JUEVES, 19 de OCTUBRE c/Silva Hora 18:00
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“… Para comprender cualquier cosa, usted debe vivir con ella, debe observarla, conocer todo su contenido, su naturaleza, su estructura, su movimiento. ¿Ha tratado usted alguna vez de vivir consigo mismo? Si es así, empezará a ver que su ser no es algo estático, sino que es algo fresco y viviente. Y para subsistir con una cosa viva, su mente también debe estar viva. Y no puede estarlo si es prisionera de opiniones, juicios y valores.
… Tenemos valores falsos y actuamos a partir
de ellos; actuamos desde los falsos valores que hemos acumulado y esperamos,
por medio de esa acción, liberar a la mente de esos valores falsos. Yo digo que
puede haber libertad de la mente y del corazón, o sea, de la acción, sólo
cuando uno actúa como un verdadero individuo, cuando se yergue completamente
solo a base de valores genuinos. Eso significa que uno tiene que cuestionar
todos los patrones que tiene, no hacer lo opuesto. Hasta que uno no es un
verdadero individuo, lo cual implica haber descubierto los valores genuinos que
son eternos, sólo puede hacer eso, que no es una idea, ni autodisciplina ni
opción ni tiempo. Uno puede descubrir los valores auténticos sólo cuando existe
una decisión absoluta, cuando lo afrontamos todo de manera total. Entonces hay en nosotros una decisión
correspondiente, la cual no es un esfuerzo.
… En primer lugar, tiene usted que volverse
consciente de los falsos valores establecidos a lo largo de siglos y a los
cuales nos hemos esclavizado; ha de tener conciencia de los valores para poder
descubrir si son falsos o verdaderos, y esto debe hacerlo usted mismo. Nadie
puede hacerlo por usted, y en esto radica la grandeza y gloria del hombre. De
ese modo, descubriendo el verdadero valor de las normas, uno libera a la mente
de las normas falsas transmitidas en el curso de los tiempos. Pero una
liberación semejante no implica una acción impetuosa, instintiva y conducente
al caos; implica la acción que nace de la armonía plena de mente y corazón.
… Dándoos cuenta de la soledad, del dolor
que la acompaña, del temor extraordinario e insondable que ella provoca,
buscáis una evasión, y esa evasión llega a ser más importante y, por lo tanto,
vuestras actividades, vuestros conocimientos, vuestros dioses, vuestras radios,
todo ello os resulta importante, ¿no es así? Cuando dais importancia a valores
secundarios, ellos os llevan a la desdicha y al caos; los valores secundarios
son inevitablemente los valores sensorios; y la civilización moderna, que se
basa en esto, os brinda estas evasiones, evasión mediante vuestro trabajo,
vuestra familia, vuestro nombre, vuestros estudios, mediante la pintura y lo
demás. Toda nuestra cultura tiene por base esa evasión. Nuestra civilización se
funda en ella, lo cual es un hecho.
… No importa lo que haga, el hombre que
depende de creencias o dogmas no puede entrar en el reino de la meditación.
Para meditar es necesaria la libertad. No es que la meditación venga primero y
después la libertad; la libertad, negación total de la moralidad y de los
valores sociales, es el primer movimiento de la meditación.
Esta no es una actividad pública donde
puedan reunirse muchos a elevar preces. Se sostiene sola, y está siempre más
allá de las fronteras de la conducta social. Porque la verdad no se halla en
las cosas del pensamiento o en lo que el pensamiento ha compuesto para llamarlo
verdad. La completa negación de toda esta estructura del pensamiento es el
aspecto positivo de la meditación.
… La meditación es el principio del conocimiento
propio, y sin conocimiento propio no hay meditación. Porque, si no comprendo
las modalidades de mis pensamientos, de mis sentimientos, si no entiendo mis
móviles, mis deseos, mis exigencias, mi busca de normas de acción, que son
ideas; si no me conozco a mí mismo, no existe base para pensar. Y el pensador
que sólo pide, ruega o excluye, sin comprenderse a sí mismo, tiene
inevitablemente que terminar en la confusión, en la ilusión.
… En vez de afrontar la vida sin ninguna
exigencia previa, ustedes la abordan con una mente y un corazón ya llenos de
prejuicios, casi incapaces de un ajuste veloz, de una rápida flexibilidad. La
falta de este discernimiento instantáneo del movimiento de la vida, crea dolor.
El conflicto indica esclavitud, la cual no puede ser superada, pero cuyo
significado debe ser comprendido. Toda superación de obstáculos mediante un
nuevo conjunto de valores, no es sino otra forma de escape.
… En tanto la mente y el corazón estén
presos en los falsos valores que las religiones y las filosofías han
establecido respecto a nosotros; en tanto la mente no haya descubierto por sí
misma la verdad, los valores vivientes y genuinos, habrá limitación de la
conciencia, de la comprensión, y esta limitación origina la idea del ‘yo’.
… Para mí, el verdadero individuo es el que
descubre los verdaderos valores, los valores eternos de todas las cosas; y yo
digo que existen valores eternos que ni yo ni ningún otro puede darle. Nadie
puede darle valores eternos. Usted tiene que descubrirlos por sí mismo, y
cuando haya descubierto el verdadero valor de todas las cosas, entonces actuará
en su creadora soledad, en su suficiencia, en su integridad. En eso hay
éxtasis. Pero si está meramente satisfecho con vivir como el diente en el
engranaje de una máquina, entonces no hay nada que decir. Yo no quiero
estimularlo a que se ajuste a cierto patrón, no es lo que deseo. Usted puede
descubrir los verdaderos valores sólo cuando se encuentra realmente en una
crisis, cuando hay una verdadera exigencia.
… Usted
piensa que alejándose de la realidad que implica la existencia cotidiana va a
encontrar la verdad; por el contrario, encontrará la verdad sólo a través de la
existencia cotidiana, de los contactos humanos, de las relaciones sociales y
por la vía de la reflexión y el amor.
… Sostengo que existe una realidad, denle el nombre que quieran, la cual puede ser comprendida y vivida sólo cuando la mente y el corazón han pasado a través de las ilusiones, y están libres de sus falsos valores. Sólo entonces existe lo eterno.”
J. Krishnamurti