“… Para explorar pues, en cualquier campo,
tiene que haber libertad, libertad a fin de examinar de tal modo que, en el
examen mismo, no haya distorsión alguna. Cuando hay distorsión, detrás de esa
distorsión existe un motivo, un motivo para hallar una respuesta, un motivo
para lograr un deseo, una solución a nuestros problemas, un motivo que puede
tener su base en la experiencia pasada, en el conocimiento pasado, y todo
conocimiento es el pasado. Dondequiera que haya un motivo tiene que haber
distorsión. ¿Puede entonces nuestra mente estar libre de distorsión? Y examinar
nuestra mente es examinar la mente común a toda la humanidad, porque el
contenido de nuestra conciencia es el mismo que el de todos los seres humanos
que, dondequiera que vivan, pasan por el mismo proceso de miedo, angustia,
tortura, ansiedad y conflicto incesante, interna y externamente. Esa es la
conciencia común de la humanidad.
… Primero, reconozcamos que el cerebro ha
evolucionado desde los tiempos primitivos hasta ahora. No es mi cerebro
individual, es el cerebro de la humanidad. Lógicamente es así. Por
consiguiente, la idea del «yo» es impuesta por el pensamiento para limitarse a
sí mismo a una acción.
… Somos como el resto de la humanidad, y en
todo el mundo la humanidad sufre, experimenta una gran desdicha, incertidumbre,
dolor. En consecuencia, psicológicamente uno es como el resto de la humanidad,
uno es la humanidad. Entonces surge el problema: ¿puede eliminarse el contenido
de la propia conciencia, todo el conocimiento adquirido acerca de uno mismo,
que es la conciencia de la humanidad? Estamos tan condicionados por la idea de
que uno mismo es un individuo psicológicamente diferente de otro, lo cual no es
real, no es un hecho, que cuando decimos: “debo conocerme a mí mismo”, estamos
diciendo: “debo conocer mi pequeña celda”. Y cuando uno investiga esa pequeña
celda ve que es nada. Pero la verdad, lo real es que uno es la humanidad, uno
es el resto de la humanidad. Investigar la enorme complejidad de la mente
humana es leer la historia de uno mismo. Uno es historia y, si sabe cómo leer
el libro, comienza a descubrir la naturaleza de esta conciencia, que es la
conciencia de todos los seres humanos.
… Cuando los gobiernos, los dictadores, las
grandes empresas y el clericalismo poderoso comiencen a ver que este creciente
antagonismo entre los hombres solo conduce a la destrucción general, y que por
lo tanto ya no es provechoso, entonces nos podrán obligar por medio de
legislación u otros métodos compulsivos, a reprimir nuestros anhelos y
ambiciones personales y a cooperar al bienestar de la humanidad. Así como ahora
nos educan y estimulan para competir sin misericordia, nos obligarán luego al
mutuo respeto y a trabajar para la totalidad del mundo.
… El interlocutor parece colocarse en
oposición al mundo, y entonces se pregunta cuáles son sus derechos en relación
con este. ¿Está él separado del mundo? ¿Tiene algún derecho independientemente
del conjunto de la humanidad? Al colocarse aparte, ¿comprenderá lo que es el
mundo? La parte no es el todo, pero para comprender el todo, la parte no debe
situarse en oposición al todo. Comprendiendo la parte se comprenderá el todo.
Cuando el individuo está en oposición al mundo, entonces reclama sus derechos;
pero, ¿por qué debería ponerse en oposición al mundo? La actitud de oposición
entre el "yo" y el "no yo", impide la comprensión. ¿No es
el individuo parte del todo? ¿No son sus problemas los problemas del mundo? Sus
conflictos, confusiones y desdichas, ¿no son los de su prójimo, cercano o
distante? Cuando se torne consciente de sí mismo sabrá que forma parte del
todo. Es un producto del pasado con sus temores, esperanzas, avideces,
aspiraciones y demás. Este producto busca un derecho en su relación con el
todo.
… Un sannyasi ya no es más un sannyasi, sólo
está siguiendo una tradición. Y los santos, ¿han creado por medio de sus
historias, sus ídolos e ideales, un mundo diferente, una sociedad buena, un ser
humano bueno? Ustedes son el resultado de todo esto. ¿Somos seres humanos
buenos? Buenos en el sentido de totales, no fragmentados, no divididos; bueno
significa también santo. No me refiero a buena conducta, a ser amable, eso es solo
una parte. Ser bueno implica no estar dividido, no estar fragmentado, implica
que uno es un ser humano armónico. ¿Somos así después de estos miles de años de
santos y Upanishads y Gitas? ¿O somos exactamente como todos los demás? Somos
la humanidad. Ser bueno es no seguir a nada ni a nadie. Ser bueno es tener la
capacidad de comprender el movimiento de la vida.
… Vean, hemos tratado de producir esta
unidad; el mismo pensamiento ve que la unidad es necesaria y, por lo tanto, ha
creado un centro. Tal como el Sol es el centro de este mundo, manteniendo todas
las cosas unidas con su luz, así mismo este centro, creado por el pensamiento,
espera unificar a toda la humanidad. Los grandes conquistadores, los grandes
guerreros, han intentado hacerlo con derramamientos de sangre. Las religiones
lo han intentado, y lo que han producido ha sido más división, con su crueldad,
con sus guerras y sus torturas.
… ¿Por qué el hombre no ha sido capaz de
cambiar? Solo cambia un poco aquí y allá y, no obstante, demanda que haya una
buena sociedad. Quiere orden, no solo en sí mismo y en sus relaciones, ya sean
estas muy íntimas o de otra índole, sino que además quiere alguna clase de paz
en el mundo; quiere que le dejen tranquilo para florecer, para tener alguna
clase de beatitud. Si observa, esta ha sido la exigencia de la humanidad a lo
largo de la historia, desde los tiempos antiguos. Y sin embargo, cuanto más
civilizado se vuelve el hombre, más desorden crea, más guerras hay. La Tierra
no ha conocido ningún periodo en el que no haya habido guerras, en el que el
hombre no haya matado al hombre; una religión ha destruido a otra religión, una
institución u organización ha dominado y suprimido a otras.
… Si la vida, toda la vida, está contenida en el ahora, ¿ve usted lo que ello implica? Toda la humanidad es usted. Toda la humanidad. Porque usted sufre, él sufre; la conciencia de él es usted; la conciencia suya, su ser, es él. No existen un usted y un él que limiten el espacio.”