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SOMOS UNA SOLA HUMANIDAD, AUNQUE NOS DIVIDAN LAS FRONTERAS ARTIFICIALES DE LA ECONOMÍA, LA POLÍTICA Y EL PREJUICIO

 

   “… Estamos observando juntos el fenómeno total de la existencia humana, que es nuestra existencia. Somos la humanidad, porque nuestra conciencia, sea la de un cristiano que vive en el mundo occidental, o la de un musulmán en el Medio Oriente, o la de un budista en el mundo asiático, es básicamente miedo, persecución del placer y la inacabable carga de angustia, heridas psicológicas y dolor. La conciencia de uno no es algo personal para uno mismo. Esto es muy difícil de aceptar, porque hemos sido condicionados, educados de tal manera que resistimos el hecho real de que no somos individuos en absoluto, de que somos el total de la humanidad. Esta no es una idea romántica, no es un concepto filosófico, no es en absoluto un ideal; examinado atentamente, es un hecho. Por lo tanto, tenemos que descubrir si el cerebro puede liberarse del contenido de su conciencia.

   … Yo y el mundo no somos dos entidades diferentes con problemas separados, yo y el mundo somos uno. Mi problema es el problema del mundo. Yo puedo ser el resultado de ciertas tendencias, de influencias ambientales, pero en lo fundamental no soy diferente de otro. Internamente somos todos muy semejantes, a todos nos impulsa la codicia, la mala voluntad, el miedo, la ambición, etc. Nuestras creencias, esperanzas, aspiraciones, tienen en todo una base común. Somos todos uno, somos una sola humanidad, aunque nos dividan las fronteras artificiales de la economía, la política y el prejuicio. Si mato a otro, me estoy destruyendo a mí mismo. Uno es el centro de lo total, si no se comprende a sí mismo, no puede comprender la realidad.

   Tenemos un conocimiento intelectual de esta unidad, pero mantenemos el conocimiento y el sentimiento en secciones diferentes; en consecuencia, jamás experimentamos la unidad extraordinaria del ser humano.

   … La verdadera educación es consecuencia de la transformación de nosotros mismos. Tenemos que reeducarnos para no matarnos los unos a los otros por cualquier causa, por buena que sea, o por cualquier ideología, no importa lo prometedora que aparentemente sea para la futura felicidad del mundo. Debemos aprender a ser misericordiosos, a contentarnos con poco y a buscar lo Supremo, porque sólo así se conseguirá la verdadera salvación de la humanidad.

   … Está el dolor global de la humanidad que se ha enfrentado a miles y miles de guerras por las cuales han llorado millones de personas. La maquinaria de la guerra sigue estando con nosotros, dirigida por los políticos, reforzada por nuestro nacionalismo, por nuestro sentimiento de separación con respecto a los demás, ‘nosotros’ y ‘ellos’, ‘tú’ y ‘yo’. Ese es un dolor global que los políticos fabrican, fabrican, fabrican... Estamos preparados para otra guerra, y cuando nos preparamos para algo, tiene que haber alguna clase de explosión en alguna parte, puede que no la haya en el Medio Oriente, puede que ocurra aquí. Toda vez que nos preparamos para algo, terminamos por conseguirlo, es como preparar la comida. Pero somos tan estúpidos que todo esto continúa, incluyendo el terrorismo.

   … Piensan, y el pensamiento se expresa en palabras o mediante un gesto, una mirada, o por algún movimiento corporal. Como las palabras son comunes a cada uno de nosotros, entendemos a través de esas palabras el significado de lo que se dice. Sin embargo, el pensamiento es común a toda la humanidad, es una cosa de lo más extraordinaria si uno ha descubierto eso, porque entonces ve que el pensamiento no es el pensamiento de uno, es pensamiento. Tenemos que aprender a ver las cosas como son realmente, no como ustedes están programados para mirarlas. Vean la diferencia. ¿Podemos estar libres de la programación y mirar? Si miramos como cristianos, demócratas, comunistas, socialistas, católicos o protestantes -que son todos prejuicios-, no podremos comprender entonces la enormidad del peligro, de la crisis que estamos afrontando.

   … Debemos pues, volver y averiguar por nosotros mismos por qué los seres humanos han reducido el mundo a lo que es ahora. ¿Cuál es la causa de todo esto? ¿Por qué hemos hecho tal confusión de todo lo que tocamos? ¿Por qué hay conflicto en nuestras relaciones personales? ¿Por qué hay conflicto entre dioses, el dios de ustedes y el dios de los otros? Debemos pues, investigar juntos si es posible terminar con el conflicto. De lo contrario, jamás tendremos paz en este mundo.

   Mucho antes del cristianismo se hablaba de paz en la tierra. Mucho antes del cristianismo se rendía culto a los árboles, a las piedras, a los animales, al relámpago, al sol; no había sentido alguno de dios, porque se consideraba a la tierra como la madre que debía ser adorada, preservada, tratada con suavidad, no destruida como ahora lo estamos haciendo.

   … Nuestra conciencia es nuestra esencia, constituye nuestra vida. Esa es la verdad y la compartimos con el resto de la humanidad, uno es el resto de la humanidad. Es tremendo darse cuenta de que uno es el resto de la humanidad. Uno puede creer en un salvador y otro creer en otra clase de ideología, pero el hecho de creer es común a todos. El miedo es común a todos, la agonía y la soledad es compartida por el resto de la humanidad. Cuando uno se da cuenta de esta verdad, el “llegar a ser”, que es cambiar “lo que es” por “lo que debería ser”, adquiere un significado del todo diferente. 

   … El cerebro ha nacido en el decurso del tiempo. Tal cerebro no es mi cerebro sino el de la humanidad, en el que está involucrado el principio hereditario, que es tiempo. Mi conciencia es la conciencia del hombre, es la de la humanidad, porque el hombre sufre, es orgulloso, cruel, ansioso, rudo; eso es lo que el hombre tiene en común. Para mí, no existe en absoluto lo individual. La corriente de sufrimiento es la humanidad, no es algo que se encuentra separado.”

     J. Krishnamurti

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