“… Los dioses y sus
representantes los ha inventado el pensamiento, no tienen una realidad factual
en nuestra vida cotidiana. Casi todas las religiones han dicho que matar seres
humanos es el mayor de los pecados. Mucho antes del cristianismo, los hindúes
decían esto, lo decían los budistas, y no obstante la gente mata a pesar de su
creencia en un dios, o de su creencia en un salvador y cosas así; y continúa
por la senda de la matanza humana. ¿Nos cambiará la recompensa del cielo o el
castigo del infierno? Eso también se le ha ofrecido al hombre, y también eso ha
fracasado. Ninguna imposición externa, ni leyes, ni sistemas detendrán jamás la
matanza del hombre. Ninguna convicción intelectual o romántica pondrá tampoco
fin a las guerras. Estas terminarán sólo cuando cada uno de nosotros, como los
demás seres humanos, veamos la verdad de que mientras siga habiendo división en
cualquiera de sus formas, tiene que haber conflicto, limitado o amplio,
reducido o expansivo, tiene que haber lucha, dolor.
… Siempre estamos
luchando, en la oficina, en el hogar, en todos los campos; dondequiera que nos
encontremos, cualquier cosa que hagamos, siempre estamos en conflicto y no
parecemos capaces de salirnos de él. Al no poder salirnos del conflicto,
creamos la imagen de un estado perfecto, la imagen del cielo, de Dios; otra
vez una imagen hecha por la mente. Tenemos otras imágenes mucho más en lo
profundo, las que siempre se hallan en conflicto unas con otras. Así, cuanto
más en conflicto estemos -y el conflicto existirá siempre en tanto tengamos
imágenes, opiniones, conceptos, ideas acerca de nosotros mismos- mayor será la
lucha.
… El comportamiento indica el contenido de
la conciencia, tanto si este se basa en el placer, en el dolor o en la
recompensa, que son parte de la conciencia. Los psicólogos dicen que, hasta
ahora, el hombre ha sido educado en el principio del premio y del castigo, del
cielo y del infierno. Ahora aseguran que debe educarse solo en el principio del
premio. No lo castigues, recompénsalo..., que viene a ser lo mismo. Van de lo
uno a lo otro, pensando que lo están resolviendo todo. Ver lo absurdo del
premio y del castigo es ver la totalidad. Cuando se ve la totalidad, entonces
está actuando la inteligencia, la cual funciona cuando uno se comporta
adecuadamente, pues entonces el comportamiento no depende del premio o del
castigo.
… Miramos hacia el
futuro como medio de evitar el presente, y el hombre que elude el presente
yendo hacia el pasado o hacia el futuro, no vive. Él no conoce la vida tal como
es vivida, sólo conoce la vida con relación al pasado o al futuro. La vida es
dolorosa, tortuosa, por eso buscamos evadirnos de ello; y si se nos promete el
cielo, somos perfectamente felices. Por eso es que el partido, de izquierda o
de derecha, termina por vencer. Los partidos siempre prometen algo para mañana
o para cinco años después, y ello nos seduce y le acordamos fe, y al final
resultamos destruidos.
… El devenir es lo peor, es el tiempo, es el origen real de este conflicto. Estamos tratando de averiguar qué sucede cuando el “yo”, que es tiempo, ha llegado completamente a su fin. Creo que Buda, según se supone, ha dicho, “Nirvana”. Y los hindúes lo llaman “Moksha”. No sé si los cristianos lo llaman “Cielo”.
… El hecho de que tú creas de una manera y yo de otra, depende mayormente de dónde hayamos nacido, ya sea en Inglaterra, en la India, en Rusia o en América. De modo que la creencia no es religión, es solamente el resultado de nuestro condicionamiento. Luego está la búsqueda de la salvación personal. Quiero estar a salvo, quiero alcanzar el nirvana o el cielo; tengo que encontrar un sitio cerca de Jesús, cerca de Buda o a la diestra de un Dios en particular. Tu creencia no me proporciona una satisfacción profunda, no me da consuelo; por lo tanto, tengo mi propia creencia que sí lo hace. ¿Es religión eso? Por cierto, nuestra mente debe estar libre de todas estas cosas para descubrir lo que es la verdadera religión. Y, ¿es la religión meramente una cuestión de hacer el bien, de servir o de ayudar a otros? ¿O es algo más? Lo cual no quiere decir que no podamos ser generosos o amables. ¿Pero eso es todo? ¿Acaso la religión no es algo más grande, más puro, más inmenso, más expansivo que todo lo concebido en la mente?
… Se le ha educado para que crea en Dios, y
hay millones de personas a las que se ha condicionado para que no crean en él.
Pero el condicionamiento es el mismo, el suyo que cree y el de la persona que
no cree, ambos están condicionados, y mientras uno esté condicionado jamás
podrá averiguar la verdad. Para descubrir la verdad, uno debe abandonar sus
creencias. Pregunta si es usted su mente. ¿Acaso no lo es? Uno es lo que
piensa; si piensa que es sikh, budista, cristiano, católico o comunista, uno es
exactamente eso; si piensa que un día alcanzará el cielo, esa es su idea, es decir,
eso es lo que uno es. Luego, ¿por qué se separa a sí mismo de lo que es? Por
favor, ponga toda su atención en tratar de comprender esto. ¿Por qué? ¿Por qué
cree que es algo separado?
… Así es que la
creación solo surge cuando hay comprensión completa de la vida total, no de una
parte de ella. Ahora bien, si el cerebro ha llegado hasta ahí y ha comprendido
todo el proceso de la existencia, y ha desechado todos los dioses fabricados
por el hombre, sus salvadores, sus símbolos, su infierno y su cielo, entonces,
cuando hay completa ‘unitotalidad’, hay una jornada muy distinta que emprender.
Pero es necesario llegar a eso antes de poder negar o afirmar si hay Dios o no
lo hay. A partir de entonces, hay verdadero descubrimiento porque la mente, el
cerebro, ha destruido por completo todo lo que ha conocido. Sólo entonces es
posible entrar en lo desconocido; entonces allí está lo Incognoscible. No es el
dios de las iglesias, de los templos, de las mezquitas; ni el dios de vuestros
temores y creencias. Hay una realidad que puede hallarse solamente en la
comprensión completa del proceso total de la existencia, y no de una parte de
él.
… Así que no pregunte
qué es lo infinito, sino descubra por sí mismo las limitaciones que mantienen
cautiva a la mente-corazón, impidiéndole vivir dentro de este movimiento
ilimitado de la vida.”
J. Krishnamurti